lunes, 31 de marzo de 2014

¿SABEMOS ENSEÑAR A NUESTROS HIJOS, PARA QUE APRENDAN DE LOS FRACASOS?

El David obra de Gian Lorenzo Bernini 1623

*Ignacio Pardo Luzardo
Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 14.03.2014
http://www.laprovincia.es/opinion/2014/03/14/ensenar-aprendan-fracasos/595939.html

Hace tiempo pude leer en el “MailOnline”, que el director de uno de los colegios más prestigiosos del Reino Unido, hacía una crítica a las familias por la creciente obsesión que estas tenían para que sus hijos obtuvieran las calificaciones más altas, para poder acceder a las mejores universidades del Gran Bretaña, generando una enorme presión académica sobre los alumnos y descuidando otros aspectos educativos que son más integrales y básicos en la vida.
Una cuestión importante que dijo el Sr. Harman, es que los alumnos cada vez son más incapaces de manejar el fracaso y señala que las familias “en lugar de centrarse solo en los resultados académicos, los padres deberían ayudar a sus hijos desde pequeños a aprender a fracasar, para que de esta forma puedan aprender de sus errores, ser más autosuficientes, ingeniosos, competentes y confiados”.
Está claro que todo lo que señaló el Sr. Harman sobre las orientaciones que dan a las familias de sus alumnos, son asumidas totalmente para las familias de nuestro país y quizás para el mundo occidental desarrollado. Vemos en estas últimas décadas como actúan los padres y madres con sus hijos desde que son pequeños hasta casi la adolescencia y si me apuran, unos años más, evitando que los niños aprendan de forma natural procesos de la vida indispensables para saber actuar de la forma conveniente en cada ocasión.
Muchas veces las familias no están dejando espacio para que sus hijos se equivoquen, porque piensan que los niños se pueden frustrar si lo hacen mal, y la alternativa de los padres es que lo hacen todo por ellos, o evitan acciones que suponen para el hijo un sacrificio personal necesario para su aprendizaje, para que tenga más tiempo de juego, o que terminen antes, dejando de lado enseñanzas que da la vida, esas que no están escritas en ningún libro y que hasta que no las vivan en propia piel, no las van a interiorizar y de nada sirve que los adultos les digamos: “que eso no se dice”, “que eso no se hace” o “que eso no se toca”, ellos tienen su propio ritmo de aprendizaje, que tienen que ajustar en función de sus propias experiencias.
Hoy en día son muchos los padres y madres que piden orientación en todo lo concerniente a la educación de sus hijos, porque están muy perdidos, cada vez se les exige más a los colegios a través de las tutorías y a sus profesores para que se involucren en instruir a las familias sobre lo que se debe o no hacer con sus hijos en aspectos que trascienden a la propia enseñanza colegial, reclamando Escuelas de Padres y los colegios, conscientes de esa realidad, cuelgan en sus páginas web sugerencias generales de actuación para aspectos muy puntuales, señalando características generales de cada etapa evolutiva. Pero cada familia y su hijo es un mundo y son muchos padres a los que cada vez les cuesta más mantener una decisión ante el poder enorme que su hijo ha ido adquiriendo en el entorno familiar, por no saber decir no a tiempo y saber mantenerse. A veces ese poder ejercido por el hijo en el seno familiar, con el paso de los años ha generado en violencia física o psicológica hacia sus progenitores, y por mucho que nos pese, es una realidad de la que nadie puede sentirse orgulloso, más bien lo contrario. ¿Acaso no hemos visto como de esta lamentable situación de desorientación en la formación de sus hijos, que están viviendo muchas familias en una escala determinada, se han hecho programas de televisión, que cuando los vemos, nos escandalizamos por el contenido de lo que  estamos viendo y a la vez pasamos vergüenza ajena y no damos crédito de lo que sucede en cada una de las familias protagonistas de los mismos? Cuando uno no sabe, lo mejor es pedir ayuda a profesionales, pero hay una enseñanza que da la vida y es que los trapos sucios se lavan en casa, el airear a los cuatro vientos lo que hacemos o dejamos de hacer en el hogar familiar no es bueno para nadie de esa casa.
Por otra parte, no hace mucha falta que tengamos que ver programas de televisión para darnos cuenta de la generalización de esa falta de valores, y de educación que se está produciendo hoy en día, solo hay que salir a la calle y ver el trato que algunos dan a nuestros mayores, su vocabulario, la forma que tienen de dirigirse entre ellos, las modas según estereotipos, parecen clones de modelos importados de otras culturas y países. A veces da miedo pensar, que en un futuro, alguno de ellos serán los que puedan llevar las riendas de una empresa, o que puedan llegar a ser los representantes políticos de unos ciudadanos. Comento esto, porque por desgracia, sabemos por experiencia, que no siempre los mejores preparados, son los que ocupan los cargos de responsabilidad en una sociedad tan competitiva como la nuestra.
Queramos o no, nos estamos equivocando en la forma de educar a nuestros hijos y estos errores tienen consecuencias que se verán a largo plazo, por lo que para evitar que sigamos cayendo en estas equivocaciones, se han elaborado distintas pautas prácticas dirigidas a los padres y que pueden ayudar con respecto a la educación de sus hijos desde edades tempranas, y que son las siguientes:


No anticiparse a los errores para evitarlos. Analizar junto con su hijo lo que ha ocurrido, qué se ha hecho de forma correcta y qué se puede mejorar.

