viernes, 28 de marzo de 2014

EN ALGO NOS HEMOS EQUIVOCADO


Ignacio Pardo Luzardo*

Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 18.12.2013
http://www.laprovincia.es/opinion/2013/12/18/hemos-equivocado/578567.html


Hace días una vecina, profesora de un colegio público, me comentaba apesadumbrada que una alumna suya del segundo ciclo de la ESO la había llamado cabrona por quitarle un papel que le había pasado la compañera mientras explicaba en clase, al escucharlo la docente le pidió que rectificase y esta no lo hizo,  luego ante su tutor  negó dicho insulto dejando a la profesora como mentirosa, aunque no se puede generalizar, con este pequeño ejemplo y otros muchos que podremos conocer por personas cercanas  al mundo educativo, y a otros ámbitos de la sociedad, nos indican un poco como están respondiendo ante situaciones cotidianas en el aula y en la calle un porcentaje importante de jóvenes.
Visto ese ejemplo y otros más en situaciones distintas, yo me pregunto en voz alta que en algo nos hemos equivocado los adultos en estas últimas décadas con la forma de preparar y educar a las nuevas generaciones de jóvenes que se han estado incorporando a la sociedad que les hemos dejado y que por otro lado, no  hemos sabido transmitirles ni hacerles ver la necesidad de tener interiorizado una serie de valores mínimos necesarios que les ayuden para poder desenvolverse en una convivencia pacífica, respetando valores comunes,  sin el sello específico de ninguna  ideología que les permita convivir en libertad y democracia, valores tales como la solidaridad, el respeto a los demás y a sí  mismo, la familia, la igualdad, la responsabilidad, el trabajo bien hecho, el respeto a lo ajeno, el esfuerzo personal, la puntualidad, la generosidad, la ayuda al prójimo, etc.…
Ellos tendrán su parte de responsabilidad, pero mucho más quienes les han estado acompañando durante todos estos años y no han sabido atajar a tiempo las conductas, gestos, formas de actuar inadecuadas por no saber, por no querer o por dejar hacer.
Innumerables encuestas se han publicado y personas especializadas han realizado estudios pormenorizados sobre los comportamientos y  las conductas que están presentando muchos jóvenes respecto a ellos mismos y  a su entorno más cercano como puedan ser su familia, amigos y resto de la sociedad y ¿qué se ha conseguido?..., muy poco o nada, pues la solución no está solamente con tratar un vértice del triángulo, o en esperar a que maduren para que se den cuenta de las necesidades reales ¿qué ha hecho la familia?, ¿qué  ha hecho la sociedad con todos sus instrumentos a disposición?¿qué modelo les hemos transmitido?.

