Ignacio Pardo Luzardo*
Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 18.12.2013
http://www.laprovincia.es/opinion/2013/12/18/hemos-equivocado/578567.html
http://www.laprovincia.es/opinion/2013/12/18/hemos-equivocado/578567.html
Hace días una vecina,
profesora de un colegio público, me comentaba apesadumbrada que una alumna suya
del segundo ciclo de la ESO la había llamado cabrona por quitarle un papel que
le había pasado la compañera mientras explicaba en clase, al escucharlo la
docente le pidió que rectificase y esta no lo hizo, luego ante su tutor negó dicho insulto dejando a la profesora
como mentirosa, aunque no se puede generalizar, con este pequeño ejemplo y
otros muchos que podremos conocer por personas cercanas al mundo educativo, y a otros ámbitos de la
sociedad, nos indican un poco como están respondiendo ante situaciones
cotidianas en el aula y en la calle un porcentaje importante de jóvenes.
Visto ese ejemplo y otros
más en situaciones distintas, yo me pregunto en voz alta que en algo nos hemos equivocado
los adultos en estas últimas décadas con la forma de preparar y educar a las
nuevas generaciones de jóvenes que se han estado incorporando a la sociedad que
les hemos dejado y que por otro lado, no
hemos sabido transmitirles ni hacerles ver la necesidad de tener
interiorizado una serie de valores mínimos necesarios que les ayuden para poder
desenvolverse en una convivencia pacífica, respetando valores comunes, sin el sello específico de ninguna ideología que les permita convivir en libertad
y democracia, valores tales como la solidaridad, el respeto a los demás y a sí mismo, la familia, la igualdad, la
responsabilidad, el trabajo bien hecho, el respeto a lo ajeno, el esfuerzo
personal, la puntualidad, la generosidad, la ayuda al prójimo, etc.…
Ellos tendrán su parte de
responsabilidad, pero mucho más quienes les han estado acompañando durante
todos estos años y no han sabido atajar a tiempo las conductas, gestos, formas
de actuar inadecuadas por no saber, por no querer o por dejar hacer.
Innumerables encuestas se han
publicado y personas especializadas han realizado estudios pormenorizados sobre
los comportamientos y las conductas que
están presentando muchos jóvenes respecto a ellos mismos y a su entorno más cercano como puedan ser su
familia, amigos y resto de la sociedad y ¿qué se ha conseguido?..., muy poco o
nada, pues la solución no está solamente con tratar un vértice del triángulo, o
en esperar a que maduren para que se den cuenta de las necesidades reales ¿qué
ha hecho la familia?, ¿qué ha hecho la
sociedad con todos sus instrumentos a disposición?¿qué modelo les hemos
transmitido?.
Repercusiones
de los cambios en la juventud
Siguen pasando los años e innumerables
son las propuestas para erradicar o corregir las conductas inadecuadas y con todas
las alternativas propuestas al respecto de la problemática, no se ha avanzado
en la necesaria toma de conciencia de la realidad y sentido común, que no tiene
que ver con la madurez de la persona, sino con la necesidad de tener claro lo
que consideramos que es lo correcto y lo incorrecto.
Muchos son los motivos
imputables a esta situación de caos aparentemente generalizado con innumerables
aspectos que son competencia de varios sectores, entre otros y de forma crucial por la
sociedad que ha fijado patrones equivocados como modelos.
Los jóvenes no asumen determinados
valores tradicionales, por considerarse ellos mismos creadores de sus propios
valores sin consistencia real de futuro
al considerarse ellos autosuficientes,
porque quizás han visto una falta de implicación de la sociedad, de sus
instituciones, de las familias y de los responsables en la formación, en resumidas
cuentas, por todos los que les rodeamos.
A pesar de intentar corregir
la situación descrita con normas impuestas desde los organismos oficiales, con
medidas que han sido exclusivamente coercitivas, está claro que estas leyes han
sido un fracaso y no han conseguido llegar a la raíz de la cuestión para que
los protagonistas a los que van dirigidas dichas leyes sean capaces de llegar a
una reflexión crítica y positiva, que les ayude a interiorizar unas actuaciones
responsables en la sociedad que le ha tocado vivir y se pueda llegar a modificar
su conducta. La cuestión no es tanto de legislar, sino de asumir la necesidad
de una puesta en común de toda la sociedad para los aspectos más simples que
están relacionados con el día a día de nuestras relaciones humanas. Hay que
humanizar nuestras relaciones, este sistema de vida que estamos llevando tan
vertiginoso, nos ha hecho frío en el trato, distante en las conversaciones,
desconfiados con todo y por todo.
