viernes, 30 de mayo de 2014

LOS ALUMNOS Y LAS ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO

Detalle del cortejo de los Reyes Magos obra de Benozzo Gozzoli entre 1459 - 1461


http://www.laprovincia.es/opinion/2014/05/30/alumnos-elecciones-parlamento-europeo/611665.html

Ignacio Pardo Luzardo*

La verdad es que los docentes de secundaria hemos perdido una oportunidad de oro para poder enseñar a nuestros alumnos en qué consistía la famosa “fiesta de la democracia” con las elecciones del pasado 25 de mayo al Parlamento Europeo, a través de todas las herramientas que se ponen a disposición de los candidatos para que los chicos comprueben a través de los debates públicos y las propuestas de cada partido político para afrontar la próxima legislatura en la eurocámara, haciendo que estos futuros electores pudieran aprender de los adultos que pretenden obtener un escaño en la institución supranacional más importante de nuestro continente y resulta que toda la documentación que se ha visto, leído y escuchado de los candidatos y sus formaciones en el aula, se podría resumir en aquello de “y tú más”, echándose en cara cosas que todos los españoles sabemos antes de que se convocaran estas y las próximas elecciones.

Si decimos siempre que los alumnos tienen que aprender de los modelos que les transmitimos los adultos, pues sinceramente ahora los políticos dan una muestra de que están al día en los programas de reality show, sin mostrar a sus electores lo que realmente quieren hacer con nuestros votos y los compromisos reales a los que se someten cuando alcancen su escaño en Bruselas y Estrasburgo.

A un alumno adolescente, en los tiempos que vivimos, no se le puede enseñar solamente que cada x años una serie de personas quieren presentarse a un Parlamento, si no hay unas propuestas que representen a la ciudadanía con la intención de solucionar o mejorar nuestra calidad de vida. Tengo que enseñarles que si la democracia es el sistema menos malo de los sistemas políticos como decía Sir Winston Churchill, porque entendía entre otras cosas, que un partido independientemente de su tendencia y valores, si tenía el apoyo de las urnas, podía hacer a su antojo con el país lo que quisiera. También tengo que hacerles ver lo que representa de forma objetiva cada partido político, pero la verdad es que ellos quieren más y no han nacido ayer, para darse cuenta que si bien el sistema puede mejorarse, a ellos no les sirve que los mismos que han originado toda esta debacle social, económica y política, ahora vengan como candidatos salvadores de la patria, señalando que ellos están libres de pecado y poseen la piedra filosofal que todo lo arregla.

Mis alumnos no son ciegos, ni mudos, ni sordos y han visto todo lo que está aconteciendo y por desgracia muchos están viviendo en carne propia, que sus padres o alguien cercano a la familia, está sufriendo los contratiempos originados por las malas decisiones de políticos que han sido los gestores de la confianza que el pueblo depositó en ellos en su momento con su elección a la institución que correspondiera.

También se preguntan si realmente vale la pena votar, porque ellos dicen, que salga quien salga, esto va seguir igual, y que los perjudicados van a seguir siendo los de siempre. Por mucho que yo quiera hacer de abogado del diablo, con argumentos que intentan paliar esa visión tan negativa de los políticos y de los partidos que los sustentan, ellos que no son tontos, porque ven cada día lo que está ocurriendo a su alrededor, les gustaría que todo fuera de otra forma y son conscientes, que para poder cambiar lo que ellos consideran como un desastre, tienen que estar preparados para ponerse manos a la obra y que con las próximas generaciones comencemos a ver una auténtica regeneración democrática, con personas honestas y sinceras que realmente piensen y actúen en las personas que les votaron. Ellos son conscientes que lo importante es votar, aunque se equivoquen, puesto que son partidarios de aquella máxima que dice “prefiero arrepentirme de algo que haya hecho, que de algo que no haya hecho”, porque piensan que de lo contrario están perdiendo la oportunidad que nos brindan para elegir a lo que queremos, y no a los que se puedan beneficiar con el voto en blanco o con la abstención.