Si necesita ayuda su hijo, hay que averiguar qué es lo que realmente demanda. Quizá lo que pida no coincida con el apoyo que se le iba a ofrecer.


Permitir que sus hijos se desenvuelvan solos, aunque tarden en hacer las cosas.


Darle pequeñas responsabilidades acorde a su edad para cumplir sin la necesidad de que, posteriormente, haya un adulto presente (recoger los juguetes, dejar la ropa en el cesto, bajar la basura, hacer la cama...).


Favorecer sus relaciones sociales con los iguales para potenciar el desarrollo de su personalidad en otro contexto que no sea el familiar.


Ante las situaciones de miedo, en lugar de evitarlas, hablarles de lo que va a pasar y transmitirles apoyo. De esta forma su ansiedad disminuirá.


Proteger a los niños de los peligros reales pero sin llegar al extremo de convertirles en unas personas miedosas.


Hay que recordar que nuestros hijos no nacieron con manual de instrucciones para seguir según sus edades y momentos. Hoy en día cualquier ayuda que contribuya a mejorar la educación de los niños se agradece, porque hay muchas familias que han perdido los modelos o no se han sabido adaptar a los nuevos tiempos de cambio, tolerancia, respeto, coherencia con sus ideas, pluralidad, autoridad no autoritarismo, saber escuchar, dialogar y sobre todo querer a los hijos porque son lo más grande que tenemos.

viernes, 28 de marzo de 2014

LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA EN LA EDUCACIÓN ESPAÑOLA.

Interior de la basílica de San Lorenzo en Florencia obra de Filippo Brunelleschi 1421-1428

Ignacio Pardo Luzardo*
Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 25.02.2014
http://www.laprovincia.es/opinion/2014/02/25/obsolescencia-programada-educacion-espanola/592301.html

Todos creemos que cuando compramos un objeto, si lo tratamos de forma adecuada y hacemos el mantenimiento correcto del mismo,  nos durará muchísimo tiempo, salvo por una caída accidental o deterioro lógico por el uso. Hace tiempo tuve la oportunidad de ver un documental, sobre la importancia de la “obsolescencia programada” que se aplica a innumerables objetos y aparatos cotidianos, por no decir  a todos los bienes de consumo que  empleamos  los habitantes de este planeta y cuál fue mi sorpresa al averiguar, que la mayoría de los artículos que utilizamos,  tienen una caducidad programada y medida que viene ya marcada por los fabricantes mediante un sinfín de mecanismos, chips que hacen que una impresora deje de funcionar cuando se alcance el número de copias máximo asignado por el constructor, a pesar de estar en perfectas condiciones, cámaras de fotos digitales que tienen definidos un número máximo de disparos según modelos y marcas, lámparas con duraciones máximas de horas fijadas por la propia fábrica, tejidos para ropa con una calidad inferior para que dure solo una temporada, y un largo etcétera que nos quedaríamos asombrados de la realidad de aplicación de ese término que nos puede parecer tan extraño como es la “obsolescencia programada”.
Está claro que esa obsolescencia programada, hace que funcionemos bajo la máxima “comprar- tirar- comprar”, para que nuestro sistema productivo pueda seguir en movimiento, sin darnos cuenta que formamos parte de una cadena consumista, que las técnicas de marketing nos quieren hacer ver como una necesidad, para que todo fluya en el mismo sentido.
Nos crean necesidades superfluas para que sigamos manteniendo la máquina del consumo, los políticos y economistas insisten en que la única forma de salir de la crisis, es que hay que mejorar el sistema para que las clases medias vuelvan a consumir, y de esta forma, reactivar la economía, para hacer más de lo mismo, nos manejan a su antojo y nos conducen según sus necesidades. Generan las crisis cuando les interesa, y las prolongan hasta que los gobiernos  ceden a sus pretensiones, todo ello, en perjuicio siempre de la mayoría silenciosa de la población.
Sería deseable que las personas responsables de elaborar las legislaciones educativas, dejaran de aplicar el concepto de la obsolescencia programada,  puesto que ellos son conscientes que todo lo que hacen para su aplicación, saben perfectamente que tendrá un tiempo finito a corto plazo, pues responde a un programa electoral determinado, siguiendo las mismas políticas que hacen las industrias de bienes de consumo cuando diseñan sus productos, no crean para que duren el tiempo necesario de ver los frutos, sino para que provoque en el consumidor la necesidad de adquisición de un nuevo producto, es decir elaborar otra ley en la siguiente legislatura, que tape el parche anterior según su programa electoral.