Está claro que lo que
llamamos madurez de la persona determinará que a partir de la autocrítica pueda
existir una propuesta personal de cambio,
pero al mismo tiempo observamos como en la actualidad hemos creado generaciones desfasadas de la
realidad excesivamente ancladas en el aspecto material, bastante hedonistas, en
donde sus prioridades son el poseer y disfrutar sin recoger los frutos de un
trabajo con sacrificio.
Pero ¿qué es lo que les ha
tocado vivir hasta la fecha a estos jóvenes?, pues han estado viendo una
sociedad que no era real, en donde se accedía fácilmente a servicios y bienes
porque daban facilidades para ello, sin pensar realmente si esa estructura de
bienestar material ficticio se podía mantener en el tiempo, generando unas
expectativas falsas de que todo vale, se les transmitía de forma directa o
indirectamente que total si algo público se rompe o se estropea, se pone otro
nuevo, a fin de cuentas, mi familia con sus impuestos lo paga.
Independientemente de la
mala situación económica que estamos viviendo en estos últimos años, en estos
momentos todo lo que nos está ocurriendo de recortes, precariedad, austeridad,
etc…, ha ayudado para quitarnos la venda que teníamos en los ojos de forma
violenta, rompiendo burbujas, bañeras, cuarto de baño y todo lo que giraba en
torno a ese “Estado del Bienestar” que tanto soñamos y nos ilusionaron con
ello, pero que no supimos reconducir ni mantener, y utilizo la primera persona
del plural, porque mantuvimos a los responsables de este desastre, con puro
conocimiento, ya que nos dedicamos a
mirar para otro lado cuando las cosas estaban mal a sabiendas sin poner remedio
y ahora nos toca afrontar la realidad, una realidad muy dura, no para todos
igual, pero dura.
Trascendencia
de la familia en el proceso educativo
Tenemos que analizar el
papel de muchas familias que con un planteamiento erróneo han evitado a sus
hijos información necesaria de las necesidades de la familia, ahorrando las responsabilidades propias de
cada edad, no han sabido enseñar el sufrimiento
del sacrificio y el esfuerzo, porque consideraban que era innecesario para
comprender decisiones familiares. Se pensaba que siempre iba a ser todo de
color de rosa y como consecuencia de ello, hemos creado a personas que tienen
miedo al fracaso, con bajo nivel de frustración, que tienen muy bajo el
espíritu de superación ante cualquier contratiempo y eso les ha generado
frustración y como consecuencia, abandonar proyectos por no poder ver
alternativas, si además ese sacrificio suponía un esfuerzo personal adicional.
Una parte importante de
jóvenes están acostumbrados a que se le solucionen todo y por eso se quejan de
todo y por todo, cuando suspenden un examen o no han conseguido mantener un
puesto de trabajo la culpa es de los demás, no son capaces de asumir su posible
fracaso o incompetencia y como consecuencia de ello, su nivel de frustración es mínimo y eso genera
infelicidad e insatisfacción personal y lo peor es que no saben qué hacer para
corregir esa hecatombe y si lo saben les cuesta ponerse a andar porque supone
un sobreesfuerzo al que no están acostumbrados.
Muchas veces son las propias
familias las que ocultan situaciones reales conflictivas a sus hijos para
evitar los malos momentos del día a día familiar, tapando problemas económicos,
generando una burbuja de irrealidad tan grande, que han perdido una parte
importante del camino que tendrán que volver a andar, pero con más años y con
la mochila cargada de frustraciones innecesarias.
Vemos que en la actualidad
existe un porcentaje de familias desestructuradas y otras cuyos proyectos de
vida son el día a día y en ese día no está el escuchar lo que piensa y hace su
hijo, porque ya desde edades tempranas vemos como hay padres por ejemplo que no
son capaces de aguantar una pataleta del niño y que para evitarla ceden y
otorgan el antojo, no tienen ni las herramientas, ni los conocimientos para
corregir sobre la marcha una respuesta inadecuada y malsonante por parte del
hijo, el no reprender comportamientos nocivos y agresivos de sus hijos y que
puedan repercutir en los que le rodean, todo eso a la larga pasa factura y por
desgracia, siempre a pagar.