Repercusiones de los cambios en la juventud

Siguen pasando los años e innumerables son las propuestas para erradicar o corregir las conductas inadecuadas y con todas las alternativas propuestas al respecto de la problemática, no se ha avanzado en la necesaria toma de conciencia de la realidad y sentido común, que no tiene que ver con la madurez de la persona, sino con la necesidad de tener claro lo que consideramos que es lo correcto y lo incorrecto.
Muchos son los motivos imputables a esta situación de caos aparentemente generalizado con innumerables aspectos que son competencia de varios sectores,  entre otros y de forma crucial por la sociedad que ha fijado patrones equivocados como modelos.
Los jóvenes no asumen determinados valores tradicionales, por considerarse ellos mismos creadores de sus propios valores sin consistencia real de futuro  al considerarse ellos autosuficientes,  porque quizás han visto una falta  de implicación de la sociedad, de sus instituciones, de las familias y de los  responsables en la formación, en resumidas cuentas, por todos los que les rodeamos.  
A pesar de intentar corregir la situación descrita con normas impuestas desde los organismos oficiales, con medidas que han sido exclusivamente coercitivas, está claro que estas leyes han sido un fracaso y no han conseguido llegar a la raíz de la cuestión para que los protagonistas a los que van dirigidas dichas leyes sean capaces de llegar a una reflexión crítica y positiva, que les ayude a interiorizar unas actuaciones responsables en la sociedad que le ha tocado vivir y se pueda llegar a modificar su conducta. La cuestión no es tanto de legislar, sino de asumir la necesidad de una puesta en común de toda la sociedad para los aspectos más simples que están relacionados con el día a día de nuestras relaciones humanas. Hay que humanizar nuestras relaciones, este sistema de vida que estamos llevando tan vertiginoso, nos ha hecho frío en el trato, distante en las conversaciones, desconfiados con todo y por todo.
Está claro que lo que llamamos madurez de la persona determinará que a partir de la autocrítica pueda existir una propuesta personal de cambio,  pero al mismo tiempo observamos como en la actualidad  hemos creado generaciones desfasadas de la realidad excesivamente ancladas en el aspecto material, bastante hedonistas, en donde sus prioridades son el poseer y disfrutar sin recoger los frutos de un trabajo con sacrificio.
Pero ¿qué es lo que les ha tocado vivir hasta la fecha a estos jóvenes?, pues han estado viendo una sociedad que no era real, en donde se accedía fácilmente a servicios y bienes porque daban facilidades para ello, sin pensar realmente si esa estructura de bienestar material ficticio se podía mantener en el tiempo, generando unas expectativas falsas de que todo vale, se les transmitía de forma directa o indirectamente que total si algo público se rompe o se estropea, se pone otro nuevo, a fin de cuentas, mi familia con sus impuestos lo paga.
Independientemente de la mala situación económica que estamos viviendo en estos últimos años, en estos momentos todo lo que nos está ocurriendo de recortes, precariedad, austeridad, etc…, ha ayudado para quitarnos la venda que teníamos en los ojos de forma violenta, rompiendo burbujas, bañeras, cuarto de baño y todo lo que giraba en torno a ese “Estado del Bienestar” que tanto soñamos y nos ilusionaron con ello, pero que no supimos reconducir ni mantener, y utilizo la primera persona del plural, porque mantuvimos a los responsables de este desastre, con puro conocimiento,  ya que nos dedicamos a mirar para otro lado cuando las cosas estaban mal a sabiendas sin poner remedio y ahora nos toca afrontar la realidad, una realidad muy dura, no para todos igual, pero dura.

Trascendencia de la familia en el proceso educativo

Tenemos que analizar el papel de muchas familias que con un planteamiento erróneo han evitado a sus hijos información necesaria de las necesidades de la familia,  ahorrando las responsabilidades propias de cada edad, no han sabido enseñar  el sufrimiento del sacrificio y el esfuerzo, porque consideraban que era innecesario para comprender decisiones familiares. Se pensaba que siempre iba a ser todo de color de rosa y como consecuencia de ello, hemos creado a personas que tienen miedo al fracaso, con bajo nivel de frustración, que tienen muy bajo el espíritu de superación ante cualquier contratiempo y eso les ha generado frustración y como consecuencia,  abandonar proyectos por no poder ver alternativas, si además ese sacrificio suponía un esfuerzo personal adicional.
Una parte importante de jóvenes están acostumbrados a que se le solucionen todo y por eso se quejan de todo y por todo, cuando suspenden un examen o no han conseguido mantener un puesto de trabajo la culpa es de los demás, no son capaces de asumir su posible fracaso o incompetencia y como consecuencia de ello,  su nivel de frustración es mínimo y eso genera infelicidad e insatisfacción personal y lo peor es que no saben qué hacer para corregir esa hecatombe y si lo saben les cuesta ponerse a andar porque supone un sobreesfuerzo al que no están acostumbrados.
Muchas veces son las propias familias las que ocultan situaciones reales conflictivas a sus hijos para evitar los malos momentos del día a día familiar, tapando problemas económicos, generando una burbuja de irrealidad tan grande, que han perdido una parte importante del camino que tendrán que volver a andar, pero con más años y con la mochila cargada de frustraciones innecesarias. 
Vemos que en la actualidad existe un porcentaje de familias desestructuradas y otras cuyos proyectos de vida son el día a día y en ese día no está el escuchar lo que piensa y hace su hijo, porque ya desde edades tempranas vemos como hay padres por ejemplo que no son capaces de aguantar una pataleta del niño y que para evitarla ceden y otorgan el antojo, no tienen ni las herramientas, ni los conocimientos para corregir sobre la marcha una respuesta inadecuada y malsonante por parte del hijo, el no reprender comportamientos nocivos y agresivos de sus hijos y que puedan repercutir en los que le rodean, todo eso a la larga pasa factura y por desgracia, siempre a pagar.
Quizás esté confiando en demasía de la capacidad individual de un joven, que ha partido de una realidad equivocada, cuyo modelo social es nulo o erróneo para las metas que se pretenden perseguir. Un grupo importante de los mismos, carece de modelos válidos a seguir, fijándose exclusivamente en los estereotipos equivocados y que se reflejan en los medios de comunicación.
Oímos hablar de niños emperadores, de niños acosadores con los iguales, con sus padres o con sus profesores, oímos hablar de estadísticas que nos muestran los porcentajes cada vez más altos de jóvenes que apoyan la pena de muerte y justifican la violencia sexista, de embarazos prematuros a pesar de tener toda la información y medios para evitarlos al alcance.

