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La sonrisa de alas flameantes. Joan Miró. 1953 |
Artículo publicado en la página 22 de la sección de Opinión del períodico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria
Comenzaremos otro curso escolar en
septiembre en iguales o peores condiciones que el anterior, lleno de
incertidumbres, con infinidad de cuestiones cruciales pendientes sin resolver a
nivel de educación general y como se suele decir y la casa sin recoger.
Cuando hablamos de educación hay
muchos que se ponen de perfil, para que no los señalen, pensando que la
responsabilidad se diluye, cuando son muchas las personas e instituciones que
intervienen en la formación de los alumnos.
Cada uno podemos pensar que la
responsabilidad final la tiene el siguiente en el escalafón y así podemos estar
mareando la perdiz hasta el infinito, y con esta situación de precariedad los
grandes perdedores, siguen siendo los alumnos, que no entienden lo que pasa a
su alrededor, una sociedad cambiante e inestable, con contenidos y valores cambiantes
trastocados, carente de seguridad moral, de principios democráticos positivos
que sepan aplicar para erradicar aspectos negativos que vemos como se han
generalizado en todos los ámbitos y los tenemos que estar dando como buenos
porque no hay referentes positivos que los contrarresten. También hay que decir
que esto no se reconduce con una varita mágica, ni con una vuelta al pasado.
Entre todos tenemos que poner las bases de la nueva sociedad que queremos por
el bien de todos y los que tienen las herramientas, como siempre, están mirando
para Cuenca.
Debemos actuar de forma inmediata
para enmendar muchas actuaciones recientes que afectan al día a día de nuestra
juventud, ¡pero hay que hacerlo ya!
Pensamos que al igual que ocurre
en el mundo de los adultos, estamos en una espera permanente a ver qué pasa con
todo lo que se deben hacer en el desarrollo de la educación, sin embargo es
fundamental corregir la desidia, el aburrimiento, la desgana y desmotivación
con la que nos estamos encontrando en varias generaciones de jóvenes, que les
hemos insistido en que siempre deben estar preparándose, porque esta nueva
sociedad que les hemos dejado es trepidante, pero no por ello significa que sea
mejor, ni con más oportunidades, mientras nosotros, los adultos, no nos
pongamos de acuerdo con lo que queremos.
Vemos a nuestros hijos
deambulando de un lado para otro, de un país a otro, buscando una estabilidad
que no les llega y que ven cada vez más lejana y que los años pasan y que
tienen que seguir preparándose y no llega su momento, para terminar escuchando
que están sobre preparados con sus titulaciones. No les llega el famoso tren de
la oportunidad del momento justo, pero es que no les está llegando nada, y
cuando les llega algo, es para aprovecharse de ellos.
No pido un estado paternalista y
protector, sino que la igualdad de oportunidades para todos sea real en función
de los méritos y preparación. A igual formación, igual posibilidad de acceso y
remuneración.
Me duele ver a jóvenes y no tan
jóvenes como están día tras día esperando y buscando su momento para poder
estabilizarse y emanciparse de la familia y que como nosotros en su día, tengan
su oportunidad de vivir su propia vida sin depender de nadie.
Encima tenemos que dar las
gracias que estos jóvenes tengan unas familias que les sigan ayudando cuando
pueden, porque ellos no alcanzan a hacer frente económicamente a nada, y tienen
que aceptar cualquier trabajo, antes que nada. Es lamentable ver cómo se
aprovechan de ellos quienes presumen de que ya hemos superado lo peor de la
crisis y que se han estado frotando las manos, para que pudieran ejercer un abuso permanente, viendo
como el mercado laboral y las
condiciones laborales y económicas son cada vez más precarias, los grandes
beneficiarios de todo esto son los de siempre con otras caras y con menos años,
los que quieren hacer su riqueza gracias a necesidad de los demás, bien sea por
viviendas caras, salarios que no alcanzan para un sostenimiento normal,
servicios insuficientes y mal atendidos, y un largo etc.
Cómo vamos a pretender que esta
juventud avance si no hemos hecho nada para que su situación tenga una garantía
de futuro y encima salen informes como el del Ivie y la Fundación BBVA para
2065, señalando que esta tardía salida del domicilio familiar e incorporación
al trabajo tiene como consecuencia una prolongación de la vida laboral hasta
los 70 o 71 años, para poder percibir una jubilación digna.
La solución por ahora, no la
tenemos nadie, pero por lo menos deberíamos intentar poner la mejor voluntad
entre todos para hacerles una vida un poco mejor de la que tienen en la
actualidad.