Sueño de un caballero obra de Antonio de Pereda hacia 1650 |
Ignacio
Pardo Luzardo*
El pasado 15 de julio por la tarde, asistí a una conferencia que se dio en nuestro Gabinete Literario con el título ¿conoce Canary wharf?, ahondando en la historia de muchos canarios que tuvieron que salir de las islas con la exportación de productos hortofrutícolas hacia Inglaterra y otros países europeos, en una época de penurias tanto en España como en el extranjero, tras la Segunda Guerra Mundial. La conclusión final que nos quisieron transmitir, es que existe desde hace años en Londres una importante zona comercial y financiera de trascendencia mundial, que está ubicada donde antiguamente se descargaban todos los productos que provenían desde Canarias y ahora recibe la denominación Canary wharf y nadie de los que allí trabajan y muchos de aquí, desconocen el motivo de haberle puesto ese nombre, con lo que la divulgación de su origen, podría suponer de publicidad y promoción para nuestro archipiélago.
La verdad es que no tenemos que irnos tan lejos, para darnos cuenta de lo ingrato que podemos llegar a ser los ciudadanos por el desconocimiento que poseemos de los nombres que tienen nuestras calles y la relevancia de los personajes que han tenido en su tiempo. Muchas de nuestras calles están llenas de nombres y fechas, que de alguna manera han marcado nuestra historia local, nacional o internacional. ¿Cuántos se han hecho la pregunta de por qué determinada calle tiene ese nombre?, y se ha interesado en saber un poco de la historia de esa persona, denominación o de los acontecimientos que se produjeron en una fecha determinada, según consta en el nombre de la misma.
Por simple curiosidad, intentemos hacer una consulta no a nuestros hijos, ni a los nietos, que eso ya sería pedir demasiado, sino a nuestros contemporáneos a ver si conocen algo sobre la nomenclatura de nuestras calles, quien fue Pérez del Toro, Obispo Rabadán, Bravo Murillo, Canalejas, Tomás Morales, Franchy Roca, Alfred L. Jones, Sagasta, etc. Conocemos los nombres de las calles porque tenemos que transitarlas y para orientarnos precisamos de puntos de referencia, pero desconocemos el motivo y lo que significó. Hay ciudades que las calles las numeran y son más impersonales, da la impresión de estar en un gran almacén, que los pasillos están señalizados por letras y números para poder encontrar las mercancías.
Tenemos un patrimonio cultural a través del nomenclátor de las calles, del que debemos y tenemos que estar orgullosos y por consiguiente, ser una obligación que se sepa transmitir a las futuras generaciones nuestra particular historia con sus protagonistas, no consiste en la memorización y repetición de la lista de los reyes godos, es preocuparnos de la herencia que hemos recibido, y de lo que hemos sido a lo largo de los tiempos, intentando enseñar que somos fruto de nuestra historia y nuestro medio, y que no podemos permitirnos el lujo de perder ese legado. Que no nos ocurra aquello que tantos personajes de la historia han manifestado en sus discursos y que decía el filósofo Marco Tulio Cicerón: “Todo pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla”
Hay ciudades que sus ayuntamientos, como un reconocimiento añadido, ponen placas en la planta baja de la fachada del edificio, donde señalan acontecimientos históricos que se produjeron en ese lugar, indicando si nacieron o murieron personajes destacados en el ámbito cultural, artístico, político, etc. y de alguna manera nos ayuda a saber y recordar que no venimos de la nada, y que gracias a determinadas personas a lo largo de la historia, tenemos un patrimonio histórico en las ciudades, que nos han ayudado a forjarnos como una nación con una identidad propia. Los nombres de las calles, nos ayudan a los vecinos a tener sentido de comunidad y pertenencia.
Vivimos a un ritmo vertiginoso sin darnos cuenta de las cosas más sencillas y que están a nuestro alrededor, ¿cuántas persona sabían por ejemplo, que en nuestra capital en el barrio de Schamann, muchos de los nombres de sus calles responden a personajes y obras de D. Benito Pérez Galdós? ¿Cuántos de los que vivimos en la ciudad, podemos decir que conocemos todos los barrios de la misma?
Existen infinidad de cosas que se pueden hacer para que los habitantes de una localidad sepan su historia a través de los nombres de sus calles, lo primero es el interés de los usuarios por ampliar sus conocimientos, aunque hace tiempo que nuestra sociedad ha perdido el interés por los modelos a seguir. A veces el conocimiento de la biografía de personajes ilustres y su forma de afrontar la vida, nos ayuda a ver otra forma de afrontar los problemas a través de su historia y su ejemplo, mediante el esfuerzo, sacrificio, inteligencia, solidaridad, estrategia, emprendimiento, etc. Sería muy triste pensar que solamente haya que poner nombres a las calles, plazas y avenidas de futbolistas, cantantes famosos o personajes del corazón, para que la ciudadanía actual, sepa quiénes eran y lo que hicieron.
Cada vez que señalamos una calle con el nombre de algún personaje, le estamos haciendo un pequeño homenaje y un reconocimiento, es una forma de mantener nuestra historia viva. Las calles y sus nombres nos ayudan para contar historias.
Desde el punto de vista educativo, de la misma forma que podemos estudiar la historia y costumbres, a través de los cuadros en los museos, podemos aprovechar determinados nombre de calles, para trabajar distintos ámbitos competenciales, que sirvan como motivación inicial a algún tema específico del temario de las asignaturas de Filosofía, Historia, Literatura, Ciencias, etc.
Hoy en día no hace falta tener físicamente una extensa biblioteca, donde poder realizar una consulta de cualquier tema o personaje, tan solo hace falta saber utilizar un buscador de internet poniendo las palabras adecuadas para encontrar la información del nombre de la calle que se busca., y si no se encuentra preguntar a quien debe saberlo, nuestro ayuntamiento.
Columnata de la Basílica de San Pedro obra de Gian Lorenzo Bernini Siglo XVII |