domingo, 18 de octubre de 2020

PADRES ASÍ ¡NO, GRACIAS!

 

La familia de Carlos IV.(1800).Óleo sobre lienzo. Obra pintada por Francisco de Goya y Lucientes. Museo del Prado



Artículo publicado en las páginas 24 y 25 de la sección de opinión en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria

Está claro que nos está tocando vivir un periodo de nuestra historia que va a marcar el futuro de nuestra civilización. Ya no hace falta un atentado terrorista o una guerra violenta que perdure en el tiempo para que se produzcan miles de muertes y los pilares de la economía de todos los países se desmoronen.

En todos y cada uno de nosotros está influyendo de manera muy especial los acontecimientos que estamos viviendo como consecuencia de esta pandemia mundial. Por desgracia, los cambios que se están produciendo en la mayoría de la población son de carácter negativo, pues se están elevando los índices de irascibilidad de forma general en el conjunto de la ciudadanía, llegando en numerosos casos a la estupidez.

Dicen que realmente se conoce a la persona como es, cuando se encuentra en los momentos difíciles y cuando tiene que tomar decisiones.

Hemos iniciado un nuevo curso escolar marcado por los brotes de la COVID -19 y de todas las medidas extraordinarias que se han tenido que tomar, para que prevalezca la presencialidad de los alumnos en las aulas. Medidas que nunca lloverán al gusto de todos, pero que se deben establecer como requisito para garantizar al máximo la seguridad sanitaria y el desarrollo de un curso académico complicado para los alumnos, familias y profesores.

Lo cierto es que todo se podría hacer mejor, pero lo único que tenemos claro es que aprendemos cada día de nuestros errores, aunque lamentablemente ya han pasado demasiados días.

Tras realizar esta introducción, somos consciente de las verdaderas dificultades que se están encontrando en la actualidad los centros educativos que tienen niños de todas las edades en donde se han tenido que buscar nuevos espacios, docentes cualificados y medios para seguir funcionando de la mejor manera posible, teniendo en la mente un solo mensaje:” que el virus no entre en el grupo de convivencia, para poder desarrollar los contenidos curriculares y poder educar a nuestros alumnos”

Por otro lado, y de forma tangencial, nos estamos encontrando situaciones pintorescas o surrealistas dentro de las aulas y las sobrevenidas fuera de ellas originadas por muchas familias, en donde muchas no son conscientes de la gravedad de lo que está sucediendo en el día a día y que su única preocupación es que, en los nuevos agrupamientos originados por disminución de ratios, pongan a su hijo con los amiguitos del curso pasado y que no prevalezca el sentido común como criterio pedagógico.

Y que se utilicen todos los argumentos manipulados para justificar sus exigencias particulares, sin contemplar la excepcionalidad del momento y de la urgencia sanitaria que vivimos.

Parece que no se acuerdan de aquel confinamiento que recientemente vivimos durante meses y de las 30.000 muertes que hemos sufrido hasta la fecha. Da la impresión de que a muchas familias lo que le importa no es la salud de su hijo y de los familiares que conviven y pueden enfermar, sino solamente que quieren que su hijo esté con un amigo, porque llevan 6 meses sin jugar con él.

En algo nos estamos equivocando en todos los procesos de nuestra vida, cuando los adultos que no saben ejercer con la responsabilidad sus funciones que se presupone que deben tener y remar en el mismo sentido para hacer ver a sus hijos que esta situación excepcional es grave y temporal, hasta que no consigamos tener una vacuna.

No sé cómo hacer ver a esas personas egoístas, que esta situación no la ha buscado nadie y que siempre vamos a ir por detrás de ella, que jamás nos anticiparemos, si los intereses de los principales protagonistas están encontrados.

Si ya en condiciones normales sin la COVID -19 la utilización de las redes sociales por parte de algunas familias era nefasta, porque se dedicaban a valorar el trabajo de los docentes sin saber la realidad de los hechos y las decisiones de los centros sobre cualquier aspecto, ahora van creando grupos de opinión con afirmaciones falsas sobre supuestos inexistentes y aumentando la desconfianza entre otras familias en estos momentos de incertidumbre general, en donde todo cambia repentinamente y se deben tomar decisiones inmediatas. Deberían recibir un poco de su propia medicina, para que vean las consecuencias nefastas que pueden tener afirmaciones falsas, manipuladas y sacadas de contexto.