Qué triste pensar que nos consideren como consumidores de educación y que no entiendan que los principios de la educación se basan en el diálogo y el consenso y que su fin trasciende a nosotros mismos.
¿Acaso no estamos viendo el reflejo en la población de las consecuencias de políticas educativas equivocadas a lo largo de estos años, en donde nos encontramos a un grupo muy importante de alumnos, por no decir la mayoría, que estudian exclusivamente para aprobar y otros, los menos que estudian para aprender?
Nadie ha pensado cuando se habla de educación en nuestro país, que realmente el problema no está exclusivamente en los alumnos, nos quejamos porque no les gusta estudiar, que a partir de una edad determinada, no quieren ir al colegio, cada vez les gusta menos leer libros, quizás deberíamos poner en tela de juicio todo el sistema educativo. Sir Ken Robinson, educador, escritor y Doctor por la Universidad de Londres dice: “el sistema educativo actual fue diseñado, concebido y estructurado para una era diferente. Fue concebido en la cultura intelectual de la Ilustración y en las circunstancias económicas de la Revolución Industrial de mediados del siglo XIX”.   Decía una compañera de trabajo, que si un profesor del siglo XIX se levantara de la tumba, estaría en su salsa, pues la metodología con matices, apenas había cambiado desde entonces.
Seth Godin empresario americano y uno de los teóricos de marketing más importantes del siglo XXI, en la misma línea que Sir Ken Robinson, se pregunta ¿para qué sirve el Colegio en la actualidad? ¿Está respondiendo el colegio a las nuevas exigencias de la sociedad? Godin explica que la escuela actual “enseña obediencia y que “somos productos de la era industrial”. Señala que el sistema educativo se forjó durante el siglo XIX, con lo cual “la intención no era capacitar a los alumnos del mañana, sino entrenar a la gente para que trabajara en fábricas”.  Afirma que lo que enseña el colegio es a “a comportarse, a ser sumiso y a encajar, a crear gente intercambiable, para convertirlos, a su vez, en consumidores”.
Creo que la forma de empezar a cambiar el sistema está en la base y esa es la Universidad, donde se forma a los profesionales de la docencia. La universidad española está sufriendo muchos cambios a raíz de la implantación del Plan  Bolonia en estos últimos años, pero el reflejo de esta transformación tendrá que manifestarse en las futuras generaciones que formen a nuestros alumnos, estos docentes universitarios ya tendrán que estar trabajando desde ahora en los nuevos métodos de enseñanza que se están exigiendo en los niveles no universitarios, y estudiando la forma de  mejorar los rendimientos en todas las carreras para llegar a la excelencia en la educación. Deberían de haber materias específicas en las carreras, para aquellos alumnos universitarios que quieran dedicarse a la docencia en los niveles de secundaria, no esperar como ocurre hoy en día, a que terminen su grado y tengan que hacer un Máster específico(lo que antes era el CAP) para poder impartir clases,  por lo que se debería diseñar un nuevo sistema de enseñanza en la universidad, para que esos futuros profesores sean los que apliquen de forma correcta las nuevas exigencias que nos están imponiendo desde Europa.
Los docentes de niveles no universitarios que estudiaron sus carreras con unas metodologías distintas a las exigidas, hoy están al pie del cañón dando lo máximo, día a día con los alumnos,   permanentemente reciclándose para  aplicar lo que le marcan las exigencias del BOE/BOC, siempre “a verlas venir” con el partido político que toque en la legislatura. Pero es que estos políticos ¿no se quieren dar cuenta, que estamos hablando de formar a personas, que educar no es hacer botellas de cristal en una fábrica, y que tenemos también entre todos la responsabilidad de educar a la juventud que dirigirá las riendas de España en el futuro?
Todos somos conscientes que nuestra permanencia física en la tierra es limitada en el tiempo, pero que nuestro sello cultural permanece en la sociedad a lo largo de generaciones, y ¿en qué consiste ese sello cultural?, pues en la transmisión de valores, conocimientos, formas de pensar y actuar, procedimientos y como no, en tener herramientas para planificar el futuro, con una meta muy clara que es alcanzar la felicidad. Concluyo con una frase de Immanuel Kant que sintetiza todo y dice: “El hombre no es más que lo que la educación hace de él”.


