El Doríforo de Policleto escultura griega del siglo V a. C |
Publicado el miércoles 11 de marzo de 2015 en la página 31 de la sección de opinión en el periódico La Provincia
Hace días se publicaba en el periódico El Mundo una noticia sobre el encuentro multitudinario que se realizó en Palma de Mallorca con motivo de la celebración del 10º Aniversario de la Escoleta Asima. Con tal motivo, se invitó a César Bona, nuestro único candidato español al mejor maestro del mundo, ante un auditorio de 1500 personas del sector de la educación, ávidas de conocer experiencias y métodos nuevos que funcionen e ilusionen a los niños en su proceso de aprendizaje. No debemos olvidarnos, que la principal preocupación de los docentes, sea cual sea el nivel en el que trabajen, es estar actualizado y evaluar su labor para mejorar cómo hace cada día su cometido, pensando lo que dice, cómo lo dice y lo que hace, para que sus alumnos puedan crecer como personas e interiorizar y asimilar todo aquello que posteriormente le van a exigir para desenvolverse.
Lo cierto es que allí donde va, el aforo de los recintos siempre está lleno hasta la bandera para este maestro de Primaria natural de Aragón, exponiendo en sus charlas la forma que tiene de entender la educación y trabajar en el aula con sus alumnos, y eso debe servirnos a todos, para darnos cuenta que los responsables de educar a sus alumnos en cualquier parte de España, se interesan y quieren ver como otros compañeros están logrando unos niveles muy altos de éxito con sus educandos, para poder aplicarlo con los suyos, comprobando que con las nuevas metodologías, sus estudiantes puedan alcanzar no solo aspectos de conocimiento y competencias, sino que también sepan asumir responsabilidades e interioricen valores. La máxima que César Bona aplica en sus clases es que: “sin esfuerzo no hay recompensa”, convencido que a muchos docentes les gustaría asumir ese principio para trabajar con su grupo de clase.
En educación no es cuestión de hacer una competición para ver quién es el mejor, pero lo que sí está claro con el ejemplo de este maestro, es que no hace falta irse a otros países, a grandes ciudades o colegios imponentes, o a informes de la OCDE que nos digan lo que tenemos que hacer, para encontrar docentes que empeñan sus vidas en buscar nuevas formas de enseñanza y aprendizaje, implicando no solo a los niños, sino también a sus familias como un elemento fundamental en todo ese proceso, aplicando lo que señala Sergio Ramírez Mercado escritor y exvicepresidente de Nicaragua que dice: “la mayor revolución es ver el mundo como lo ve el otro”.
Los cierto es que César Bona ha puesto en práctica, lo que muchos docentes han venido realizando desde hace años, de forma silenciosa y anónima en su trabajo diario, esperando únicamente ver como sus alumnos consiguen dominar algo que en su día le resultó imposible alcanzar, o superen los obstáculos que con el paso del tiempo les van apareciendo. Pero ese trabajo es una labor constante que se consigue con dedicación y partiendo de la premisa, que como todo en esta vida, el respeto hay que ganárselo cada día, sin dormirse en los laureles.
Por desgracia en este país solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y ahora todos los medios de comunicación ponen a este maestro de 42 años, como modelo de lo que debería ser el proceso de aprendizaje para la educación en España, desde que se proclamó su candidatura al “Global Teacher Prize” considerado el Nobel de enseñanza, que está organizado por la Varkey Gems Foundation, que valora el trabajo de los docentes que abren la mente a sus alumnos y les hacen pensar más allá de lo establecido. Sin quitar el valor que se merece esta persona, porque ha sido capaz de romper e innovar, teniendo la iniciativa de hacer lo que ha hecho cada día desde su puesto de trabajo, motivando a los alumnos y siendo un ejemplo y modelo para el resto de los maestros españoles. Tenemos que ser conscientes de nuestra realidad en estos momentos tan difíciles para todos, porque sabemos que existen muchos César Bona en todo el territorio nacional y nos sentimos orgullosos y satisfechos que un español nos represente y sirva como ejemplo a seguir para todos en esta profesión.
Aprovecho para hacer una reflexión sobre la docencia y circunscribirla a nuestra realidad cotidiana, todos sabemos que aquí están corriendo tiempos tempestuosos para los que ejercen la enseñanza, en donde por parte de la administración y otros sectores suelen ponerlos por uno u otro motivo, a los pies de los caballos de forma permanente, generando un ambiente enrarecido de cara a la sociedad, minando el principio de autoridad y respeto. Se les cuestiona todo lo que hacen y como lo hacen. Asimismo, los políticos responsables de cambiar este sistema, tampoco ponen los medios para el perfeccionamiento docente, ni las herramientas necesarias para mejorar la enseñanza, aparentemente todo son parches. Los profesores tienen que buscarse los recursos por su cuenta para estar al día con las nuevas exigencias que demanda la sociedad, se burocratizan los procesos, cuando debería ser todo lo contrario. Se debería potenciar una profesión docente creativa y de calidad desde la Universidad, actualizando metodologías, fomentando la innovación, incrementando las plantillas de apoyo para los alumnos con dificultad y respaldarles de forma clara y contundente porque son y serán las personas responsables de formar a las futuras generaciones de españoles que intentarán levantar este país.
A pesar de todo lo descrito hay que decir que se sienten felices de hacer lo que hacen, de acompañar, formar y ayudar a crecer a sus alumnos cada día, preparándolos para que se integren en la sociedad con la ayuda de las familias. Los contratiempos aparecerán siempre y son elementos de los que hay que aprender para superarlos y crecer como personas.
Volvemos a lo mismo de siempre, ¡todo no vale! y hacen falta modelos positivos a seguir en todas las áreas de nuestra vida, que nos puedan servir de faro y ayuden a encauzar aquellos aspectos que consideramos positivos, para proyectarlos a los que nos rodean, y de esta forma mejorar la manera de entender nuestra vida y la relación con los demás. No debemos olvidar que esos modelos positivos también se deben encontrar en el entorno familiar, para que los hijos tengan unos referentes a los que imitar. No pidamos a nuestros hijos, lo que no ejercemos como educadores con ellos.
Los estudios de la cabeza de Abraham Grapheus. Obra de Jacob Jordaens Siglo XVII |
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