Mis queridos alumnos están mirándonos muy de cerca lo que estamos haciendo y anotando en el cuaderno del debe y el haber todas aquellas actuaciones o medidas que van a hipotecar su futuro de una manera tan drástica, que aquella calidad de vida que disfrutaron cuando eran niños, son conscientes que no podrán dársela a sus hijos cuando ellos tengan familia.

Sinceramente a veces pienso que ayudarles a educarles tanto en un entorno de análisis crítico tiene sus efectos positivos, pero también origina una postura de insatisfacción lógica por la edad y por los momentos que están viviendo, y que saben que en los próximos años la situación general no estará mejor que la actual, a pesar de que haya algunos iluminados que digan, que ahora la gente en la calle está más alegre que hace meses.

*Asesor-Gestor Educativo

Atardecer desde la playa de Las Canteras

domingo, 11 de mayo de 2014

PAPEL DE LAS FAMILIAS EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS.

El paria de Sandro Botticelli 1496





Ignacio Pardo Luzardo.*




http://www.laprovincia.es/opinion/2014/05/11/papel-familias-educacion-hijos/607595.html

Muchas son las personas con hijos, que cuando se habla de definir qué hacer y a quién corresponde actuar en cada momento, les gusta decir siempre lo que tienen que hacer los demás, pero no analizan su actuación sobre los hechos concretos que le atañen a él directamente. Pues algo muy parecido ocurre con el papel que hasta la fecha están haciendo muchas familias con la educación de sus hijos, les gusta opinar, pero no implicarse realmente en el proceso educativo porque es muy cansado y duro tener que estar día a día manteniendo el tipo, escuchando y dialogando con los hijos, dar ejemplo en casa y fuera de ella, pues las conductas que les pedimos a nuestros hijos no pueden ser las que nosotros no hacemos, nuestros hijos nos imitan, para lo bueno y también para lo malo, no podemos, ni debemos reprocharles las cosas que los padres no hacemos, somos padres las 24 horas del día, durante los 365 días del año y no hay vacaciones, hasta cuando nos vamos a la cama están en nuestra cabeza, se convierten en nuestra razón de ser.

Para educar a un hijo, no hace falta tener un máster, ni tener grandes estudios y carreras, es mucho más sencillo que todo eso, hay que querer a tus hijos, sabiendo en todo momento quien es quien y no confundir los papeles, un padre o madre jamás será un colega del hijo, podrá tener un alto grado de confianza si lo ha logrado trabajar desde pequeño, pero nunca será su amigo, el hijo tendrá los amigos entre iguales que es lo normal, el padre o madre le pedirá al hijo que cumpla unas normas de funcionamiento dentro de la familia como son el respeto, la higiene personal, horarios, orden, estudios, limpieza, colaborar en las tareas de la casa, etc., que un amigo jamás le pediría.

Hay que enseñar a las familias para que sus hijos vivan las edades que tienen, si les toca jugar, pues llevarlos a parques o actividades fuera del colegio para que su hijo se relacione con niños de su edad, a veces por la comodidad de los adultos, tenemos a nuestros hijos cada vez que salen de casa metidos en tiendas, grandes superficies y espacios donde los niños lo único que van a aprender es a no desarrollarse como debiera, los padres tienen que aprender a organizar su tiempo, para que sus hijos puedan disfrutar de una infancia adecuada a su edad, no pasa nada si un día toca ir de compras en familia, porque también tiene que aprender que las cosas que hay en casa, no vienen del cielo, pero no debemos supeditarlos exclusivamente a nuestras necesidades de adultos, ellos tienen las suyas. Cuando son pequeños, hay quien pueda argumentar que la climatología marca las salidas de los hijos para ir a jugar al parque o a pasear, yo me pregunto ¿qué ocurre en la península, o en los países del norte de Europa cuando es invierno? ¿los niños no salen a la calle?, los niños por supuesto que si salen, pero acondicionados. Cuando los niños eran pequeños, recuerdo que la pediatra me decía: “si tu tienes frío, tu hijo tiene frío pues abrígalo, y si tu tienes calor, tu hijo tendrá calor pon la ropa adecuada”.