*Asesor-Gestor Educativo.

NOSOTROS, NO VIVIMOS POR ENCIMA DE NUESTRAS POSIBILIDADES.

La Calumnia de Apeles de Sandro Botticelli 1495

Ignacio Pardo Luzardo*
Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 04.02.2014
http://www.laprovincia.es/opinion/2014/02/04/vivimos-posibilidades/587750.html

Creo que muchos millones de españoles hasta la fecha, hemos vivido a tenor de la educación y los medios que nos dieron nuestros padres, jamás vi en mi entorno a nadie que en su forma de vida, hiciera ostentación de lo que no tenía y afectara al resto, y si eso ocurría, las repercusiones de forma individualizada tenían consecuencias a alguien en concreto, no a una colectividad.
Se nos enseñó a valorar el trabajo, la honestidad, la responsabilidad, el cumplimiento del deber, a rendir cuentas cuando finalizábamos una acción y  otros valores que se relacionaban con el mantenimiento de los pilares de una sociedad dentro de un sistema productivo, organizado en la aspiración hacia el Estado del Bienestar, y a que ya desde pequeño la sociedad tenía una estructura y todos formábamos parte de ese engranaje, sabíamos dónde estábamos, qué hacer para superarnos personal y laboralmente y cuáles eran nuestros límites, nos daba una seguridad de movimiento.
De repente en muy poco espacio de tiempo, se produce una convulsión en todos los sectores de la sociedad a raíz de una crisis económica propiciada por la banca, financieras, inmobiliarias y constructoras especuladoras, políticos ineptos y corruptos, que no supieron o no quisieron actuar de forma correcta en el momento adecuado, y ahora estamos en una situación lamentable, en donde lo más bonito que se puede decir es “virgencita, virgencita déjame como estoy”, porque la desgracia del desahucio, el desempleo o la disminución del salario, también puede tocar a tu puerta. Hemos llegado casi a perder la dignidad por mantenernos como estábamos, porque los derechos y mejoras sociales que antes teníamos se han quitado de un plumazo.
La educación que yo recibí y la de muchos millones de españoles no estaba orientada para pedir que se hicieran aeropuertos millonarios para estar cerrados, auditorios impresionantes realizados por arquitectos de renombre mundial que se caen, campeonatos de fórmula 1 o copas del mundo de vela ruinosas, proyectos costosísimos para perforar montañas sin sentido, ni palacios de congresos que son poco rentables por su escaso uso, tampoco pedimos exposiciones universales deficitarias, trenes de última generación carísimos y un largo etcétera, y en medio de todo ello, si veíamos como los que estaban próximos al poder, se llenaban los bolsillos y hacían grandes fortunas gracias a favores y regalos.
Pero la educación que recibimos, si pedía que mantuviéramos una sanidad universal en condiciones y sin restricciones, que nuestras familias y cualquier persona, pudiera ser atendida por personal cualificado  y que se le dispensara las medicinas sin contraprestaciones, que no tuvieran que esperar una eternidad para ser operado o visto por un especialista.
También nos inculcaba nuestra educación que el aprendizaje de todos los alumnos fuera evolucionando progresivamente hacia una excelencia educativa, atendiendo a todos de forma personalizada, pero en particular, a aquellos que tienen más dificultad para alcanzar los objetivos. Nos enseñaron que los niños debían tener una infancia feliz.
Hicieron hincapié en enseñarnos, que las personas con minusvalías fueran atendidas con la dignidad que se merecen, que no se les estuvieran escatimando los medios, ni las personas necesarias, porque iría en detrimento de su calidad de vida.
Es muy triste ver en lo que nos quieren convertir, después de haber pasado tanto a lo largo de estos años, ahora resulta que nos venden, que el asalariado tiene que apechugar con lo que venga, que si queremos que el país progrese, debemos hacernos autónomos, emprendedores y  empresarios, que tenemos que reinventarnos, que todo lo que habíamos hecho no sirve para nada, puesto que vivimos en un mundo globalizado, ahora hay que cambiar el chip, todos los nuevos puestos de trabajo son derivados de lo que se hace en el mundo anglosajón, ya no sabemos crear una especialización y estas, son tan concretas, que ahora no sabes cómo afrontarlas.
Se han empeñado en sacarnos de nuestro ámbito local, porque ahora tenemos que deslocalizarnos por la globalización que nos está tocando vivir, hasta miembros de gobierno recomiendan que busquemos trabajo fuera de España, porque aquí está muy complicado, nadie tiene asegurado su puesto de trabajo por indicación de la OCDE y de la UE, que han sido las que han pedido que se modifiquen las legislaciones para llegar a este punto, a través de los gurús que nos marcan las pautas de nuestras vidas. ¿Dónde están aquellas luchas sociales que reivindicaban mejorar las condiciones del ser humano?
Ahora nos dicen que esto no es una crisis, que responde más a un cambio de ciclo histórico, que estamos viviendo un cambio radical, como lo fue en su momento la Revolución Industrial en el siglo XVIII o el Neolítico con la agricultura y que tendremos que adaptarnos a los nuevos tiempos. Nos dicen que entramos en una nueva era, donde el conocimiento y la información tendrán más trascendencia que la fuerza física y la capacidad productiva.
Hay quien dice que la felicidad se define, en algo tan sencillo como la ausencia de miedos, pero ¿quién no tiene miedo de algo en el momento actual?, miedo por el futuro de nuestros hijos, miedo por ver como se derrumba todo alrededor, miedo por ver como el entorno se deteriora y nadie hace nada. ¿Qué felicidad podremos alcanzar?
En medio de todo este caos, que los docentes y las familias intenten inculcar a los jóvenes en estos momentos tan difíciles, la importancia de poseer unos estudios y una cualificación para tener garantizado un puesto de trabajo, es muy complicado, sobre todo, cuando diariamente te  están bombardeando con datos y declaraciones de lo mal que está todo, y que tendrá que pasar más de una década para que la situación laboral mejore, lo triste es que ya solo se habla de mejoras laborales, parece que nos hemos olvidado de cara al futuro del resto de las mejoras en nuestra sociedad.
Pero la realidad es que en medio de todo esto, el que no esté preparado, no conseguirá alcanzar las metas que se proponga. Ojalá volvamos a soñar que la sociedad precise además de científicos, matemáticos, ingenieros, arquitectos, economistas, etc., también necesitemos de filósofos, músicos, diseñadores, artistas, literatos, historiadores, filólogos, biólogos, maestros, etc.
Para terminar, yo, sinceramente, insisto en que la mayoría silenciosa, no vivimos por encima de nuestras posibilidades, como dicen ahora los políticos y contertulios en distintos medios de comunicación, para encontrarnos hoy donde estamos.


*Asesor-Gestor Educativo.

PISA, MOTOR DE LA EDUCACIÓN EN ESPAÑA

La sonrisa de alas flameantes obra de Joan Miró 1953



Ignacio Pardo Luzardo*
Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 26.01.2014
http://www.laprovincia.es/opinion/2014/01/26/pisa-motor-educacion-espana/585986.html

En España, en el campo de la Educación como en tantos otros, las decisiones políticas funcionan por el efecto acción- reacción  es decir, a base golpes y equivocaciones que intentamos enmendar tomando medidas que no son preventivas, sino curativas, por lo que el cuerpo de la misma, está lleno de cicatrices externas visibles, debido a la cantidad de malas o inadecuadas intervenciones que se han realizado a los largo de los años gracias a políticos visionarios exclusivamente partidistas, sin pensar en las necesidades reales y sin tener en cuenta de forma responsable y coherente  el presente y el futuro de las generaciones de jóvenes y adultos.