La pandemia y el confinamiento han hecho que los ánimos estén caldeados en todos los ámbitos y que nuestra capacidad de reacción sea menos tolerante e intransigente que antes del confinamiento, por lo que veo será muy difícil que las aguas vuelvan a su cauce en mucho tiempo. Son muchas cuestiones externas e internas que no ayudan en nada: ERTES, confinamientos forzosos, pérdida de libertad en pro del beneficio común, restricciones, cierres de empresas, actividad económica desastrosa que origina un alto índice de paro, familias desestructuradas, pérdida de familiares por el virus y un largo etcétera.

Con este panorama podemos entender muchas cosas que están ocurriendo, pero no podemos permitirnos el lujo de perder la confianza en los educadores y centros educativos que están dando todo para que se pueda desarrollar la actividad lectiva con los alumnos de la mejor manera posible, consiguiendo formar con un gran esfuerzo y expuestos al virus.

Durante el Estado de alarma, aplaudimos a todos los sanitarios, Fuerzas de Seguridad del Estado y trabajadores que hicieron posible que continuásemos en casa gracias a sus servicios. Nadie recordaba a todas esas personas que desde casa estaban cada día en remoto trabajando con las limitaciones que teníamos, para que nuestro país siguiera adelante. Ahora tenemos al pie del cañón a todos los docentes que cada día conviven con miles de alumnos, arriesgando su salud expuesta a potenciales contagios y que dependen de la responsabilidad de que las familias fuera del horario escolar sigan manteniendo las medidas higiénico-sanitarias y así evitar cualquier contagio, nadie está fuera del bombo.

Por la seguridad de los niños se está haciendo lo imposible, buscando espacios para que se respeten las distancias y que durante la jornada escolar se puedan mantener todas las medidas sanitarias para evitar cualquier contagio.

Por otro lado, nos estamos encontrando con el muro de muchos padres que es algo que no estaba en los planteamientos de ningún educador, pero que tenemos que afrontarlo con la mayor serenidad posible, para evitar situaciones conflictivas. La tolerancia no significa que tengamos que soportar todos los improperios que se les ocurra en un momento de calentón mental, por aquello de la libertad de expresión, o que les cogió en un mal momento.

No se puede, ni se debe permitir que haya padres que delante de sus hijos se dediquen a increpar a los docentes o responsables de centros educativos, por aplicar las resoluciones dictadas por la administración educativa para la seguridad de todos.

Me duele ver como todo lo que se había conseguido antes del confinamiento, se ha desmoronado como si de un castillo de naipes se tratara.

Nada será igual a partir de ahora, todo costará más por la gran desconfianza que se ha instalado en nuestra sociedad.

En estos momentos, nada permanece y todo es tan cambiante, que da miedo tomar una decisión que deba perdurar, pues seguro que te equivocas.



martes, 21 de julio de 2020

LA GENERACIÓN DE LOS ALUMNOS COVID-19


Paisaje con la destrucción de Sodoma y Gomorra Rotterdam, Museo Boijmans Van Beuningen 1520 . Obra de Joachim Patinir

Artículo publicado en la página 22 de la sección de Opinión en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria


En estas últimas semanas las universidades de las distintas Comunidades Autónomas han publicado las notas de la EVAU/EBAU de los alumnos que habían superado el curso de 2º de Bachillerato y se examinaban para poder acceder el próximo curso a estudios universitarios.
Lo cierto es que esos resultados no sorprendieron mucho, pues si bien se habían incrementado el número de alumnos presentados, se produjo un descenso en el porcentaje de aprobados y peor aún, descendieron las notas medias respecto a años anteriores. Parece como si las universidades nos echaran un jarro de agua de realidad y nos han abierto los ojos, sobre el trabajo realizado en los centros educativos en estos últimos meses. Si se realizara una evaluación externa objetiva sobre los contenidos trabajados en las casas en el último trimestre, probablemente nos llevaríamos una sorpresa bastante desagradable.
Haciendo una reflexión sobre esos resultados, tenemos que partir siempre de la situación vivida por toda la sociedad española con el confinamiento por el COVID-19 y sus consecuencias para todo el ámbito estudiantil preuniversitario.
Hagamos una pequeña línea del tiempo con los sucesos vividos y medidas que se fueron tomando a lo largo de los cuatro últimos meses de curso académico que de forma no presencial, los alumnos se fueron preparando por su cuenta en casa vía on line (el que podía) y con la ayuda a distancia de sus profesores, que no podían realizar el seguimiento diario presencial deseado, puesto que el feedback que recibían a través de pruebas y ejercicios de los alumnos diariamente, en la mayoría de las ocasiones no se correspondían a la realidad de los conocimientos adquiridos, pues la picaresca entró en juego para entregar todos los ejercicios, exámenes y trabajos, utilizando todas las ayudas externas que podían y estaban a su alcance, era la ley de la supervivencia y lo que interesaba realmente a muchas familias,  a la administración y ante los medios de comunicación era que los alumnos aprobaran, no que aprendieran.
Estamos seguro de que este confinamiento, ha tenido unas consecuencias muy graves para los alumnos, pues las enormes lagunas con las que se han quedado son importantes, pero más importante aún, son los hábitos de trabajo y esfuerzo personal que se han perdido y que hay que volver a retomar.
A todo lo anterior se le añade que los docentes han tenido que jugar con unas reglas de juego dictadas por las administraciones educativas, muy dirigidas para que todo el trabajo que se realizó durante el tercer trimestre por los alumnos se orientara exclusivamente a recuperar a los alumnos con evaluaciones suspendidas del primer y segundo trimestre, y que los contenidos explicados durante el último trimestre de la manera que fuera, jamás incidiera su nota para suspender, pero si para redondear al alza. Además de tener que reinventarse cada docente con los medios que tuvieran a su alcance para llegar a sus alumnos y de aquella manera, hacer un seguimiento de todos y cada uno de los mismos.
Además, tenemos que añadir que el confinamiento nos ha hecho a todos que perdamos los papeles y que para los alumnos que debían tener una rutina de trabajo diaria, el esfuerzo cayó sobre todo en las familias, para que sus hijos se levantaran y estuvieran delante del ordenador y en las etapas de Infantil y primer ciclo de E. Primaria donde los padres tenían que acceder a los blogs elaborados por los profesores y tenían que compaginar el teletrabajo en casa, con la atención, supervisión, control y entretenimiento de sus hijos.
En conclusión, ¿qué panorama es el que nos encontramos con todos estos ingredientes?
Pues la verdad es que cada familia vivió su propia historia, algunas con final feliz y otros por desgracia, no fueron tan afortunados, pero la realidad era que los alumnos debían seguir al pie del cañón y los profesores reinventándose y cumplir con los plazos que marcaban las administraciones educativas como cualquier otro curso normal hasta 1º de Bachillerato en el que el curso académico finalizaba en la tercera semana de junio, salvo los alumnos de 2º de Bachillerato, que se decidió aplazar los exámenes de acceso a la universidad para julio, cuando tradicionalmente lo realizaban en la segunda semana de junio.
Todos los docentes comentan que el próximo curso si la situación tiene cierta normalidad, se tendrá que recuperar contenidos, habilidades y destrezas necesarias para el proceso educativo de los alumnos. En caso de que se produzca una situación análoga a la que vivimos con el confinamiento, va a ser un desastre para todos, pues no es lo mismo tapar agujeros, que tapar océanos y eso sería muy difícil de superar, de ahí que hayamos llamado a determinados alumnos los de “la generación COVID 19”, por las lagunas académicas que se van a encontrar y que con las facilidades para aprobar que se dieron, no se volverán a repetir.
Esto ha sido como aquel dicho que dice: “a rio revuelto, ganancia de pescadores” y es que ha habido alumnos de secundaria que jamás pensaron en el primer trimestre que iban a tener un curso aprobado en su totalidad, pero que gracias a todas las ayudas y repescas que se hicieron, consiguieron que aprobasen, aunque no quisieran. El índice de repetidores en los estudios preuniversitarios ha bajado a unos niveles jamás visto en nuestro sistema educativo.
Con todo lo dicho, tenemos que hacer una reflexión final sobre los resultados de este final de curso, pues para sacar el mayor rendimiento de los estudios a un sistema de trabajo autónomo, debemos tener todas las personas del ámbito educativo otra forma distinta de concebir la educación, con otro tipo de formación más responsable por parte de docentes, alumnos, familias y administraciones educativas y con las herramientas necesarias para poder desarrollar el trabajo asignado.
Hay demasiadas preguntas y pocas respuestas, lo mismo que se ha estado haciendo a lo largo de estos últimos meses y con esta situación inesperada y de caos para todos, en el que nadie tiene respuestas coherentes. Nos viene por delante un mar de dudas enorme ante el inicio del próximo curso escolar y no se puede repetir la misma situación educativa llena de incertidumbres para todos los protagonistas.


