lunes, 5 de mayo de 2014

¿SABEMOS ENSEÑAR UN USO ADECUADO DEL MÓVIL?

Los jugadores de cartas obra de Caravaggio 1594





Ignacio Pardo Luzardo*

http://www.laprovincia.es/opinion/2014/05/05/ensenar-adecuado-movil/606308.html

Hace días pudimos contemplar todos los españoles por los medios de comunicación, un fragmento del debate que se produjo en el Congreso de los Diputados, cuando un representante elegido por los ciudadanos de Cataluña, se dirigía al Presidente y a la Vicepresidenta del gobierno español reclamando su atención, porque ambos estaban hablando por el móvil, sin hacer el menor caso de lo que el diputado tenía que decir a la máxima autoridad del gobierno de la nación. Lo triste es que esa escena que vimos, era un poco el reflejo de lo que hoy se está viviendo de forma generalizada en cualquier sitio de los diferentes ámbitos de nuestra sociedad.

Nadie pensaba hace más de 20 años, que aquél instrumento que nos permitía movernos sin necesidad del cable, nos iba a hacer tan dependiente de las nuevas tecnologías en todos los ámbitos de la vida y que afectaría a todos los estamentos sociales. Es asombrosa la trascendencia que ha tenido el móvil en nuestras vidas, su uso se ha hecho un abuso, llegando a convertirse en una molestia para los demás, hoy no somos capaces de salir de casa si no lo llevamos encima y por si acaso, hasta el cargador, pero como todo en este mundo, las cosas con el tiempo se van poniendo en su lugar y el uso del móvil debe racionalizarse y aprender cuándo, dónde, cómo y porqué lo usamos, de lo contrario estamos expuestos a que ese maravilloso artilugio, nos haga esclavos, nos engulla y dejemos de ser las personas que necesitamos comunicarnos además de la palabra, a través de la mirada, del gesto, de ver el mundo que nos rodea y de disfrutar de las cosas sencillas que nos da la vida, sin necesidad de estar conectados las 24 horas a un terminal móvil.

Hemos hecho de esos aparatos una necesidad con sus distintas aplicaciones, que abarcan todos los ámbitos de la vida, asombra al más brillante, intentan hacernos la vida tan cómoda y placentera, que a la vez nos embrutece, pues dejamos de relacionarnos con los que nos rodean, es triste ver a jóvenes y no tan jóvenes cuando salen juntos (solo eso), pues el resto del tiempo cada uno está sentado mirando sus móviles atendiendo a mensajes, conversando en las redes sociales, comprobando una aplicación, etc. y no intercambiando palabra no escrita entre ellos, perdiendo las ganas de conocer el mundo exterior real, pues el virtual está en sus manos y relegando el salir con los amigos y familiares, pues el móvil les da todo lo que les apetece en ese momento, lo tienen adherido a ellos como si fuera la ropa interior, y si les das a elegir, se quedan con el móvil antes que con las personas. El uso de este aparato nos ha venido grande fuera del ámbito laboral, quizás con el tiempo las normas que se están poniendo al uso señaladas en protocolos de páginas web para un uso adecuado del móvil en distintos ámbitos, serán asumidas e interiorizadas desde el seno familiar, aunque reconozco que es muy difícil poner puertas al campo, pero depende de todos (familia, colegio y sociedad) el que establezcamos criterios de uso y elaboremos acuerdos que podamos asumir, sin necesidad de prohibiciones y que los límites razonables que establezcamos con el uso del móvil, sean de forma racional y lógica. Los planteamientos sobre el aprendizaje del buen uso del móvil varían dependiendo de cada casa, por lo que me resulta difícil utilizar la expresión de que apliquemos el sentido común para saber cuándo lo empleamos, esas cosas vienen aprendidas de casa.