En estos últimos años cuando se habla de educación, da la sensación que estamos obsesionados por las comparativas, cuando no es de la OCDE, es del Estado, o de la Comunidad Autónoma, de la provincia, de propio colegio, hasta  del aula, parece como si nuestra única meta fuera generar propuestas competitivas para mejorar o igualar resultados con los otros iguales, no se analizan las peculiaridades de los países, de las regiones, en resumidas cuentas de las personas, solo interesan los números, porque estamos dentro de una globalización, y si queremos que funcionen todas las piezas del engranaje de esa gran máquina que es la globalización económica, para que estén en sintonía a unos intereses concretos a nivel mundial, hay que cuantificar para corregir desajustes. Los Estados tienen que ajustarse a las exigencias fijadas por las organizaciones supranacionales, sin importarle las consecuencias que las medidas tienen para los habitantes del país, porque ellos son los que piensan por nosotros.
El catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de A Coruña D. Jurjo Torres, señala que la OCDE es el Ministerio de Educación del planeta tierra, indicando que cualquier documento que elabora en ese ámbito, como en tantos otros, casi todos los países del mundo lo asumen como propio. Sin ir más lejos, la  OCDE ha recomendado que en las próximas pruebas PISA se añada un nuevo apartado a evaluar, consistente en qué conocimientos de finanzas  posean los alumnos.
No se habla de globalización cultural, social o solidaria, sino productiva y mercantilista, nos dicen que tenemos que aplicar medidas correctoras en la economía, en las costumbres, nos dicen que tenemos que imitar otros modelos de vida, porque el nuestro está caduco, tenemos que abrirnos a otros idiomas por relaciones puramente económicas, llegando a perder nuestra idiosincrasia por imitar patrones externos. Hemos perdido la poca soberanía que teníamos en temas trascendentes, da la sensación que funcionamos solamente, porque lo dice el poderoso y que si no lo hacemos, nos amenaza con consecuencias graves para la economía del país y por ende a sus ciudadanos. Hay quienes asumen que lo que dicen en el extranjero sobre nosotros, es palabra de Dios y que hay que cumplirlo a pies juntilla, porque estamos en un mundo globalizado.
Mi pregunta ante los resultados de los informes PISA, es que si a la largo de todos estos años, que hemos tenido la misma ley de educación para todas las Comunidades Autónomas, ¿porqué los resultados de todas las autonomías son tan dispares?, seguramente habrá que analizarlos y tener en cuenta otros factores que no sean puramente academicistas, como son los elementos estructurales, sociales, económicos, etc. que incidirán y  se añadirán al estudio de los motivos de los resultados de las pruebas, que se han aplicado en todo el Estado español.
Hay una evidencia que nadie niega, y es que tenemos lo que tenemos, porque lo hemos hecho nosotros, no podemos echar culpas a nadie. Lo que no se puede hacer es que cuando se piden responsabilidades por resultados, por la mala gestión o la toma de decisiones inadecuadas, se utiliza la técnica del ventilador y salpican la porquería para diluir las culpas, nadie asume que lo ha hecho mal, porque eso supone que a lo mejor tiene que dimitir y eso está mal visto en este país.
En estos últimos años, con las distintas leyes orgánicas de educación hemos estado copiando y adaptado otros modelos educativos como si fuera un corta y pega, y no se ha acudido jamás a la base, a los docentes  y equipos pedagógicos que están día a día viviendo la realidad educativa, seguramente nos sorprenderíamos si dejáramos a los profesionales y no a los políticos hacer lo que saben hacer.
Fijar patrones y modelos que no están interiorizados en la sociedad, quizás sea ir contracorriente. Esto es como la pescadilla que se muerde la cola, si no se cambian los modelos a seguir, no se podrán cambiar las aspiraciones de la sociedad.
¿Por qué otros países funcionan mejor en el ámbito de la educación que nosotros?, pues muy sencillo, porque están mejor organizados y con las ideas claras de hacia dónde se  quiere llegar en su conjunto, no es cuestión de crear un sistema que favorezca una rama del conocimiento en detrimento de las demás, ni de estar mirándose el ombligo permanentemente, sino en equilibrar los conocimientos y destrezas necesarias para lograr subsistir y mejorar la calidad de vida de la sociedad que nos ha tocado vivir, en definitiva lograr disfrutar de la educación para hacernos avanzar y ser más felices, como decía Nelson Mandela: “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.



*Asesor-Gestor Educativo.

EN ALGO NOS HEMOS EQUIVOCADO


Ignacio Pardo Luzardo*

Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 18.12.2013
http://www.laprovincia.es/opinion/2013/12/18/hemos-equivocado/578567.html