viernes, 22 de mayo de 2020

LAS LECCIONES DEL CORONAVIRUS EN LA EDUCACIÓN


Obra "El Calvario" de Rogier van der Weyden se encuentra en el Monasterio del Escorial.Óleo sobre tabla fechado entre 1457 y 1464
 Artículo publicado en la sección de opinión el viernes 22 de mayo en el priódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria

Con todo lo que hemos estado viviendo durante este confinamiento, no nos podemos quedar con la sensación de que solo ha sido una pesadilla, de la que estamos deseando despertarnos.
Me duele pensar que tanto esfuerzo y sacrificio realizado por los equipos docentes, para que los alumnos no solo pudieran seguir con el proceso de enseñanza, sino también para mantener una rutina diaria de trabajo y monitorización, nos va a quedar al final como una anécdota para que lo podamos contar a las generaciones venideras.
Estoy convencido que cada uno de nosotros hemos pensado que todo nuestro trabajo siempre se podía haber realizado de otra forma, o mejorarlo si se hubiera hecho de esta forma o de otra. Esa pregunta es la que debemos responder cada uno y aprovechar esta oportunidad para pensar que aspectos podemos mejorar o replantearnos de cara a nuestro trabajo y en nuestro caso como docentes en el futuro de la enseñanza, aprovechando esta experiencia que nadie quiso, pero que la tenemos.
Está claro que cuando consigamos vencer a esta pandemia y volver a la normalidad, yo espero que el mundo, la sociedad y la educación que nos espera, sea totalmente distinta a la que dejamos antes del 11 de marzo de 2020. Tenemos que replantearnos la forma de trabajar con los alumnos y los objetivos que pretendemos que se alcancen a lo largo de los cursos escolares en cada una de las materias y etapas. La tecnología que ya la teníamos, pero que la usábamos de una forma distinta a la empleada en la actualidad, ha venido para quedarse de forma permanente en todas las enseñanzas y de su destreza y manejo para que los alumnos mejoren su rendimiento, y aprendan lo que realmente necesitan según su proyecto educativo, eso será lo que marque la diferencia en cada uno de los centros. Ya no vale decir que en mi colegio todos tenemos portátiles, sino los proyectos que se hagan y en el uso racional que se haga para obtener el mejor rédito en la educación de cada alumno.
Independientemente de las secuelas económicas que vamos a padecer en los próximos meses, por el gran parón en la economía a nivel mundial, tenemos que tomar una postura muy seria sobre la forma de trabajar con los niños en el futuro, no será estar delante de un ordenador o un libro para cubrir lo que marca el BOE, sino que debemos redefinir las necesidades del futuro en el mundo laboral, social y cultural y ver cómo podemos aplicar todo lo que hemos aprendido de esta experiencia y también todo lo que nos gustaría mejorar en la forma de enseñar a nuestros alumnos.
Después de ver el trabajo realizado con toda la mejor intención y dedicación, está claro, que en algo nos hemos equivocado tanto las instituciones, familias como docentes, cuando no hemos sido capaces de inculcar una responsabilidad individual de forma generalizada a toda la sociedad, cuando vemos cuáles son las prioridades a nivel general y que los alumnos en esta situación de confinamiento, solo se ponían delante del ordenador (el que lo tenía), para seguir las clases, porque sus padres les obligaban a levantarse día tras día, y se ponían delante de las pantallas (los que lo hacían) de cualquier manera, o ni siquiera se ponían por comodidad para que sus profesores no los vieran, da la sensación que solo vale el aprobado y la coerción,  no el aprendizaje real para avanzar y mejorar.
Qué valores podemos transmitir a nuestros hijos, si les permitimos durante el confinamiento y fuera del mismo, que hagan lo que quieran, cuando quieran y cómo quieran, por supuesto que existen excepciones, pero por desgracia son las menos
No quiero entrar de forma profunda en las distintas normativas emanadas por las administraciones educativas para intentar remediar puntualmente este curso los resultados académicos de un sistema educativo caduco y en decadencia, que no tiene nada que ver con la realidad y la demanda de esta sociedad, las tiritas son buenas para heridas pequeñas. Para las estocadas en órganos vitales hay que operar y establecer tratamientos drásticos para que se pueda curar al paciente, no vale la pena mantener al paciente en la UCI, viendo cómo se van deteriorando los órganos hasta que muera.
Hemos aprendido mucho de esta situación nueva de confinamiento, en el ámbito docentes, hemos aprendido que “querer es poder”, si tenemos la necesidad de comunicarnos con nuestros alumnos, buscamos los medios para llegar a alcanzar nuestros objetivos. Lo importante son nuestros alumnos y su crecimiento como personas, lo que nos gustaría es que esa premisa fuera igual de importante para sus progenitores y que para educar hay que estar siempre de acuerdo los adultos y consensuar cuando se tiene capacidad de asumir responsabilidades.
También hemos podido comprobar cuáles son las limitaciones del ser humano ante situaciones extremas como ha sido este confinamiento y como reaccionamos de forma desmesurada, cuando no tenemos presente físicamente a la persona con la que puedo tener puntos de desencuentro y se llegan a perder los papeles, haciendo descalificaciones impropias y viendo fantasmas, cuando con una simple comunicación directa y efectiva, hubiera eliminado malos entendidos, este aislamiento nos ha vuelto locos a todos. La soledad e incomunicación que hemos sufrido han generado dudas, inseguridades y a veces recelos con los propios compañeros de trabajo. Que daño hacen los grupos de WhatsApp en cualquier momento y ahora más que no te dejan contrastar sus verdades malintencionadas.
Si las relaciones en el ámbito laboral en una situación normal ya son complicadas, en esta situación de confinamiento son mucho peores por la falta de accesibilidad de las personas. Realmente todo esto nos demuestra lo débiles que somos y las distintas formas de entender los valores y sus prioridades.
En una situación de crisis económica, en donde se han ido perdiendo las conquistas alcanzadas con esfuerzo y trabajo, los únicos principios que prevalecen son la supervivencia y seguridad del grupo, todo lo demás son añadidos que se irán sumando a medida que se vaya recuperando la economía.



