martes, 30 de enero de 2024

AUNQUE NO LO PAREZCA, DOCENTES Y FAMILIAS ESTAMOS EN EL MISMO BARCO

 

Obra realizada por Ignacio Pardo Luzardo. Madrid 2018 titulada "el bosque animado" Colección privada


No es raro ver a las puertas de los centros educativos, en reuniones de cumpleaños o en cenas de amigos que comparten colegio de sus hijos, que uno de los temas del menú es poner a caer de un burro a los docentes que están atendiendo a sus hijos y al colegio en el que están, sin haber tenido ninguna entrevista con el tutor o con los responsables del centro que pudieran contrastar una respuesta a su posible duda o queja puntual. Lo más fácil es difamar a través de los grupos de WhatsApp y si le llaman del colegio por sus afirmaciones les responderá que fue en un momento de calentón descontrolado.

Todavía nos acordamos cuando nuestros padres nos decían que cuando ellos iban al colegio y si los abuelos recibían una nota de su profesor, estos además les echaban una bronca. En la actualidad sin llegar a esos niveles de exigencia, puesto que no corresponde con la época que estamos viviendo, nos estamos pasando al polo opuesto, si ahora llama desde el colegio o manda una nota el tutor o profesor a un padre para tratar de cualquier incidente ocurrido con su hijo en el centro, lo primero que se hace por parte de muchísimas familias es ver cómo pueden justificar las acciones de su hijo, sin tener en cuenta todo lo demás, sin pensar realmente cómo se le puede ayudar.

Partimos de una realidad y es que la educación se basa fundamentalmente en la necesidad de la coordinación de sus tres pilares alumnos, familia y docentes sin ellos es imposible que prospere, y si no existe un diálogo y una coordinación constructiva entre ellos, no se podrá sacar nada positivo. Somos todos personas, aunque a alguna de las partes se les olvide por el camino, que buscamos lo mejor para sus hijos, pero muchas veces se confunden los papeles y roles que jugamos en esta vida. Solo quiero volver a recordar, que la mayor riqueza de un país es su educación y los valores que se inculcan a los niños, pues son los que van a dirigir los países en el futuro, ahí nos daremos cuenta de los que se lo toman en serio, o simplemente sus hijos están en los centros educativos porque les obliga la ley.

Hace muchos años me encontré delante de una familia que su hijo ya de dieciocho años les echaba en cara, que la vida de parásito que estaba llevando en esos momentos era por culpa de los padres allí presentes, que no le exigieron y le permitieron hacer lo que él quería cuando era un adolescente. Lo triste, es que nos estamos encontrando muchos alumnos como estos y de padres que piensan que su labor terminó cuando su hijo se puso reivindicativo y contestatario contra ellos y todo el sistema, tirando la toalla pensando que los golpes de la vida sean quienes les coloquen en su sitio., y no se dan cuenta que cuanto más tarde se solucionen los problemas será peor el resultado.

Independientemente de los contenidos que se tuvieran que trabajar en cada una de las etapas, cada docente lo va a hacer de la mejor manera posible y que él conoce, podríamos debatir si aplica o no la mejor metodología y utiliza todos los medios de los que dispone. Toda la vida hemos tenido profesores y maestros que nos han gustado más o menos y algunos nos han dejado huella positiva y los recordamos con cariño y hay otros casos que ocurre lo contrario, pero al final el colegio, como todo lo que nos ocurre, es una lección de vida, somos lo que hemos vivido y trabajado, en donde te vas a encontrar de todo, como ocurre en el entorno laboral de todo el mundo. Lo que si pedimos al sistema educativo y a las familias, es que contribuya con las herramientas necesarias para poder afrontar los distintos retos a los que se tendrán que enfrentar los jóvenes cuando finalicen sus estudios básicos en la época que corresponda.

Parece que estamos olvidando todos para qué estamos aquí las familias y los docentes, esto no es una lucha de a ver quién puede más, sino que cuanto más estemos remando en el mismo sentido, más avanzaremos en el sentido correcto, sobre todos los alumnos. En cuanto a los contenidos son los que marca le legislación y hay que trabajarlos, la metodología empleada y los valores que les acompañan, son añadidos personales  e institucionales que nos diferencian. La verdad absoluta no existe por parte de nadie, los docentes tienen sus razones y las familias tienen las suyas, pero hay que confluir en un punto común que es su hijo. Vivimos en la sociedad en la que se cuestiona absolutamente todo lo que se hace, da igual que sea docente, médico, abogado, arquitecto o quien sea, esa es nuestra triste realidad y la verdad es que todo es relativo, lo que es bueno para unos, para otros no lo es. Todo es cuestión del cristal con que lo mires o como lo estés viviendo.

La realidad es que sus hijos se pasan la mayor parte del día despierto en el colegio de lunes a viernes y las familias ponen en manos de los colegios lo que más quieren en esta vida que son sus hijos. Eso no significa que los centros educativos tengan que ser los únicos que eduquen a sus hijos. Los niños tienen que venir de casa con unos valores y una educación y en los colegios los forman y los preparan y los controlan para que sean lo más felices posible para que adquieran los objetivos académicos y de valores de socialización que tienen que alcanzar con cada uno de ellos.

La interacción entre familia y colegio es fundamental, desde las etapas tempranas hasta los mayores de la ESO y Bachillerato, cuando un docente solicita mantener una reunión (tutoría) con las familias para tratar sobre la evolución de su hijo en lo que va de curso y analizar las medidas correctoras de forma conjunta para que el futuro de su hijo se retome en la línea que necesita, hay que tener en cuenta que en esa reunión no se pretende departir con una persona para hablar sobre el sexo de los ángeles, sino que se va a hablar de su hijo, de nadie más y de cómo podemos ayudarle en todo lo que sea necesario, contado siempre con la indispensable ayuda de la familia. A esas reuniones solo hacen falta dos cosas la preparación por parte del docente de lo que se quiere transmitir con las posibles soluciones que se propondrán y por las familias una actitud de escucha constructiva y colaboración para mejorar la vida escolar de su hijo.

Todas estas situaciones de enfrentamientos o malos entendidos de las familias con los centros educativos de sus hijos deben desaparecer y reconducirse, ni los docentes son dioses que jamás se equivocan, ni los padres son seres omnipresentes que pueden justificar todas las malas acciones de sus hijos, sin consecuencias educativas y que menosprecian el trabajo que realiza el docente en el aula.

Estamos viviendo un momento de crispación generalizado en todos los ámbitos de nuestra sociedad, comenzando por nuestros representantes políticos en los principales órganos de representación de la democracia española y todo ese ambiente se traslada al resto de las relaciones entre los distintos ciudadanos de este país. Si antes era malo, ahora es peor y este es el caldo de cultivo con el que tenemos que lidiar. Por supuesto que todo se traslada al ámbito educativo, los colegios son un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos, y a los que trabajamos en las aulas nos resulta cada vez más complicado tener que formar a niños que vienen alentados desde casa con mensajes equivocados, violentos y destructivos.

La solución está en manos de todos y nadie quiere ponerle el cascabel al gato, con las medidas que se tienen que tomar para solucionar esta situación, porque seguramente serían impopulares para una parte de la sociedad. En educación la democracia no consiste en que nos den café para todos, sino que tengamos las herramientas necesarias para que nuestra juventud pueda abrirse camino en una sociedad libre, plural y democrática y que tenga las oportunidades necesarias en función de su esfuerzo personal, atendiendo las necesidades de cada uno.

Obra fotográfica realizada por Ignacio Pardo Luzardo Madrid  2013  "Arquitectura confusa"


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