Es imprescindible generar conciencia en nuestros hijos, alumnos y padres, sobre el uso responsable de los medios de comunicación y en este caso concreto de los terminales móviles, para ello, es necesario tener claro los riesgos del mal uso del mismo tanto por parte de las familias, como por parte de los docentes que estamos intentando educar a los alumnos, y que tenemos la obligación de reconocer esos riesgos para saber actuar convenientemente.

Muchos son los centros educativos que tienen establecido un protocolo de actuación en su Reglamento de Régimen Interior con el uso de los móviles y otros instrumentos electrónicos de uso personal, fijando prohibiciones expresas de uso y posesión del mismo, y algunos colegios señalan el horario y el tiempo en el que se puede utilizar, otros lo tienen terminantemente prohibido, por las consecuencias que trae consigo. Considero que esto del uso de los móviles en los colegios nos ha superado a todos, pues lo que podía haber sido una herramienta para el aprendizaje, se ha convertido en un distractor y elemento de fricción entre colegio, alumnos y familia. La situación está clara en la actualidad, los centros educativos no disponen por ahora de una infraestructura real para insertar los aparatos de telefonía de última generación en el proceso de aprendizaje, por otro lado, los alumnos de niveles superiores se niegan a perder su parcela de privacidad, porque insisten en mostrar el móvil como una prolongación de su vida privada y que nadie puede interponerse en ese ámbito, sin hacer un auténtico juicio de valor sobre el adecuado uso del mismo, sin controlar los tiempos, lugares de uso y formas.

Luego están las familias, que son las personas responsables de conseguir este preciado objeto (mitad comunicador-mitad juguete/entretenimiento), pensando inicialmente que la finalidad de los padres respecto al móvil es para una mayor y mejor comunicación con los hijos, y por qué no decirlo, indirectamente para un mayor control. También hay que señalar al mismo tiempo, que muchos padres son incapaces de decirles a los hijos que no deben llevarlo al Colegio, por no añadir un roce más en las relaciones familiares, cuando son conocedores que al centro educativo no se debe ir con el móvil. Los padres saben que las consecuencias de un uso inadecuado del móvil puede generar situaciones conflictivas en el aula con compañeros (sacando fotos y colgándolas en las redes sociales, enviando mensajes, acoso, jugando con determinadas aplicaciones, viendo cosas que no deben, intentando ponerse en contacto con personas que no están en el aula y un largo etcétera), con los profesores (interfiriendo en la dinámica de la clase, produciéndose situaciones de enfrentamiento con el alumno por culpa del móvil, provocando problemas graves y en público, pues se ha podido atentar contra el derecho de la intimidad de otros compañeros y del profesor, etc.).

Con todo lo descrito anteriormente, está claro que debemos fijar y aprender unas normas de uso consensuadas entre todos, para que el disfrute del móvil se circunscriba a un uso natural y adecuado, para que nos ayude a tener una mejor calidad de vida, no a tener una dependencia enfermiza del mismo. En los manuales de las buenas maneras, comienza a introducirse normas de uso, pero es desde la familia, desde donde tiene que partir la enseñanza de su verdadero uso y el resto de la sociedad ayudará para que su uso sea el correcto, señalando los límites lógicos, pues todo no vale.

Son preocupantes los datos que publican los expertos sobre la nomofobia o miedo irracional a estar sin móvil, pues señalan que 1 de cada 1000 personas sufre esa dependencia , centrándose sobre todo en jóvenes adolescentes, esta adicción del siglo XXI no es una sustancia que se toma, es una conducta repetitiva que se puede corregir de la mano de los especialistas y de una buena educación, de ahí mi insistencia para que entre todos podamos mejorar esta situación desde edades tempranas, controlando el tiempo y enseñando un uso responsable del móvil, puesto que esa enfermedad basada en la subordinación mental a ese objeto, es posible que la tengamos y no lo sepamos, pudiendo llegar a ser muy preocupante, nadie piensa en su fuero interno que le pueda estar pasando y todos estamos en el bombo, puede pasarle a uno o a alguien del entorno familiar o amigos próximos.



*Asesor-Gestor Educativo.

Bóveda gótica

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