martes, 21 de julio de 2020

LA GENERACIÓN DE LOS ALUMNOS COVID-19


Paisaje con la destrucción de Sodoma y Gomorra Rotterdam, Museo Boijmans Van Beuningen 1520 . Obra de Joachim Patinir

Artículo publicado en la página 22 de la sección de Opinión en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria


En estas últimas semanas las universidades de las distintas Comunidades Autónomas han publicado las notas de la EVAU/EBAU de los alumnos que habían superado el curso de 2º de Bachillerato y se examinaban para poder acceder el próximo curso a estudios universitarios.
Lo cierto es que esos resultados no sorprendieron mucho, pues si bien se habían incrementado el número de alumnos presentados, se produjo un descenso en el porcentaje de aprobados y peor aún, descendieron las notas medias respecto a años anteriores. Parece como si las universidades nos echaran un jarro de agua de realidad y nos han abierto los ojos, sobre el trabajo realizado en los centros educativos en estos últimos meses. Si se realizara una evaluación externa objetiva sobre los contenidos trabajados en las casas en el último trimestre, probablemente nos llevaríamos una sorpresa bastante desagradable.
Haciendo una reflexión sobre esos resultados, tenemos que partir siempre de la situación vivida por toda la sociedad española con el confinamiento por el COVID-19 y sus consecuencias para todo el ámbito estudiantil preuniversitario.
Hagamos una pequeña línea del tiempo con los sucesos vividos y medidas que se fueron tomando a lo largo de los cuatro últimos meses de curso académico que de forma no presencial, los alumnos se fueron preparando por su cuenta en casa vía on line (el que podía) y con la ayuda a distancia de sus profesores, que no podían realizar el seguimiento diario presencial deseado, puesto que el feedback que recibían a través de pruebas y ejercicios de los alumnos diariamente, en la mayoría de las ocasiones no se correspondían a la realidad de los conocimientos adquiridos, pues la picaresca entró en juego para entregar todos los ejercicios, exámenes y trabajos, utilizando todas las ayudas externas que podían y estaban a su alcance, era la ley de la supervivencia y lo que interesaba realmente a muchas familias,  a la administración y ante los medios de comunicación era que los alumnos aprobaran, no que aprendieran.
Estamos seguro de que este confinamiento, ha tenido unas consecuencias muy graves para los alumnos, pues las enormes lagunas con las que se han quedado son importantes, pero más importante aún, son los hábitos de trabajo y esfuerzo personal que se han perdido y que hay que volver a retomar.
A todo lo anterior se le añade que los docentes han tenido que jugar con unas reglas de juego dictadas por las administraciones educativas, muy dirigidas para que todo el trabajo que se realizó durante el tercer trimestre por los alumnos se orientara exclusivamente a recuperar a los alumnos con evaluaciones suspendidas del primer y segundo trimestre, y que los contenidos explicados durante el último trimestre de la manera que fuera, jamás incidiera su nota para suspender, pero si para redondear al alza. Además de tener que reinventarse cada docente con los medios que tuvieran a su alcance para llegar a sus alumnos y de aquella manera, hacer un seguimiento de todos y cada uno de los mismos.
Además, tenemos que añadir que el confinamiento nos ha hecho a todos que perdamos los papeles y que para los alumnos que debían tener una rutina de trabajo diaria, el esfuerzo cayó sobre todo en las familias, para que sus hijos se levantaran y estuvieran delante del ordenador y en las etapas de Infantil y primer ciclo de E. Primaria donde los padres tenían que acceder a los blogs elaborados por los profesores y tenían que compaginar el teletrabajo en casa, con la atención, supervisión, control y entretenimiento de sus hijos.
En conclusión, ¿qué panorama es el que nos encontramos con todos estos ingredientes?
Pues la verdad es que cada familia vivió su propia historia, algunas con final feliz y otros por desgracia, no fueron tan afortunados, pero la realidad era que los alumnos debían seguir al pie del cañón y los profesores reinventándose y cumplir con los plazos que marcaban las administraciones educativas como cualquier otro curso normal hasta 1º de Bachillerato en el que el curso académico finalizaba en la tercera semana de junio, salvo los alumnos de 2º de Bachillerato, que se decidió aplazar los exámenes de acceso a la universidad para julio, cuando tradicionalmente lo realizaban en la segunda semana de junio.
Todos los docentes comentan que el próximo curso si la situación tiene cierta normalidad, se tendrá que recuperar contenidos, habilidades y destrezas necesarias para el proceso educativo de los alumnos. En caso de que se produzca una situación análoga a la que vivimos con el confinamiento, va a ser un desastre para todos, pues no es lo mismo tapar agujeros, que tapar océanos y eso sería muy difícil de superar, de ahí que hayamos llamado a determinados alumnos los de “la generación COVID 19”, por las lagunas académicas que se van a encontrar y que con las facilidades para aprobar que se dieron, no se volverán a repetir.
Esto ha sido como aquel dicho que dice: “a rio revuelto, ganancia de pescadores” y es que ha habido alumnos de secundaria que jamás pensaron en el primer trimestre que iban a tener un curso aprobado en su totalidad, pero que gracias a todas las ayudas y repescas que se hicieron, consiguieron que aprobasen, aunque no quisieran. El índice de repetidores en los estudios preuniversitarios ha bajado a unos niveles jamás visto en nuestro sistema educativo.
Con todo lo dicho, tenemos que hacer una reflexión final sobre los resultados de este final de curso, pues para sacar el mayor rendimiento de los estudios a un sistema de trabajo autónomo, debemos tener todas las personas del ámbito educativo otra forma distinta de concebir la educación, con otro tipo de formación más responsable por parte de docentes, alumnos, familias y administraciones educativas y con las herramientas necesarias para poder desarrollar el trabajo asignado.
Hay demasiadas preguntas y pocas respuestas, lo mismo que se ha estado haciendo a lo largo de estos últimos meses y con esta situación inesperada y de caos para todos, en el que nadie tiene respuestas coherentes. Nos viene por delante un mar de dudas enorme ante el inicio del próximo curso escolar y no se puede repetir la misma situación educativa llena de incertidumbres para todos los protagonistas.