Educar a un hijo le tiene que suponer a un padre saber decir no, aun sabiendo que puede darlo o ceder a la petición y eso puede doler al padre o la madre, pero tiene que ser consciente que una negativa a cosas que no son vitales (alimento, enfermedad y necesidad) es una forma de educar y ayudarle a aprender, a no sentirse frustrado por no tener todo lo que el hijo pide en cualquier momento y que aprenda, porque sus amigos le dirán también que no y que cuando crezca, habrá cosas que la sociedad o el entorno le negarán, teniendo que buscar alternativas constructivas positivas y erradicando la frustración por escuchar un ¡no! y sustituyéndolo por la búsqueda de nuevos proyectos y aprendiendo de los errores.

Hace años escuché decir que para educar a un hijo hacían falta tres cosas, la primera era quererlo con locura, la segunda era tener autoridad (no autoritarismo) y la tercera fijar los límites propios para cada edad, no iban muy desencaminados, pues con esos tres principios adaptados a cada familia, tenemos la base de una educación familiar en la que los niños saben a lo que atenerse desde el principio, sin ambigüedades de cara a su educación familiar.

Está claro que las ayudas a los hijos por parte de la familia las marcan las edades, puesto que el primer objetivo que debemos tener claro hacia ellos, es fomentar la autonomía de los hijos, que posean las herramientas, madurez y destrezas necesarias para que aprendan a desenvolverse y de paso, potenciar la creatividad.

Si estamos permanentemente encima de ellos, no los vamos a dejar que desarrollen su capacidad de autoestima mediante el trabajo personal y tampoco les enseñamos a que aprendan de sus errores cuando se equivocan. Da la impresión por lo que vemos hoy en día, que a los padres nos da miedo o pena que se hagan mayores y les evitamos que hagan cosas que les corresponde hacer por la edad y de esta manera prolongamos inadecuadamente su infancia, para hacerlos de alguna manera más dependientes de los progenitores, lo triste es que no nos damos cuenta que cada niño debe vivir su momento cuando le corresponde, de lo contrario es ir contra natura y a contracorriente.

A veces, vemos como somos los padres los que malcriamos a nuestros hijos por un exceso de mimo, no de cariño, porque el cariño mal entendido lleva a la sobreprotección y no permite que el niño viva sus propias experiencias, y como no sus equivocaciones y que pueda acudir a los padres lamentándose y estos le orientan para que en el siguiente intento, el niño por sus medios pueda superar el reto o prueba a la que se ha sometido. No estoy pidiendo que seamos fríos y distantes ante nuestros hijos, solo que se les enseñe a madurar de forma natural entre iguales, que juegue con otros niños, que discutan entre ellos y que aprendan a socializarse para que desarrollen habilidades sociales.

No por mucho que queramos los adultos que nuestros hijos hagan lo que queremos, lo van a hacer, también los padres tienen que aprender a dar las instrucciones sin perder los papeles, ni histerias. Nunca se han preguntado, ¿porque sus hijos en el colegio obedecen a las instrucciones del tutor, se comen todo lo que le ponen, aprenden a estar en silencio cuando corresponde, cumplen las normas de funcionamiento del Colegio y de repente cuando llegan a casa se transforman en gremlins sin orden, ni concierto?, tendríamos que reflexionar sobre eso, para ver en qué nos estamos equivocando. A veces es sorprendente ver como las familias, se extrañan en las reuniones de tutoría del colegio con los profesores, cuando les comentan lo que hace o deja de hacer su hijo, pues los padres están acostumbrados a un cliché unilateral del niño en la casa familiar y desconocen lo que hace su hijo entre iguales.


