In icto oculi, obra de Juan de Valdés Leal realizada entre 1670-1672 |
Publicado en la página 34 de la sección de opinión del periódico La Provincia el sábado 7 de febrero de 2015
Semanas atrás hemos visto como Europa y el mundo occidental se echaba las manos a la cabeza horrorizada, porque unos fanáticos religiosos intentaron hacer prevalecer mediante la violencia y la muerte sus ideales religiosos, en un país que ha sido la cuna de las democracias contemporáneas, bastión de las libertades y de los avances sociales.
Nosotros en España también hemos sufrido las consecuencias de la intolerancia y el fanatismo con los atentados en Madrid del 11 de marzo de 2004, canalizando el odio mediante la violencia y muerte de unos inocentes. Las muertes violentas en ningún caso tienen justificación.
Vivimos en un mundo convulso, lleno de contradicciones e intereses, en donde todos los gobiernos se toman la justicia por su mano y prevalece siempre la ley del más fuerte y el que más dinero controla.
Pero hete ahí, que estamos todos los días con sobresaltos de todo tipo y rogando a todos los dioses, para que no se reproduzcan fenómenos violentos a nuestro alrededor, cuando sabemos que eso es casi improbable, por no decir imposible, somos tantas cabezas pensantes y cada una va por un lado, que es muy difícil aunar voluntades. Quizás consigamos ponernos de acuerdo en aspectos puntuales, si realmente existiera esa voluntad de consenso entre los que nos representan y rigen el país, pero eso es complicado, cuando lo que ha prevalecido hasta la fecha, ha sido intentar perdurar en el poder y no ceder parte de un programa en pro del bien general, porque todos y cada uno de ellos, tienen una forma muy particular de entender el bien general.
Si intentamos transpolar esos acontecimientos al ámbito de la educación, he de decir, que es muy difícil educar en un centro educativo en la tolerancia y respeto hacia los demás, cuando esos chicos salen luego a la calle y ven justo lo contrario de lo que se trabaja con ellos en el aula, pues cuando llegan a casa y ven entre los miembros de la familia falta de criterio, respeto, diálogo, crítica permanente y autoritarismo. También los debates y programas que ven los jóvenes en televisión, en donde la tónica general es que se produce lo contrario a lo deseado.
Hasta la fecha los colegios son como esos grandes laboratorios, que están proyectando y trabajando todo el día para sacar unos fármacos maravillosos que van a poder curar todas las enfermedades que hay en el mundo, para las que fueron diseñados, pero luego la realidad es muy distinta, pues ese medicamento que está disponible para acometer aquello para lo que fue preparado, llega la triste realidad y hace que se enfrente con un sinfín de intereses como puedan ser las compañías farmacéuticas, los intereses políticos y geoestratégicos de los gobiernos, las manipulaciones interesadas que se hacen por los partidos políticos y un largo etcétera. Al final resulta que aquello por lo que tanto se luchó en el laboratorio con unos científicos ilusionados para curar una enfermedad determinada, se fue perdiendo su efectividad real cuando el medicamento salió a la calle y en algunos casos hasta venció su caducidad, o surgió otra enfermedad.
¿Pero es que no se dan cuenta que estamos al filo del precipicio, aunque muchos digan que siempre hemos estado en ese mismo lugar desde que la vida es vida? Todos tenemos que comprometernos en aportar nuestro grano de arena desde nuestro pequeño mundo que gira alrededor, en casa, en la calle, en el trabajo, con los amigos. No tenemos que esperar que muevan ficha los demás, para que nosotros hagamos lo correcto.
Hay muchos que están pensando ahora de verdad, en las posibles repercusiones que podrá tener la victoria en Grecia de un partido afín en estrategia y contenido a otro español de reciente creación. En el ámbito educativo esa irrupción será bastante chocante, pues entre otras cosas, tan solo con lo que plasma en su programa con la intención de: “derogar el Plan Bolonia para la universidad española y la eliminación de cualquier subvención y ayuda a la enseñanza privada, incluida la modalidad concertada, destinando el ahorro a la financiación y mejora de los centros públicos” se va a montar la de San Quintín, pues lo que plantean es un auténtico revolcón, que muchos están deseando y otros están muertos de miedo.
Independientemente del porcentaje de votos y escaños que obtenga este nuevo partido, puede representar, el hartazgo al que han estado sometidos los españoles y todos sus sectores productivos con medidas impuestas, que si bien han podido ayudar a salir a este país de la crisis económica en la que se vio sumergida en la segunda mitad de la primera década del presente siglo, las consecuencias de sus medidas han afectado a tantos españoles alterando negativamente sus condiciones mínimas de vida hacia peor, que todos los partidos convencionales al uso, están asustados por las posibles repercusiones que puedan tener en los próximos comicios, al no saber estar a la altura de las circunstancias.
Se están haciendo muchas reflexiones sobre lo acontecido en estos últimos años y la necesidad de entender cómo es que está teniendo tanta ascendencia este nuevo grupo político en nuestro país, solo con mirar un poco a nuestro espejo retrovisor, nos podemos dar cuenta que aquellos años de bonanza económica, en los que tanto se despilfarró, cuando llegó la crisis, nos asustaron tanto e hicieron pensar que los únicos que podían solucionar este desaguisado eran los que habían estado siempre detentando poder económico y nos volverían a poner en los raíles de años anteriores de crecimiento especulativo, pero resultó ser que los rodillos nunca fueron buenos, porque se aislaron de la realidad de la mayoría de españoles que eran los que día a día en sus trabajos iban sacando el país hacia adelante, optando los vencedores por la solución más fácil, favorecer el despido y disminuir los gastos en aquellos aspectos sociales que eran indispensables y habían supuesto avances sociales desde la época de la transición. De un plumazo y con la facilidad que da una mayoría absoluta con votos prestados de todos los estamentos, se equivocaron en pensar que ellos solos eran España.
Finis gloriae mundi obra de Juan de Valdés Leal realizada entre 1670 y 1672 |
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