sábado, 25 de octubre de 2014

EDUCAR LAS EMOCIONES DE LOS NIÑOS

Visión surrealista de la Giralda





En los tiempos actuales, no es extraño ver cuando hay un grupo de niños que interactúan al margen de un adulto, como entre ellos surgen muchas veces, situaciones fuera de lo corriente (faltas de respeto, agresividad verbal y física, ira, menosprecio del contrario, etc.), que jamás esperamos ver entre los adultos, da la sensación que amparándose en la franja de edad en la que están viviendo, tienen patente de corso, para hacer y deshacer a su antojo, sin preocuparse de las consecuencias de sus actos, pudiendo dar la impresión que jamás han tenido a alguien que les dijera lo que está bien o está mal.

Lo que cada vez está más claro, es que el aprendizaje no es fácil, nadie dijo que lo fuera y que no es una labor exclusiva de los colegios, pues los niños están aprendiendo las 24 horas, durante todo el año y no tienen vacaciones, su mente está en constante ebullición. Tenemos que conseguir enseñar a los niños a canalizar sus emociones desde las edades tempranas y que aprendan a reaccionar de la forma adecuada ante las mismas, eso requiere un adiestramiento, no adoctrinamiento de los mismos tanto por parte de las familias, como por parte del centro educativo. Como señala el antropólogo Marvin Harris en su libro Teorías sobre la cultura en la era postmoderna: "Son las ideas las que guían el comportamiento y no al revés", por lo que debemos insistir para que desde pequeños los niños afiancen las bases y valores, que ayuden a corregir las conductas y hábitos inadecuados, fomentando la relación de la forma más adecuada con las personas de su entorno.

Hay que enseñarles a expresarse y que manifiesten de la forma correcta sus emociones, habilidades sociales y sentimientos, ayudándoles a comprender que sus compañeros y amigos, también sienten, se emocionan y sufren, por lo que se debe tener en cuenta la forma de relacionarse, haciendo ver a los niños que ante idénticas situaciones, sus compañeros y amigos se pueden sentir de forma diferente y que no todos sienten lo mismo, por lo que debemos fomentar el respeto hacia los demás como son, no como queremos que sean y actúen, tenemos que saber transmitirles, que lo que lo que uno dice y hace, también afecta a los que le rodean. Cuando hablamos de respetar la libertad del niño, no significa que hay que permitirle que haga y diga todo lo que quiera, sin tener en cuenta al prójimo, a los niños hay que inculcarles que su libertad acaba donde comienza la de su compañero y amigo. Tenemos que capacitar a los niños para que aprendan a gestionar las situaciones emocionales, que aprendan a reconducir aquellas que sean adversas en diferentes contextos sociales, para ello es fundamental que se formen en una escucha activa.

Entiendo que es difícil hacer ver a un niño que todo aquello que sentimos y hacemos, depende en gran medida de lo que nos está ocurriendo en ese momento y de lo que nos está pasando por la mente en ese instante. La inmediatez durante la infancia y adolescencia genera en la mayoría de las ocasiones actos y acciones, que pueden tener las consecuencias no deseadas, puesto que ellos no son capaces de anticiparse y ver las posibles repercusiones de sus actos o sus palabras, es como cuando lanzas una piedra dirigida hacia una persona, sabes de antemano que la acción tendrá una reacción violenta hacia quien la hayas dirigido y lo malo es que aunque te arrepientas de haberla lanzado, ya el daño está hecho a esa persona. No se trata de estar arrepintiéndose constantemente de las acciones y de las palabras emitidas hacia los demás, rectificar decimos que es de sabios, pero la reiteración constante raya en la tomadura de pelo y en una falta de respeto hacia quien lo soporta. Ahora parece que las palabras y su significado, según interese, pueden seguir aquella máxima de "donde dije digo, digo Diego", y eso se puede ver también entre los adultos que hablan más de la cuenta y luego tienen que dar marcha atrás, no debemos olvidar jamás que somos modelos para nuestros hijos y para nuestros alumnos, y de lo que sembremos ahora, ellos recogerán.

Ciertamente los ejemplos de vida que les estamos transmitiendo a estas nuevas generaciones, no son los mejores, pero no por ello, vamos a renunciar a intentar hacerlo mejor que como se ha hecho en general hasta la fecha. En el ámbito de las emociones personales, tenemos que adiestrar a nuestros hijos a saber reaccionar correctamente ante las emociones propias y ajenas, pues pueden llegar a entender que el mundo solo se puede contemplar bajo su particular prisma egocéntrico, debemos conseguir que los niños logren gestionar sus propias emociones y sepan canalizarlas, para ello es fundamental que aprendan a tolerar sus frustraciones sin originarles traumas. Tenemos entre todas las personas responsables de educar a los niños un gran compromiso, para conseguir trabajar con ellos el que sepan comunicarse, manteniendo una conversación, en la que puedan expresar sus pensamientos y sentimientos, y que aprendan a tratar a sus compañeros de forma empática.

Tanto padres como profesores tenemos que inculcar a los niños que no solo tienen que hacer lo que les gusta, pues también existen infinidad de cosas que deben realizar en casa y en el colegio aunque no les guste en ese momento, pero que es necesario para su proceso de madurez y aprendizaje. Hay que hacerles ver que las cosas no porque supongan un esfuerzo y sacrificio son malas, ya que cuando se logran alcanzar a pesar del ahínco, supone una alegría y satisfacción personal haberlo alcanzado, por eso es tan importante como señalé antes que debemos aunar voluntades en enseñarles de una forma más efectiva a tolerar y superar esa frustración que les va a surgir por cuestiones que a nosotros nos pueden parecer nimias, pero que a ellos en ese momento les puede suponer un mundo, en resumidas cuentas, inculcarle valores que le van a ayudar a sobreponerse para ese futuro lleno de contradicciones que les espera.

Tener en cuenta las edades es importante para dosificar los procesos y contenidos de enseñanza, por lo que si queremos niños autónomos, hay que enseñarles a gestionar y resolver sus propios problemas de forma autónoma desde que tienen la capacidad para ello, hay que hacerles ver que la vida está llena de contratiempos, que muchos de ellos podrán superar con esfuerzo, conocimiento, destreza y sacrificio, pero que habrá otros problemas que no dependen de ellos, sino de terceras personas, o imprevistos imponderables, y habrá que asumir y adaptarse a las nuevas realidades.

Debemos tener claro que son nuestras emociones, las que nos ayudan a configurar nuestro entorno físico habitual, mental, anímico y social.



Hay que cambiar la forma de plantear la vida tal y como la veníamos disfrutando hasta ahora, quitando los miedos que nos puede deparar el futuro, como dicen Lourdes Bazarra y Olga Casanova en su libro Directivos de Escuelas Inteligentes: "El sistema tradicional en el que hemos crecido y en el que continúan creciendo muchos niños está centrado en las certezas, en los resultados fijos, en una experiencia única para todos. Estábamos magníficamente preparados para un presente continuo... que no existe. Por eso miramos al pasado en busca de alivio y consuelo. Y procuramos aferrarnos al presente con la esperanza de poder detener la revolución del futuro que lleva en su interior".

Detalle del Nacimiento de Venus obra de Sandro Botticelli