*Asesor-Gestor Educativo. (http://asesoreseducativoscanarios.blogspot.com.es/)

Corto Maltés dibujado por Hugo Pratt

lunes, 5 de mayo de 2014

¿SABEMOS ENSEÑAR UN USO ADECUADO DEL MÓVIL?

Los jugadores de cartas obra de Caravaggio 1594





Ignacio Pardo Luzardo*

http://www.laprovincia.es/opinion/2014/05/05/ensenar-adecuado-movil/606308.html

Hace días pudimos contemplar todos los españoles por los medios de comunicación, un fragmento del debate que se produjo en el Congreso de los Diputados, cuando un representante elegido por los ciudadanos de Cataluña, se dirigía al Presidente y a la Vicepresidenta del gobierno español reclamando su atención, porque ambos estaban hablando por el móvil, sin hacer el menor caso de lo que el diputado tenía que decir a la máxima autoridad del gobierno de la nación. Lo triste es que esa escena que vimos, era un poco el reflejo de lo que hoy se está viviendo de forma generalizada en cualquier sitio de los diferentes ámbitos de nuestra sociedad.

Nadie pensaba hace más de 20 años, que aquél instrumento que nos permitía movernos sin necesidad del cable, nos iba a hacer tan dependiente de las nuevas tecnologías en todos los ámbitos de la vida y que afectaría a todos los estamentos sociales. Es asombrosa la trascendencia que ha tenido el móvil en nuestras vidas, su uso se ha hecho un abuso, llegando a convertirse en una molestia para los demás, hoy no somos capaces de salir de casa si no lo llevamos encima y por si acaso, hasta el cargador, pero como todo en este mundo, las cosas con el tiempo se van poniendo en su lugar y el uso del móvil debe racionalizarse y aprender cuándo, dónde, cómo y porqué lo usamos, de lo contrario estamos expuestos a que ese maravilloso artilugio, nos haga esclavos, nos engulla y dejemos de ser las personas que necesitamos comunicarnos además de la palabra, a través de la mirada, del gesto, de ver el mundo que nos rodea y de disfrutar de las cosas sencillas que nos da la vida, sin necesidad de estar conectados las 24 horas a un terminal móvil.

Hemos hecho de esos aparatos una necesidad con sus distintas aplicaciones, que abarcan todos los ámbitos de la vida, asombra al más brillante, intentan hacernos la vida tan cómoda y placentera, que a la vez nos embrutece, pues dejamos de relacionarnos con los que nos rodean, es triste ver a jóvenes y no tan jóvenes cuando salen juntos (solo eso), pues el resto del tiempo cada uno está sentado mirando sus móviles atendiendo a mensajes, conversando en las redes sociales, comprobando una aplicación, etc. y no intercambiando palabra no escrita entre ellos, perdiendo las ganas de conocer el mundo exterior real, pues el virtual está en sus manos y relegando el salir con los amigos y familiares, pues el móvil les da todo lo que les apetece en ese momento, lo tienen adherido a ellos como si fuera la ropa interior, y si les das a elegir, se quedan con el móvil antes que con las personas. El uso de este aparato nos ha venido grande fuera del ámbito laboral, quizás con el tiempo las normas que se están poniendo al uso señaladas en protocolos de páginas web para un uso adecuado del móvil en distintos ámbitos, serán asumidas e interiorizadas desde el seno familiar, aunque reconozco que es muy difícil poner puertas al campo, pero depende de todos (familia, colegio y sociedad) el que establezcamos criterios de uso y elaboremos acuerdos que podamos asumir, sin necesidad de prohibiciones y que los límites razonables que establezcamos con el uso del móvil, sean de forma racional y lógica. Los planteamientos sobre el aprendizaje del buen uso del móvil varían dependiendo de cada casa, por lo que me resulta difícil utilizar la expresión de que apliquemos el sentido común para saber cuándo lo empleamos, esas cosas vienen aprendidas de casa.