Hace días una vecina, profesora de un colegio público, me comentaba apesadumbrada que una alumna suya del segundo ciclo de la ESO la había llamado cabrona por quitarle un papel que le había pasado la compañera mientras explicaba en clase, al escucharlo la docente le pidió que rectificase y esta no lo hizo,  luego ante su tutor  negó dicho insulto dejando a la profesora como mentirosa, aunque no se puede generalizar, con este pequeño ejemplo y otros muchos que podremos conocer por personas cercanas  al mundo educativo, y a otros ámbitos de la sociedad, nos indican un poco como están respondiendo ante situaciones cotidianas en el aula y en la calle un porcentaje importante de jóvenes.
Visto ese ejemplo y otros más en situaciones distintas, yo me pregunto en voz alta que en algo nos hemos equivocado los adultos en estas últimas décadas con la forma de preparar y educar a las nuevas generaciones de jóvenes que se han estado incorporando a la sociedad que les hemos dejado y que por otro lado, no  hemos sabido transmitirles ni hacerles ver la necesidad de tener interiorizado una serie de valores mínimos necesarios que les ayuden para poder desenvolverse en una convivencia pacífica, respetando valores comunes,  sin el sello específico de ninguna  ideología que les permita convivir en libertad y democracia, valores tales como la solidaridad, el respeto a los demás y a sí  mismo, la familia, la igualdad, la responsabilidad, el trabajo bien hecho, el respeto a lo ajeno, el esfuerzo personal, la puntualidad, la generosidad, la ayuda al prójimo, etc.…
Ellos tendrán su parte de responsabilidad, pero mucho más quienes les han estado acompañando durante todos estos años y no han sabido atajar a tiempo las conductas, gestos, formas de actuar inadecuadas por no saber, por no querer o por dejar hacer.
Innumerables encuestas se han publicado y personas especializadas han realizado estudios pormenorizados sobre los comportamientos y  las conductas que están presentando muchos jóvenes respecto a ellos mismos y  a su entorno más cercano como puedan ser su familia, amigos y resto de la sociedad y ¿qué se ha conseguido?..., muy poco o nada, pues la solución no está solamente con tratar un vértice del triángulo, o en esperar a que maduren para que se den cuenta de las necesidades reales ¿qué ha hecho la familia?, ¿qué  ha hecho la sociedad con todos sus instrumentos a disposición?¿qué modelo les hemos transmitido?.

Repercusiones de los cambios en la juventud

Siguen pasando los años e innumerables son las propuestas para erradicar o corregir las conductas inadecuadas y con todas las alternativas propuestas al respecto de la problemática, no se ha avanzado en la necesaria toma de conciencia de la realidad y sentido común, que no tiene que ver con la madurez de la persona, sino con la necesidad de tener claro lo que consideramos que es lo correcto y lo incorrecto.
Muchos son los motivos imputables a esta situación de caos aparentemente generalizado con innumerables aspectos que son competencia de varios sectores,  entre otros y de forma crucial por la sociedad que ha fijado patrones equivocados como modelos.
Los jóvenes no asumen determinados valores tradicionales, por considerarse ellos mismos creadores de sus propios valores sin consistencia real de futuro  al considerarse ellos autosuficientes,  porque quizás han visto una falta  de implicación de la sociedad, de sus instituciones, de las familias y de los  responsables en la formación, en resumidas cuentas, por todos los que les rodeamos.  
A pesar de intentar corregir la situación descrita con normas impuestas desde los organismos oficiales, con medidas que han sido exclusivamente coercitivas, está claro que estas leyes han sido un fracaso y no han conseguido llegar a la raíz de la cuestión para que los protagonistas a los que van dirigidas dichas leyes sean capaces de llegar a una reflexión crítica y positiva, que les ayude a interiorizar unas actuaciones responsables en la sociedad que le ha tocado vivir y se pueda llegar a modificar su conducta. La cuestión no es tanto de legislar, sino de asumir la necesidad de una puesta en común de toda la sociedad para los aspectos más simples que están relacionados con el día a día de nuestras relaciones humanas. Hay que humanizar nuestras relaciones, este sistema de vida que estamos llevando tan vertiginoso, nos ha hecho frío en el trato, distante en las conversaciones, desconfiados con todo y por todo.
Está claro que lo que llamamos madurez de la persona determinará que a partir de la autocrítica pueda existir una propuesta personal de cambio,  pero al mismo tiempo observamos como en la actualidad  hemos creado generaciones desfasadas de la realidad excesivamente ancladas en el aspecto material, bastante hedonistas, en donde sus prioridades son el poseer y disfrutar sin recoger los frutos de un trabajo con sacrificio.
Pero ¿qué es lo que les ha tocado vivir hasta la fecha a estos jóvenes?, pues han estado viendo una sociedad que no era real, en donde se accedía fácilmente a servicios y bienes porque daban facilidades para ello, sin pensar realmente si esa estructura de bienestar material ficticio se podía mantener en el tiempo, generando unas expectativas falsas de que todo vale, se les transmitía de forma directa o indirectamente que total si algo público se rompe o se estropea, se pone otro nuevo, a fin de cuentas, mi familia con sus impuestos lo paga.
Independientemente de la mala situación económica que estamos viviendo en estos últimos años, en estos momentos todo lo que nos está ocurriendo de recortes, precariedad, austeridad, etc…, ha ayudado para quitarnos la venda que teníamos en los ojos de forma violenta, rompiendo burbujas, bañeras, cuarto de baño y todo lo que giraba en torno a ese “Estado del Bienestar” que tanto soñamos y nos ilusionaron con ello, pero que no supimos reconducir ni mantener, y utilizo la primera persona del plural, porque mantuvimos a los responsables de este desastre, con puro conocimiento,  ya que nos dedicamos a mirar para otro lado cuando las cosas estaban mal a sabiendas sin poner remedio y ahora nos toca afrontar la realidad, una realidad muy dura, no para todos igual, pero dura.