¿Ayuda realmente la sociedad y el sistema a educar?

Vivimos en una sociedad en la que cada vez se invierte más en educación con la finalidad de conseguir perpetuar de forma óptima la especie mejorando la calidad de vida y vemos que el efecto real de esos gastos es el contrario, dejemos de echar las culpas a un cabeza de turco, los culpables somos todos, pues no hemos dado la importancia real a la participación en este proceso, cualquier medida que se intente aplicar, será un fracaso si no se  llega a un consenso y compromiso de aplicación por parte de todos (Estado, familia, sociedad, educadores, etc…).
No voy a entrar de forma pormenorizada en los niveles mínimos de conocimiento y cultura general que manifiestan los datos conocidos, pues la forma de cómo debía repercutir la adquisición de conocimientos en beneficio personal supone al fin y al cabo la consecuencia de un trabajo personal y memorístico y en estos momentos para ese gran grupo de jóvenes no es del interés personal como debiera ser, por tener aferrados modelos erróneos.
No es del todo justo echar la culpa a los jóvenes de los bajos niveles e intereses culturales y del poco interés por aprender, vuelvo a repetir que algo hemos hecho mal los adultos, cuando no hemos conseguido engancharlos a ese carro del conocimiento y madurez necesaria para que ellos mismos puedan desenvolverse.

¿Siguen siendo los padres referentes para sus hijos?

Cuando nacieron nuestros hijos, a ningún padre nos entregaron un manual de funcionamiento de lo que debíamos y no debíamos hacer en la educación de nuestros hijos, nuestros referentes educativos fueron nuestros padres, que con sus virtudes y sus defectos nos enseñaron a caminar por el mundo y de todas esas experiencias vividas en la familia tomamos unas cosas y otras las desechamos por no estar de acuerdo y a partir de ahí aplicamos el sentido común que teníamos cada uno, que  por supuesto es tan dispar como personas  existen en este planeta y por eso en gran medida nos está pasando, que cada uno educa a su hijo mirando para el lado que quiere, o tapándole los ojos para evitar cualquier complicación momentánea, sin tener en cuenta las repercusiones de futuro con la dejación de decisiones adecuadas.
Nosotros vamos a ser el referente para que nuestros hijos eduquen a nuestros nietos, ¿estamos haciendo lo correcto?, esa es una pregunta que dejo en el aire, para que cada uno la reflexione en casa y piense si la hoja de ruta que se ha fijado es la correcta para él y para el futuro de sus hijos. Los seres humanos somos imitadores por naturaleza, en unas edades más que en otras.
Es inimaginable la ascendencia que ejercemos los padres sobre nuestros hijos sin darnos cuenta, en el ámbito educativo como decía un compañero de trabajo refiriéndose a los alumnos “los hijos de tigre salen rayados”, todo esto tiene relación con la importancia e influencia que tiene la familia y el día a día con los hijos, los niños reflejarán la forma de vivir, los ejemplos, las aficiones, los defectos, las virtudes, las tendencias y hasta los gustos, aunque ya en edades adultas podamos crear nuestras propias formas de vida.
En el entorno familiar se va creando a la persona que será en el futuro, si nos equivocamos o hacemos dejación de nuestras responsabilidades las consecuencias se verán a largo plazo. En la educación de nuestros hijos no existen recetas mágicas, pues lo que para uno puede servir, para otro tiene el efecto contrario. Cada uno escribe su propio libro con una intensidad acorde a la voluntad, sentido de responsabilidad y formación que tenga.