Quizás esté confiando en
demasía de la capacidad individual de un joven, que ha partido de una realidad
equivocada, cuyo modelo social es nulo o erróneo para las metas que se pretenden
perseguir. Un grupo importante de los mismos, carece de modelos válidos a
seguir, fijándose exclusivamente en los estereotipos equivocados y que se
reflejan en los medios de comunicación.
Oímos hablar de niños
emperadores, de niños acosadores con los iguales, con sus padres o con sus
profesores, oímos hablar de estadísticas que nos muestran los porcentajes cada
vez más altos de jóvenes que apoyan la pena de muerte y justifican la violencia
sexista, de embarazos prematuros a pesar de tener toda la información y medios
para evitarlos al alcance.
¿Ayuda
realmente la sociedad y el sistema a educar?
Vivimos en una sociedad en
la que cada vez se invierte más en educación con la finalidad de conseguir
perpetuar de forma óptima la especie mejorando la calidad de vida y vemos que
el efecto real de esos gastos es el contrario, dejemos de echar las culpas a un
cabeza de turco, los culpables somos todos, pues no hemos dado la importancia
real a la participación en este proceso, cualquier medida que se intente
aplicar, será un fracaso si no se llega
a un consenso y compromiso de aplicación por parte de todos (Estado, familia,
sociedad, educadores, etc…).
No voy a entrar de forma
pormenorizada en los niveles mínimos de conocimiento y cultura general que
manifiestan los datos conocidos, pues la forma de cómo debía repercutir la
adquisición de conocimientos en beneficio personal supone al fin y al cabo la
consecuencia de un trabajo personal y memorístico y en estos momentos para ese
gran grupo de jóvenes no es del interés personal como debiera ser, por tener aferrados
modelos erróneos.
No es del todo justo echar
la culpa a los jóvenes de los bajos niveles e intereses culturales y del poco
interés por aprender, vuelvo a repetir que algo hemos hecho mal los adultos,
cuando no hemos conseguido engancharlos a ese carro del conocimiento y madurez
necesaria para que ellos mismos puedan desenvolverse.
¿Siguen
siendo los padres referentes para sus hijos?
Cuando nacieron nuestros
hijos, a ningún padre nos entregaron un manual de funcionamiento de lo que
debíamos y no debíamos hacer en la educación de nuestros hijos, nuestros
referentes educativos fueron nuestros padres, que con sus virtudes y sus
defectos nos enseñaron a caminar por el mundo y de todas esas experiencias
vividas en la familia tomamos unas cosas y otras las desechamos por no estar de
acuerdo y a partir de ahí aplicamos el sentido común que teníamos cada uno, que
por supuesto es tan dispar como personas
existen en este planeta y por eso en
gran medida nos está pasando, que cada uno educa a su hijo mirando para el lado
que quiere, o tapándole los ojos para evitar cualquier complicación momentánea,
sin tener en cuenta las repercusiones de futuro con la dejación de decisiones
adecuadas.
Nosotros vamos a ser el
referente para que nuestros hijos eduquen a nuestros nietos, ¿estamos haciendo
lo correcto?, esa es una pregunta que dejo en el aire, para que cada uno la
reflexione en casa y piense si la hoja de ruta que se ha fijado es la correcta
para él y para el futuro de sus hijos. Los seres humanos somos imitadores por
naturaleza, en unas edades más que en otras.
Es inimaginable la
ascendencia que ejercemos los padres sobre nuestros hijos sin darnos cuenta, en
el ámbito educativo como decía un compañero de trabajo refiriéndose a los
alumnos “los hijos de tigre salen
rayados”, todo esto tiene relación con la importancia e influencia que
tiene la familia y el día a día con los hijos, los niños reflejarán la forma de
vivir, los ejemplos, las aficiones, los defectos, las virtudes, las tendencias
y hasta los gustos, aunque ya en edades adultas podamos crear nuestras propias
formas de vida.
En el entorno familiar se va
creando a la persona que será en el futuro, si nos equivocamos o hacemos
dejación de nuestras responsabilidades las consecuencias se verán a largo
plazo. En la educación de nuestros hijos no existen recetas mágicas, pues lo
que para uno puede servir, para otro tiene el efecto contrario. Cada uno
escribe su propio libro con una intensidad acorde a la voluntad, sentido de
responsabilidad y formación que tenga.
Replanteamiento
de los modelos de convivencia
Hace falta que eduquemos a
nuestros hijos en la austeridad y que aprendan a valorar lo que cuesta
conseguir las cosas en general en el día a día, estar en pié y ser feliz, eso
no significa tener un planteamiento conservador, simplemente disfrutar del
presente planificando el futuro, teniendo en cuenta los fallos del pasado para
no repetirlos.
