Artículo publicado el 9 de noviembre de 2023 en la página 28 de la sección de Opinión del periódico La Provincia de las Palmas de Gran Canaria
Llevamos años conociendo
noticias de ámbito nacional o internacional de jóvenes menores de edad que ofenden,
insultan y agreden violentamente con armas blancas a docentes o compañeros de
clase y otros tipos de peleas en la vía pública que graban y luego suben a
internet. Este es el hecho objetivo de que existe, pero nadie está poniendo los
medios para que esto no se repita.
Veamos que antecedentes son
los que nos encontramos para poder analizar cómo hemos llegado a estos niveles
de agresiones físicas y verbales y que cada vez se van incrementando en todos
los ámbitos de nuestra sociedad, sea familiar, educativo, en espacios de ocio,
deportivos, etc.,
Esto no surge porque si,
existen muchos motivos, pero ahora de repente estamos viendo un caldo de
cultivo desde el seno familiar, en donde no se ha sabido inculcar los valores
necesarios a esos niños desde edades tempranas, que los conflictos sean del
tipo que sean, se solucionan con violencia sea del tipo que sea, el mensaje que
escuchamos que les transmiten a sus hijos es el de la Ley del Talión, “ojo
por ojo y diente por diente, si te pegan devuélvelo”.
Nos han acostumbrado a vivir en
una sociedad que necesita sentirse vigilada para cumplir las normas, ver a una
autoridad como pueda ser la familia, los docentes o las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado, y que por desgracia cada vez ejercen menos autoridad, sin
saber inculcar a sus hijos, docentes y ciudadanos, que además de derechos,
tenemos obligaciones con nosotros mismos y con los demás y que se podría
sintetizar con la máxima de que “lo que no quieras para ti, no se los hagas
a los demás”.
Las pandillas y los grupos de
presión siempre han existido, en los que se alientan a más agresión, pero
resulta que esta bomba de relojería que se está creando entre muchísima
juventud, nos va a estallar a todos cuando menos lo esperemos. Solo les falta una
ideología totalitaria y armas, para verlos como salvadores de su patria.
Resulta que vivimos en una
sociedad para la que no estamos
preparados, o mejor dicho, nadie sabe cómo actuar con tanta información que se
da por válida por el mero hecho de que aparezca en cualquier medio de
comunicación, dando total credibilidad y veracidad a las conductas y acciones
que se han producido a nivel nacional o en otros países o culturas distintas a
las nuestras, intentando hacerles como propias o imitar modelos que se ven en
amigos, familias o en películas o series que están dirigidas para mayores de 18
años (aunque hoy en día la madurez de los 18 años no es la misma de
generaciones anteriores) y que sus padres o tutores legales les permitan ver e
identificarse con conductas inadecuadas socialmente y que no está ayudando a
formar a ciudadanos libres y democráticos para el futuro.
Ya solo falta escuchar de los
padres, que estamos haciendo un mundo de una estupidez infantil, en la que su
hijo agredió físicamente o verbalmente a un profesor o a una compañera, que su
hijo es un niño y que esas agresiones no son por ver lo que quiere y en casa no
lo han visto, sino que seguro es porque su hijo respondió de esa manera por
algún motivo al compañero.
¿Qué es lo que está pasando
con las violaciones grupales de jóvenes y no tan jóvenes?, ¿Qué educación y
valores han tenido esos violadores en sus casas o entornos sociales?, porque lo
que sí está claro es que en los colegios no existe ningún contenido curricular
que toque ese aspecto tan repugnante y que nos degrada a lo peor como seres
humanos.
Por desgracia he tenido que
vivir experiencias que rayan en la delincuencia con alumnos de 3º de la ESO,
cuando son capaces de ponerse de acuerdo en grupo durante la hora de clase,
saltándose los programas parentales de los portátiles, para utilizar las redes
sociales y amparándose en el anonimato que les permite, crear noticias falsas
sobre padres de familia diciendo que venden drogas en su negocio, o que es un
violador, o que es un pederasta, o ridiculizan a un compañero y al final según
ellos todo es una broma y no les pasa nada, ya que pasado un tiempo no quedan pruebas que
aportar a las fuerzas de seguridad del Estado. Todo no vale y las familias no
están siendo conscientes de ello y de sus consecuencias a largo y corto plazo.
Ya está bien de estar con
paños calientes con todos estos temas, en donde los que acompañan a los menores
de edad se están aprovechando de esa inimputabilidad para salir de rositas de
delitos que con 18 años tienes que ir a prisión.
Desde edades tempranas los
niños saben perfectamente lo que está bien y lo que está mal y sobre todo
cuando tienen una familia detrás que participa en una sociedad democrática y
plural, cuya principal misión en esta vida es formar a su hijo para que sepa
desenvolverse de forma autónoma en el mundo que le va a tocar vivir.
Tenemos una legislación
garantista y protectora de los menores de edad, pero cuando se cruza esa línea
delgada de lo que se puede hacer o no se puede hacer con determinada edad de
forma intencionada, las víctimas son las grandes perjudicadas de esos agresores
y violadores que son menores de edad y aparece la inimputabilidad, en la que
tienen que ser los tutores legales, lo que asuman las consecuencias de los
actos de los menores a su cargo. El art. 19 del Código Penal español dispone
que “los menores de 18 años no serán responsables criminalmente con arreglo
a este Código Penal”. Puesto que se piensa que las personas por debajo de
cierta edad no deben ser introducidos en el sistema penal, ya que se piensa que
todavía es posible completar su educación social a través de medios
mayoritariamente pedagógicos (familia, centro educativo y sociedad).
Antes de que un niño llegue a
una pandilla, tiene que pasar por una educación en casa para que sepa decir no y,
por consiguiente, todo empieza y termina en la familia y por desgracia la
familia está intentando diluir sus responsabilidades utilizando el ventilador,
repartiendo la porquería para todos cuando sus hijos se meten en problemas,
menos para las personas que tienen toda la carga en la educación que son el
padre y la madre del niño. Los problemas no surgen porque sí, todo tiene un
inicio, es ahí donde tenemos que apoyar a las personas con responsabilidad en
la educación de los niños.