Es imprescindible generar conciencia en nuestros hijos, alumnos y padres, sobre el uso responsable de los medios de comunicación y en este caso concreto de los terminales móviles, para ello, es necesario tener claro los riesgos del mal uso del mismo tanto por parte de las familias, como por parte de los docentes que estamos intentando educar a los alumnos, y que tenemos la obligación de reconocer esos riesgos para saber actuar convenientemente.

Muchos son los centros educativos que tienen establecido un protocolo de actuación en su Reglamento de Régimen Interior con el uso de los móviles y otros instrumentos electrónicos de uso personal, fijando prohibiciones expresas de uso y posesión del mismo, y algunos colegios señalan el horario y el tiempo en el que se puede utilizar, otros lo tienen terminantemente prohibido, por las consecuencias que trae consigo. Considero que esto del uso de los móviles en los colegios nos ha superado a todos, pues lo que podía haber sido una herramienta para el aprendizaje, se ha convertido en un distractor y elemento de fricción entre colegio, alumnos y familia. La situación está clara en la actualidad, los centros educativos no disponen por ahora de una infraestructura real para insertar los aparatos de telefonía de última generación en el proceso de aprendizaje, por otro lado, los alumnos de niveles superiores se niegan a perder su parcela de privacidad, porque insisten en mostrar el móvil como una prolongación de su vida privada y que nadie puede interponerse en ese ámbito, sin hacer un auténtico juicio de valor sobre el adecuado uso del mismo, sin controlar los tiempos, lugares de uso y formas.

Luego están las familias, que son las personas responsables de conseguir este preciado objeto (mitad comunicador-mitad juguete/entretenimiento), pensando inicialmente que la finalidad de los padres respecto al móvil es para una mayor y mejor comunicación con los hijos, y por qué no decirlo, indirectamente para un mayor control. También hay que señalar al mismo tiempo, que muchos padres son incapaces de decirles a los hijos que no deben llevarlo al Colegio, por no añadir un roce más en las relaciones familiares, cuando son conocedores que al centro educativo no se debe ir con el móvil. Los padres saben que las consecuencias de un uso inadecuado del móvil puede generar situaciones conflictivas en el aula con compañeros (sacando fotos y colgándolas en las redes sociales, enviando mensajes, acoso, jugando con determinadas aplicaciones, viendo cosas que no deben, intentando ponerse en contacto con personas que no están en el aula y un largo etcétera), con los profesores (interfiriendo en la dinámica de la clase, produciéndose situaciones de enfrentamiento con el alumno por culpa del móvil, provocando problemas graves y en público, pues se ha podido atentar contra el derecho de la intimidad de otros compañeros y del profesor, etc.).

Con todo lo descrito anteriormente, está claro que debemos fijar y aprender unas normas de uso consensuadas entre todos, para que el disfrute del móvil se circunscriba a un uso natural y adecuado, para que nos ayude a tener una mejor calidad de vida, no a tener una dependencia enfermiza del mismo. En los manuales de las buenas maneras, comienza a introducirse normas de uso, pero es desde la familia, desde donde tiene que partir la enseñanza de su verdadero uso y el resto de la sociedad ayudará para que su uso sea el correcto, señalando los límites lógicos, pues todo no vale.

Son preocupantes los datos que publican los expertos sobre la nomofobia o miedo irracional a estar sin móvil, pues señalan que 1 de cada 1000 personas sufre esa dependencia , centrándose sobre todo en jóvenes adolescentes, esta adicción del siglo XXI no es una sustancia que se toma, es una conducta repetitiva que se puede corregir de la mano de los especialistas y de una buena educación, de ahí mi insistencia para que entre todos podamos mejorar esta situación desde edades tempranas, controlando el tiempo y enseñando un uso responsable del móvil, puesto que esa enfermedad basada en la subordinación mental a ese objeto, es posible que la tengamos y no lo sepamos, pudiendo llegar a ser muy preocupante, nadie piensa en su fuero interno que le pueda estar pasando y todos estamos en el bombo, puede pasarle a uno o a alguien del entorno familiar o amigos próximos.



*Asesor-Gestor Educativo.

Bóveda gótica