Bajo las olas obra de Kanagawa 1830 |
Ignacio Pardo Luzardo*
http://www.laprovincia.es/opinion/2014/07/14/aprendizaje-ninos-vacaciones/620294.html
Desde hace ya unas décadas está instituido en casi todas las familias en las que su economía se lo permite, el inscribir a sus hijos en los cursillos de verano o campamentos de verano presentados o camuflados de las formas más originales, con la intención de hacerlos atractivos y alternativos a lo que fue el ritmo de trabajo de 10 meses de curso escolar recién terminado. La razón fundamental es que los padres que pueden, tienen que trabajar en el mes de julio, y si no hay algún familiar que se haga cargo de los hijos durante ese período estival, hay que ingeniárselas para buscar una actividad lúdica que les ayude a los hijos a pasar ese mes de la forma más fructífera posible. Hay quienes aprovechan para reforzar en ese mes aspectos como el inglés a través de juegos en combinación con deportes, añadiendo montañismo, excursiones, piscina, acampadas en las que se incluye visión nocturna de estrellas, y un largo etcétera que la imaginación y el intentar enganchar a las familias pueda ayudar a convencer para que se matriculen a los niños en el mismo.
Dentro del amplio abanico de ofertas que aparecen, surgen a última hora algunos que queriendo alcanzar la luna, se han dado cuenta como si ahora, muchos descubrieran que la actividad de organizar el tiempo de ocio para los niños puede ser lucrativo y se lanzan a ofrecer cursos sin tener las mínimas garantías de ejecución de un proyecto, convirtiéndose al final dicho campamento de verano en una guardería para mantener a unos niños hasta que los padres dejen de trabajar, porque no se pueden quedar en casa solos.
Lo que si podemos constatar de forma fehaciente, es que la mayoría de los niños en los períodos vacacionales su tiempo no lo dedican precisamente al repaso de las materias estudiadas durante el curso, y que la mayoría de su tiempo libre (que es mucho), lo pasan delante de videoconsolas o de un televisor.
No planteo que los niños estén todo el día, en vacaciones con actividades vinculadas al mundo académico, pero lo que debemos tener claro es que durante los períodos vacacionales hay que fomentar en los niños actividades que mantengan su actividad cerebral activa.
También es necesario en verano que se estimule en los niños el desarrollo cerebral para que siga funcionando, a través de otro tipo de actividades que complementen las realizadas durante el curso escolar, y de esta forma sigan ejercitando las diversas capacidades. Como señala la psicopedagoga Ángela Prieto Gil”Está demostrado que el cerebro de los niños se desarrolla mejor, mientras más cosas diferentes le damos en que pensar, y si es a través del juego y la diversión mejor”. Hay que intentar estimular el aprendizaje mediante algo distinto a lo que han venido haciendo a lo largo del curso, salir de esa rutina es beneficioso si sirve para seguir aprendiendo. A veces pensamos que lo único que se les puede ofrecer está fuera del hogar y no es así, pues también en vacaciones, en casa pueden hacer actividades que se relacionen con fomentar su autonomía y valores personales como es la responsabilidad, el orden, la limpieza y la disciplina. Se les puede pedir ayuda para arreglar cosas, poner la mesa y otras cuestiones que requieran mayor responsabilidad de lo que habitualmente les pedimos.
Es importante que los niños sigan manteniendo hábitos diarios, y que no se descontrolen, para que cuando se reincorpore a su ritmo de clases, la vuelta no sea tan brusca. Ahora que los niños están más tiempo en casa, los padres deben intentar buscar estar más tiempo con ellos y buscar actividades entretenidas que puedan compartir, reforzando de este modo las relaciones familiares.
Todas las alternativas que impliquen un proceso de atención y aprendizaje son buenas: talleres, música, pintura, danza, lectura, teatro, deporte, idiomas, refuerzo educativo si lo precisara, realización de cuadernillos de verano, etc. Lo importante, es que el niño esté en contacto con otros niños de su edad, socializándose y potenciando estrategias de comunicación. Existen también otras formas de aprendizaje que no están vinculados necesariamente a un espacio físico concreto, a través de los viajes y las experiencias vividas en lugares distintos al que uno reside, pero para ello debemos insistir en que cuando se viaje con la familia, la mochila debe ir cargada de interés, ilusión y ganas por aprender y conocer la cultura, el arte, la gastronomía, las costumbres de otras ciudades o países, hay tiempo para todo si nos sabemos organizar y enseñar a nuestros hijos a disfrutar del paisaje, aunque haya momentos que no sea del gusto de todos, pero para ello es indispensable poner normas de uso de los aparatos electrónicos de entretenimiento y de juego que les puede impedir disfrutar del viaje.
El verano no puede suponer para los chicos una desconexión total respecto al proceso de aprendizaje, pues está demostrado por estudios de universidades americanas, que dejar de leer en verano, origina en el cerebro un retroceso entre dos y tres meses en destreza y a la vez, una pérdida de léxico.
Por lo comentado anteriormente sobre la pérdida de conocimientos adquiridos por no practicar en vacaciones, hay personas que cuestionan si el tiempo de vacaciones de verano de los niños es excesivo o no, ese es otro debate en el que tarde o temprano tendremos que entrar a nivel general, pero lo que debemos tener claro es que existe un agotamiento real de los niños después de diez meses de clases, y hay que hacer un paréntesis para iniciar con las pilas cargadas el curso siguiente, lo importante es facilitar el acceso para el aprendizaje y ayudar a los niños cuando se incorporen en su actividad escolar.
*Asesor- Gestor Educativo
Isabel de Portugal obra de Roger Van der Weyden hacia 1450 |
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