Trascendencia de la familia en el proceso educativo

Tenemos que analizar el papel de muchas familias que con un planteamiento erróneo han evitado a sus hijos información necesaria de las necesidades de la familia,  ahorrando las responsabilidades propias de cada edad, no han sabido enseñar  el sufrimiento del sacrificio y el esfuerzo, porque consideraban que era innecesario para comprender decisiones familiares. Se pensaba que siempre iba a ser todo de color de rosa y como consecuencia de ello, hemos creado a personas que tienen miedo al fracaso, con bajo nivel de frustración, que tienen muy bajo el espíritu de superación ante cualquier contratiempo y eso les ha generado frustración y como consecuencia,  abandonar proyectos por no poder ver alternativas, si además ese sacrificio suponía un esfuerzo personal adicional.
Una parte importante de jóvenes están acostumbrados a que se le solucionen todo y por eso se quejan de todo y por todo, cuando suspenden un examen o no han conseguido mantener un puesto de trabajo la culpa es de los demás, no son capaces de asumir su posible fracaso o incompetencia y como consecuencia de ello,  su nivel de frustración es mínimo y eso genera infelicidad e insatisfacción personal y lo peor es que no saben qué hacer para corregir esa hecatombe y si lo saben les cuesta ponerse a andar porque supone un sobreesfuerzo al que no están acostumbrados.
Muchas veces son las propias familias las que ocultan situaciones reales conflictivas a sus hijos para evitar los malos momentos del día a día familiar, tapando problemas económicos, generando una burbuja de irrealidad tan grande, que han perdido una parte importante del camino que tendrán que volver a andar, pero con más años y con la mochila cargada de frustraciones innecesarias. 
Vemos que en la actualidad existe un porcentaje de familias desestructuradas y otras cuyos proyectos de vida son el día a día y en ese día no está el escuchar lo que piensa y hace su hijo, porque ya desde edades tempranas vemos como hay padres por ejemplo que no son capaces de aguantar una pataleta del niño y que para evitarla ceden y otorgan el antojo, no tienen ni las herramientas, ni los conocimientos para corregir sobre la marcha una respuesta inadecuada y malsonante por parte del hijo, el no reprender comportamientos nocivos y agresivos de sus hijos y que puedan repercutir en los que le rodean, todo eso a la larga pasa factura y por desgracia, siempre a pagar.
Quizás esté confiando en demasía de la capacidad individual de un joven, que ha partido de una realidad equivocada, cuyo modelo social es nulo o erróneo para las metas que se pretenden perseguir. Un grupo importante de los mismos, carece de modelos válidos a seguir, fijándose exclusivamente en los estereotipos equivocados y que se reflejan en los medios de comunicación.
Oímos hablar de niños emperadores, de niños acosadores con los iguales, con sus padres o con sus profesores, oímos hablar de estadísticas que nos muestran los porcentajes cada vez más altos de jóvenes que apoyan la pena de muerte y justifican la violencia sexista, de embarazos prematuros a pesar de tener toda la información y medios para evitarlos al alcance.

¿Ayuda realmente la sociedad y el sistema a educar?

Vivimos en una sociedad en la que cada vez se invierte más en educación con la finalidad de conseguir perpetuar de forma óptima la especie mejorando la calidad de vida y vemos que el efecto real de esos gastos es el contrario, dejemos de echar las culpas a un cabeza de turco, los culpables somos todos, pues no hemos dado la importancia real a la participación en este proceso, cualquier medida que se intente aplicar, será un fracaso si no se  llega a un consenso y compromiso de aplicación por parte de todos (Estado, familia, sociedad, educadores, etc…).
No voy a entrar de forma pormenorizada en los niveles mínimos de conocimiento y cultura general que manifiestan los datos conocidos, pues la forma de cómo debía repercutir la adquisición de conocimientos en beneficio personal supone al fin y al cabo la consecuencia de un trabajo personal y memorístico y en estos momentos para ese gran grupo de jóvenes no es del interés personal como debiera ser, por tener aferrados modelos erróneos.
No es del todo justo echar la culpa a los jóvenes de los bajos niveles e intereses culturales y del poco interés por aprender, vuelvo a repetir que algo hemos hecho mal los adultos, cuando no hemos conseguido engancharlos a ese carro del conocimiento y madurez necesaria para que ellos mismos puedan desenvolverse.

¿Siguen siendo los padres referentes para sus hijos?

Cuando nacieron nuestros hijos, a ningún padre nos entregaron un manual de funcionamiento de lo que debíamos y no debíamos hacer en la educación de nuestros hijos, nuestros referentes educativos fueron nuestros padres, que con sus virtudes y sus defectos nos enseñaron a caminar por el mundo y de todas esas experiencias vividas en la familia tomamos unas cosas y otras las desechamos por no estar de acuerdo y a partir de ahí aplicamos el sentido común que teníamos cada uno, que  por supuesto es tan dispar como personas  existen en este planeta y por eso en gran medida nos está pasando, que cada uno educa a su hijo mirando para el lado que quiere, o tapándole los ojos para evitar cualquier complicación momentánea, sin tener en cuenta las repercusiones de futuro con la dejación de decisiones adecuadas.
Nosotros vamos a ser el referente para que nuestros hijos eduquen a nuestros nietos, ¿estamos haciendo lo correcto?, esa es una pregunta que dejo en el aire, para que cada uno la reflexione en casa y piense si la hoja de ruta que se ha fijado es la correcta para él y para el futuro de sus hijos. Los seres humanos somos imitadores por naturaleza, en unas edades más que en otras.
Es inimaginable la ascendencia que ejercemos los padres sobre nuestros hijos sin darnos cuenta, en el ámbito educativo como decía un compañero de trabajo refiriéndose a los alumnos “los hijos de tigre salen rayados”, todo esto tiene relación con la importancia e influencia que tiene la familia y el día a día con los hijos, los niños reflejarán la forma de vivir, los ejemplos, las aficiones, los defectos, las virtudes, las tendencias y hasta los gustos, aunque ya en edades adultas podamos crear nuestras propias formas de vida.
En el entorno familiar se va creando a la persona que será en el futuro, si nos equivocamos o hacemos dejación de nuestras responsabilidades las consecuencias se verán a largo plazo. En la educación de nuestros hijos no existen recetas mágicas, pues lo que para uno puede servir, para otro tiene el efecto contrario. Cada uno escribe su propio libro con una intensidad acorde a la voluntad, sentido de responsabilidad y formación que tenga.