martes, 21 de abril de 2020

TODOS LOS ALUMNOS ESTÁN APROBADOS, MIENTRAS NO DEMUESTREN LO CONTRARIO

Pintura de August Macke la joven de la chaqueta amarilla acuarela de 1913 Ulmer Museum


Artículo publicado el 21 de abril de 2020 en la sección de opinión del periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria


Para mi “todos los alumnos están aprobados, mientras no demuestren lo contrario”, era la frase con la que iniciaba el primer día de clase con los alumnos, incluso les añadía que con nota de sobresaliente.
La filosofía del esfuerzo desde edades tempranas es la que nos hace que, con el paso del tiempo, nos ayude a sobrellevar el nivel de trabajo con el que tengamos que afrontar en nuestra vida laboral futura, pues nadie regala nada y cuando lo hacen las contraprestaciones suelen ser muy caras.
Hoy en día estamos inmersos en una situación que ni las mentes más prominentes podían atisbar, ni el 10% de lo que estamos viviendo con esta pandemia mundial, en donde los renglones por los que tenemos que escribir cada día, cambian de sentido y nos tenemos que amoldar a ello y experimentar, pues no tenemos la vacuna milagrosa que todo lo cura.
Es lamentable ver como enferman y mueren un número muy importante de personas, sobre todo mayores de edad, que han sido nuestros referentes, nuestros guías y maestros, a los que en su día tuvimos en el pedestal que se merecen y ahora en la última etapa de su vida, en estos momentos a ellos les ha tocado lo peor. Me duele ver el dolor de las familias que no han podido despedir a sus seres queridos, me duele la insensibilidad ante tanta desgracia y su manipulación por determinados partidos políticos. Con una crisis económica de caballo que se nos avecina y que nadie sabe cómo terminaremos de ella.
En medio de todo esto, tenemos a los estudiantes preuniversitarios que, dependiendo de las distintas etapas educativas, les podrá repercutir en mayor o menor medida en lo que pueda afectar a su futuro inmediato de acceso al Bachillerato o a la Universidad. El resto de las etapas también preocupa, pero está claro que con la que tenemos ahora, los conocimientos si no los he aprendido hoy, mañana los necesitaré y tendré que estudiarlos. Lo importante es que en este período se haya seguido produciendo una rutina de trabajo diario y esfuerzo personal desde casa, para que nuestra cabeza siga funcionando y creando.
Todos agradecemos cuando llegan las 20’00 horas a esos sanitarios, cuerpos y fuerzas de seguridad, dependientes de establecimientos de productos de primera necesidad, personal de limpieza y un largo etc.… nadie recuerda a esos niños que estoicamente desde casa, siguen haciendo un gran esfuerzo con la colaboración de sus familias para mantener la atención e interés a lo largo de un día tras otro desde el inicio y sin saber cuándo se va a acabar. Muchos delante de un ordenador, o peor aún aquellos que no disponen de medios suficientes para poder desarrollar los contenidos previstos.
A los profesores, como al resto de la sociedad nos cogió con el paso cambiado y han tenido que reinventarse para dar en la medida de sus posibilidades lo mejor de cada uno, suponiéndoles mucho más trabajo y dedicación que la que venían realizando durante el curso escolar en condiciones normales.