Como decía Arturo Pérez
Reverte en una entrevista que le hizo Jordi Évole en el programa “Salvados”, “hay que hacerles ver a los jóvenes, que el
mundo es un lugar peligroso” y se
tienen que adquirir las herramientas para superarlo, hay que estar preparado para mejorarlo.
Hay que enseñarles a ser
conscientes de su propia realidad y de los límites reales a los que tiene que
enfrentarse, para que busquen las soluciones que signifiquen sobreponerse a la
adversidad y de esa experiencia hacerla un aprendizaje de lo que tiene que
hacer.
Hay una página web de
gastronomía en internet que se llama www.somosloquecomemos.org y ese
encabezamiento me hizo reflexionar que verdaderamente el nombre de esa web, se
puede ampliar a “somos lo que vivimos”.
Mis acciones y pensamientos en la actualidad son consecuencia de todas mis
experiencias y conocimientos adquiridos, por lo que si no vivimos en cada
momento lo que corresponde, estamos dejando de percibir esa enseñanza necesaria
que ayudará a forjar nuestra forma de ser y pensar que me ayudará a tomar las
decisiones adecuadas en cada momento.
Al igual que ocurre en los
equipos de trabajo, en donde todos luchan por una misma meta para conseguir el
mismo objetivo, deberíamos ponernos de
acuerdo para unificar conductas de comportamientos comunes en las que respetando los caracteres de cada uno,
podamos partir de una premisa general sobre enseñar lo que está bien y lo que
está mal, al margen de las ideologías. Hay
que decir en voz alta que todos
necesitamos un repaso de lo que se tiene que hacer para educar correctamente a
nuestros hijos, todos creemos que lo hacemos perfectamente y no es así, al
margen de los niveles adquisitivos y culturales de cada uno, nos estamos
perdiendo en la parte alta de la montaña, sin ver como se formó la misma, que
si esa montaña no tiene una base fuerte que se sustente, cae con el paso de
cualquier fenómeno adverso de la naturaleza.
Parece que tengamos miedo a
decir las cosas por su nombre y que marcar pautas de funcionamiento en una
sociedad democrática como la que vivimos es ir contracorriente, hay que decirlo
en voz alta ¡TODO NO VALE!, y como todo no vale tenemos que volver a señalar
las cosas como deben hacerse para que podamos convivir mejor, que es lo que realmente
pretendemos. Quizás deberíamos aprovechar esta situación general de crisis para
cambiar de forma radical los principios educativos de la sociedad, porque la
mentalidad no puede ser volver a los patrones equivocados del pasado, eso
generará un bucle permanente de crisis de valores.
Vivimos en otro escenario
muy distinto a épocas anteriores, durante la dictadura se luchó para conseguir
una sociedad más justa, libre, plural, en donde prevaleciera el estado de
derecho al margen de las arbitrariedades individuales y como meta llegar al “Estado
del Bienestar”, pero esto no significa que se tenga la idea que se pueda hacer
un uso inadecuado de las conquistas alcanzadas y que se piense que todo es de
todos y por ello yo hago lo que quiero y cuando quiero, algunos piensan incluso
que por ser elegido tienen más privilegios y prebendas que el otro y de ahí
viene la corrupción, la desigualdad, la injusticia, la insolidaridad etc..
La ciudadanía está contemplando
como la autoridad muchas veces mira para el lado contario para no reprender,
por no sentirse apoyada ni legal, ni judicialmente, los que delinquen quedan
impunes, los que matan y roban, cumplen sus condenas limitadas y a la calle.
¿Es esto que estamos viviendo por lo que luchamos durante tantos años? ¿Es este
el futuro que queremos para las generaciones venideras? ¿Estamos haciendo
realmente la España que queremos para nuestros hijos o la que nos dejan hacer?
Soy consciente que en este
artículo hay tantas cosas que reflexionar, que daría pie a crear debates
individuales de cada párrafo o renglón y por supuesto con posturas encontradas,
pero que a través del dialogo se pueda llegar a una entente cordiale sobre todo porque nos estamos jugando tantas
cosas, que no hacer un alto en el camino y ver cuál es el destino que tengo que
elegir puede originar un retroceso tan grande que sería una lástima perder todo
lo andado.
*Asesor
y Consultor Educativo.
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