El David obra de Gian Lorenzo Bernini 1623 |
*Ignacio
Pardo Luzardo
Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 14.03.2014
http://www.laprovincia.es/opinion/2014/03/14/ensenar-aprendan-fracasos/595939.html
Publicado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria 14.03.2014
http://www.laprovincia.es/opinion/2014/03/14/ensenar-aprendan-fracasos/595939.html
Hace tiempo pude leer en el
“MailOnline”, que el director de uno de los colegios más prestigiosos del Reino
Unido, hacía una crítica a las familias por la creciente obsesión que estas
tenían para que sus hijos obtuvieran las calificaciones más altas, para poder
acceder a las mejores universidades del Gran Bretaña, generando una enorme
presión académica sobre los alumnos y descuidando otros aspectos educativos que
son más integrales y básicos en la vida.
Una cuestión importante que
dijo el Sr. Harman, es que los alumnos cada vez son más incapaces de manejar el
fracaso y señala que las familias “en lugar de centrarse solo en los resultados
académicos, los padres deberían ayudar a sus hijos desde pequeños a aprender a
fracasar, para que de esta forma puedan aprender de sus errores, ser más
autosuficientes, ingeniosos, competentes y confiados”.
Está claro que todo lo que
señaló el Sr. Harman sobre las orientaciones que dan a las familias de sus
alumnos, son asumidas totalmente para las familias de nuestro país y quizás
para el mundo occidental desarrollado. Vemos en estas últimas décadas como
actúan los padres y madres con sus hijos desde que son pequeños hasta casi la
adolescencia y si me apuran, unos años más, evitando que los niños aprendan de
forma natural procesos de la vida indispensables para saber actuar de la forma
conveniente en cada ocasión.
Muchas veces las familias no
están dejando espacio para que sus hijos se equivoquen, porque piensan que los
niños se pueden frustrar si lo hacen mal, y la alternativa de los padres es que
lo hacen todo por ellos, o evitan acciones que suponen para el hijo un
sacrificio personal necesario para su aprendizaje, para que tenga más tiempo de
juego, o que terminen antes, dejando de lado enseñanzas que da la vida, esas
que no están escritas en ningún libro y que hasta que no las vivan en propia
piel, no las van a interiorizar y de nada sirve que los adultos les digamos:
“que eso no se dice”, “que eso no se hace” o “que eso no se toca”, ellos tienen
su propio ritmo de aprendizaje, que tienen que ajustar en función de sus
propias experiencias.
Hoy en día son muchos los
padres y madres que piden orientación en todo lo concerniente a la educación de
sus hijos, porque están muy perdidos, cada vez se les exige más a los colegios
a través de las tutorías y a sus profesores para que se involucren en instruir
a las familias sobre lo que se debe o no hacer con sus hijos en aspectos que
trascienden a la propia enseñanza colegial, reclamando Escuelas de Padres y los
colegios, conscientes de esa realidad, cuelgan en sus páginas web sugerencias generales
de actuación para aspectos muy puntuales, señalando características generales
de cada etapa evolutiva. Pero cada familia y su hijo es un mundo y son muchos
padres a los que cada vez les cuesta más mantener una decisión ante el poder
enorme que su hijo ha ido adquiriendo en el entorno familiar, por no saber
decir no a tiempo y saber mantenerse. A veces ese poder ejercido por el hijo en
el seno familiar, con el paso de los años ha generado en violencia física o
psicológica hacia sus progenitores, y por mucho que nos pese, es una realidad
de la que nadie puede sentirse orgulloso, más bien lo contrario. ¿Acaso no
hemos visto como de esta lamentable situación de desorientación en la formación
de sus hijos, que están viviendo muchas familias en una escala determinada, se
han hecho programas de televisión, que cuando los vemos, nos escandalizamos por
el contenido de lo que estamos viendo y
a la vez pasamos vergüenza ajena y no damos crédito de lo que sucede en cada
una de las familias protagonistas de los mismos? Cuando uno no sabe, lo mejor
es pedir ayuda a profesionales, pero hay una enseñanza que da la vida y es que
los trapos sucios se lavan en casa, el airear a los cuatro vientos lo que
hacemos o dejamos de hacer en el hogar familiar no es bueno para nadie de esa
casa.