Replanteamiento de los modelos de convivencia

Hace falta que eduquemos a nuestros hijos en la austeridad y que aprendan a valorar lo que cuesta conseguir las cosas en general en el día a día, estar en pié y ser feliz, eso no significa tener un planteamiento conservador, simplemente disfrutar del presente planificando el futuro, teniendo en cuenta los fallos del pasado para no repetirlos.
Como decía Arturo Pérez Reverte en una entrevista que le hizo Jordi Évole en el programa “Salvados”, “hay que hacerles ver a los jóvenes, que el mundo es un lugar peligroso”  y se tienen que adquirir las herramientas para superarlo,  hay que estar preparado para mejorarlo.
Hay que enseñarles a ser conscientes de su propia realidad y de los límites reales a los que tiene que enfrentarse, para que busquen las soluciones que signifiquen sobreponerse a la adversidad y de esa experiencia hacerla un aprendizaje de lo que tiene que hacer.
Hay una página web de gastronomía en internet que se llama  www.somosloquecomemos.org y ese encabezamiento me hizo reflexionar que verdaderamente el nombre de esa web, se puede ampliar a “somos lo que vivimos”. Mis acciones y pensamientos en la actualidad son consecuencia de todas mis experiencias y conocimientos adquiridos, por lo que si no vivimos en cada momento lo que corresponde, estamos dejando de percibir esa enseñanza necesaria que ayudará a forjar nuestra forma de ser y pensar que me ayudará a tomar las decisiones adecuadas en cada momento.
Al igual que ocurre en los equipos de trabajo, en donde todos luchan por una misma meta para conseguir el mismo objetivo,  deberíamos ponernos de acuerdo para unificar conductas de comportamientos comunes en las que  respetando los caracteres de cada uno, podamos partir de una premisa general sobre enseñar lo que está bien y lo que está mal, al margen de las ideologías.  Hay que  decir en voz alta que todos necesitamos un repaso de lo que se tiene que hacer para educar correctamente a nuestros hijos, todos creemos que lo hacemos perfectamente y no es así, al margen de los niveles adquisitivos y culturales de cada uno, nos estamos perdiendo en la parte alta de la montaña, sin ver como se formó la misma, que si esa montaña no tiene una base fuerte que se sustente, cae con el paso de cualquier fenómeno adverso de la naturaleza.
Parece que tengamos miedo a decir las cosas por su nombre y que marcar pautas de funcionamiento en una sociedad democrática como la que vivimos es ir contracorriente, hay que decirlo en voz alta ¡TODO NO VALE!, y como todo no vale tenemos que volver a señalar las cosas como deben hacerse para que podamos convivir mejor, que es lo que realmente pretendemos. Quizás deberíamos aprovechar esta situación general de crisis para cambiar de forma radical los principios educativos de la sociedad, porque la mentalidad no puede ser volver a los patrones equivocados del pasado, eso generará un bucle permanente de crisis de valores.
Vivimos en otro escenario muy distinto a épocas anteriores, durante la dictadura se luchó para conseguir una sociedad más justa, libre, plural, en donde prevaleciera el estado de derecho al margen de las arbitrariedades individuales y como meta llegar al “Estado del Bienestar”, pero esto no significa que se tenga la idea que se pueda hacer un uso inadecuado de las conquistas alcanzadas y que se piense que todo es de todos y por ello yo hago lo que quiero y cuando quiero, algunos piensan incluso que por ser elegido tienen más privilegios y prebendas que el otro y de ahí viene la corrupción, la desigualdad, la injusticia, la insolidaridad etc..
La ciudadanía está contemplando como la autoridad muchas veces mira para el lado contario para no reprender, por no sentirse apoyada ni legal, ni judicialmente, los que delinquen quedan impunes, los que matan y roban, cumplen sus condenas limitadas y a la calle. ¿Es esto que estamos viviendo por lo que luchamos durante tantos años? ¿Es este el futuro que queremos para las generaciones venideras? ¿Estamos haciendo realmente la España que queremos para nuestros hijos o la que nos dejan hacer?
Soy consciente que en este artículo hay tantas cosas que reflexionar, que daría pie a crear debates individuales de cada párrafo o renglón y por supuesto con posturas encontradas, pero que a través del dialogo se pueda llegar a una entente cordiale sobre todo porque nos estamos jugando tantas cosas, que no hacer un alto en el camino y ver cuál es el destino que tengo que elegir puede originar un retroceso tan grande que sería una lástima perder todo lo andado.

*Asesor y Consultor Educativo.