A las familias que han estado detrás de cada uno de sus hijos para que no pierdan ni el ritmo, ni los contenidos que se deben trabajar y además alientan de forma constructiva a sus hijos.
Probablemente en estas fechas estemos ya un poco cansados de la película que estamos viviendo y deseamos salir del cine para vivir nuestras vidas.
Está claro que lo primero es la salud y contra eso, no podemos pedir peras al olmo, hasta que no tengamos las garantías plenas de poder realizar una “vida normal” , si podíamos llamar vida normal a lo que nos habíamos acostumbrado de consumismo por una mal entendida globalización, dejando de lado a las personas y dónde lo único que prevalece es la economía, y lo cierto es que si no funciona dicha economía tal y como la conocemos, se paraliza todo.
Retomemos el tema que originó la presente reflexión con todo este panorama que se ha expuesto, consideramos en una escala de valores que los niños aprendan hoy, lo que pueden aprender mañana. Estamos en una situación excepcional y se tendrán que tomar las medidas necesarias, para que pueda aplicarse el principio de igualdad de oportunidades a todos los estudiantes y con ello, digo que se debe ser lo suficientemente sensibles con cada unos de los casos de los alumnos en las presentes circunstancias.
Soy consciente que en la viña del señor nos encontramos de todo, desde el alumno brillante, responsable y preocupado por su formación de forma permanente, con una familia detrás que ha favorecido ese tipo de educación desde temprana edad, luego tenemos al alumno medio, que solo trabaja cuando le ve las orejas al lobo y es de los que remonta en la 3ª evaluación y que por mucho que sus padres le insistan para que cambie de método de trabajo, él va a hacer siempre lo que le de la gana, porque le ha funcionado hasta la fecha, hasta que deja de funcionar, además tenemos otro grupo de alumnos desmotivados, que pasan tres pueblos de los estudios y de su entorno familiar, que creen que sus padres están ahí para sacarle siempre las castañas del fuego hagan lo que hagan, y les justifican cualquier acción o fechoría que realicen y son los padres que se sorprenden de lo que les dicen los profesores de las acciones malas que hace su hijo en el colegio, y que nunca dan crédito a lo que dicen en el colegio, porque en casa es un santo y en estos meses se han transformado en casa en un auténtico Lucifer.
¿Cómo podrá repercutir cualquier medida que se decida en estos momentos con los alumnos, salvo en los cursos que marcan un cambio radical en la vida de ellos?
Sinceramente, al gran grupo lo que les va a afectar, es que van a poder contar a sus hijos que estuvieron confinados en casa durante la primera gran pandemia mundial, ante las posibles que puedan venir.
Al ser humano cuando se ve afectado de forma impactante y ve en ese momento lo que está ocurriendo, siempre se hace propósito de enmienda de que va a cambiar su vida y prioridades y hace una especie de promesa que será de forma distinta hacia los demás. La realidad es que cuando comience todo a funcionar y nos volvamos a ver metidos en la rueda, nos vamos a olvidar de lo mal que se pasó y de aquel vecino que nos saludaba a las 20’00 horas y que luego nos veremos por la calle y nos dará vergüenza saludarle y pararle para agradecerle lo bien que nos hizo sentir cuando nos saludábamos, porque nos hacía sentir más humanos.