Por otra parte, no hace
mucha falta que tengamos que ver programas de televisión para darnos cuenta de
la generalización de esa falta de valores, y de educación que se está
produciendo hoy en día, solo hay que salir a la calle y ver el trato que
algunos dan a nuestros mayores, su vocabulario, la forma que tienen de dirigirse
entre ellos, las modas según estereotipos, parecen clones de modelos importados
de otras culturas y países. A veces da miedo pensar, que en un futuro, alguno
de ellos serán los que puedan llevar las riendas de una empresa, o que puedan
llegar a ser los representantes políticos de unos ciudadanos. Comento esto, porque
por desgracia, sabemos por experiencia, que no siempre los mejores preparados,
son los que ocupan los cargos de responsabilidad en una sociedad tan
competitiva como la nuestra.
Queramos o no, nos estamos
equivocando en la forma de educar a nuestros hijos y estos errores tienen
consecuencias que se verán a largo plazo, por lo que para evitar que sigamos
cayendo en estas equivocaciones, se han elaborado distintas pautas prácticas
dirigidas a los padres y que pueden ayudar con respecto a la educación de sus
hijos desde edades tempranas, y que son las siguientes:
No anticiparse a los errores para evitarlos. Analizar junto con su hijo lo que ha ocurrido, qué se ha hecho de forma correcta y qué se puede mejorar.
Si necesita ayuda su hijo, hay que averiguar qué es lo que realmente demanda. Quizá lo que pida no coincida con el apoyo que se le iba a ofrecer.
Permitir que sus hijos se desenvuelvan solos, aunque tarden en hacer las cosas.
Darle pequeñas responsabilidades acorde a su edad para cumplir sin la necesidad de que, posteriormente, haya un adulto presente (recoger los juguetes, dejar la ropa en el cesto, bajar la basura, hacer la cama...).
Favorecer sus relaciones sociales con los iguales para potenciar el desarrollo de su personalidad en otro contexto que no sea el familiar.
Ante las situaciones de miedo, en lugar de evitarlas, hablarles de lo que va a pasar y transmitirles apoyo. De esta forma su ansiedad disminuirá.
Proteger a los niños de los peligros reales pero sin llegar al extremo de convertirles en unas personas miedosas.
Hay que recordar que nuestros hijos no nacieron con manual de instrucciones para seguir según sus edades y momentos. Hoy en día cualquier ayuda que contribuya a mejorar la educación de los niños se agradece, porque hay muchas familias que han perdido los modelos o no se han sabido adaptar a los nuevos tiempos de cambio, tolerancia, respeto, coherencia con sus ideas, pluralidad, autoridad no autoritarismo, saber escuchar, dialogar y sobre todo querer a los hijos porque son lo más grande que tenemos.
No anticiparse a los errores para evitarlos. Analizar junto con su hijo lo que ha ocurrido, qué se ha hecho de forma correcta y qué se puede mejorar.
Si necesita ayuda su hijo, hay que averiguar qué es lo que realmente demanda. Quizá lo que pida no coincida con el apoyo que se le iba a ofrecer.
Permitir que sus hijos se desenvuelvan solos, aunque tarden en hacer las cosas.
Darle pequeñas responsabilidades acorde a su edad para cumplir sin la necesidad de que, posteriormente, haya un adulto presente (recoger los juguetes, dejar la ropa en el cesto, bajar la basura, hacer la cama...).
Favorecer sus relaciones sociales con los iguales para potenciar el desarrollo de su personalidad en otro contexto que no sea el familiar.
Ante las situaciones de miedo, en lugar de evitarlas, hablarles de lo que va a pasar y transmitirles apoyo. De esta forma su ansiedad disminuirá.
Proteger a los niños de los peligros reales pero sin llegar al extremo de convertirles en unas personas miedosas.
Hay que recordar que nuestros hijos no nacieron con manual de instrucciones para seguir según sus edades y momentos. Hoy en día cualquier ayuda que contribuya a mejorar la educación de los niños se agradece, porque hay muchas familias que han perdido los modelos o no se han sabido adaptar a los nuevos tiempos de cambio, tolerancia, respeto, coherencia con sus ideas, pluralidad, autoridad no autoritarismo, saber escuchar, dialogar y sobre todo querer a los hijos porque son lo más grande que tenemos.
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