Replanteamiento de los modelos de convivencia

Hace falta que eduquemos a nuestros hijos en la austeridad y que aprendan a valorar lo que cuesta conseguir las cosas en general en el día a día, estar en pié y ser feliz, eso no significa tener un planteamiento conservador, simplemente disfrutar del presente planificando el futuro, teniendo en cuenta los fallos del pasado para no repetirlos.
Como decía Arturo Pérez Reverte en una entrevista que le hizo Jordi Évole en el programa “Salvados”, “hay que hacerles ver a los jóvenes, que el mundo es un lugar peligroso”  y se tienen que adquirir las herramientas para superarlo,  hay que estar preparado para mejorarlo.
Hay que enseñarles a ser conscientes de su propia realidad y de los límites reales a los que tiene que enfrentarse, para que busquen las soluciones que signifiquen sobreponerse a la adversidad y de esa experiencia hacerla un aprendizaje de lo que tiene que hacer.
Hay una página web de gastronomía en internet que se llama  www.somosloquecomemos.org y ese encabezamiento me hizo reflexionar que verdaderamente el nombre de esa web, se puede ampliar a “somos lo que vivimos”. Mis acciones y pensamientos en la actualidad son consecuencia de todas mis experiencias y conocimientos adquiridos, por lo que si no vivimos en cada momento lo que corresponde, estamos dejando de percibir esa enseñanza necesaria que ayudará a forjar nuestra forma de ser y pensar que me ayudará a tomar las decisiones adecuadas en cada momento.
Al igual que ocurre en los equipos de trabajo, en donde todos luchan por una misma meta para conseguir el mismo objetivo,  deberíamos ponernos de acuerdo para unificar conductas de comportamientos comunes en las que  respetando los caracteres de cada uno, podamos partir de una premisa general sobre enseñar lo que está bien y lo que está mal, al margen de las ideologías.  Hay que  decir en voz alta que todos necesitamos un repaso de lo que se tiene que hacer para educar correctamente a nuestros hijos, todos creemos que lo hacemos perfectamente y no es así, al margen de los niveles adquisitivos y culturales de cada uno, nos estamos perdiendo en la parte alta de la montaña, sin ver como se formó la misma, que si esa montaña no tiene una base fuerte que se sustente, cae con el paso de cualquier fenómeno adverso de la naturaleza.
Parece que tengamos miedo a decir las cosas por su nombre y que marcar pautas de funcionamiento en una sociedad democrática como la que vivimos es ir contracorriente, hay que decirlo en voz alta ¡TODO NO VALE!, y como todo no vale tenemos que volver a señalar las cosas como deben hacerse para que podamos convivir mejor, que es lo que realmente pretendemos. Quizás deberíamos aprovechar esta situación general de crisis para cambiar de forma radical los principios educativos de la sociedad, porque la mentalidad no puede ser volver a los patrones equivocados del pasado, eso generará un bucle permanente de crisis de valores.
Vivimos en otro escenario muy distinto a épocas anteriores, durante la dictadura se luchó para conseguir una sociedad más justa, libre, plural, en donde prevaleciera el estado de derecho al margen de las arbitrariedades individuales y como meta llegar al “Estado del Bienestar”, pero esto no significa que se tenga la idea que se pueda hacer un uso inadecuado de las conquistas alcanzadas y que se piense que todo es de todos y por ello yo hago lo que quiero y cuando quiero, algunos piensan incluso que por ser elegido tienen más privilegios y prebendas que el otro y de ahí viene la corrupción, la desigualdad, la injusticia, la insolidaridad etc..
La ciudadanía está contemplando como la autoridad muchas veces mira para el lado contario para no reprender, por no sentirse apoyada ni legal, ni judicialmente, los que delinquen quedan impunes, los que matan y roban, cumplen sus condenas limitadas y a la calle. ¿Es esto que estamos viviendo por lo que luchamos durante tantos años? ¿Es este el futuro que queremos para las generaciones venideras? ¿Estamos haciendo realmente la España que queremos para nuestros hijos o la que nos dejan hacer?
Soy consciente que en este artículo hay tantas cosas que reflexionar, que daría pie a crear debates individuales de cada párrafo o renglón y por supuesto con posturas encontradas, pero que a través del dialogo se pueda llegar a una entente cordiale sobre todo porque nos estamos jugando tantas cosas, que no hacer un alto en el camino y ver cuál es el destino que tengo que elegir puede originar un retroceso tan grande que sería una lástima perder todo lo andado.

*Asesor y Consultor Educativo.





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