Entrega de las llaves a San Pedro, obra de Pietro Perugino hacia 1432 |
Está claro que en estos tiempos que nos está tocando vivir, hoy más que nunca prevalece aquél refrán que dice: “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”
Yo me centraré en el sector educativo, pero perfectamente podría ser aplicado a cualquier otra área de nuestro sistema productivo en el mundo globalizado en el que nos encontramos.
Debemos tener claro que por lo general, cualquier empresa es reticente al cambio, ya sea porque la titularidad no entiende la necesidad del cambio, o porque tenga miedo a las consecuencias que pueda tener en su organización, pero también puede ocurrir en casos excepcionales, que ese cambio lo lleven en sus entrañas y sean unos adelantados.
Muchos colegios funcionan a partir de ver lo que hacen los demás y lo intentan aplicar a su sistema de trabajo de la mejor forma posible, pero no existe una planificación previa real, ajustada a sus necesidades y a su proyecto de futuro con la implantación de una innovación, sin poseer los requisitos necesarios para su implementación. Los proyectos de modernización y actualización de los centros docentes, supone nuevas metodologías didácticas, adecuado uso de las TIC al trabajo diario del aula, otra forma distinta de organización interna , planes de comunicación adecuados, protocolos de actuación, planes de mejora, control de la calidad, más transparencia, etc.
Como venimos diciendo siempre, los colegios lo hacen las personas no las instalaciones y son ellas las personas, las que hacen que un centro esté en la cúspide, o en el anonimato. Cualquier proceso de cambio debe partir de las personas que trabajan en el mismo, que son las que tienen el contacto diario con los niños y sus familias, mientras no se asuma esta realidad por parte de los responsables en su gestión, jamás se podrá afrontar cualquier innovación del signo que sea.
Lo primero que hace falta para que se inicie un proceso de innovación en un centro educativo, es que exista un cambio de actitud y que esta actitud sirva como principio de todos los cambios, estando presente en todos los líderes o cargos directivos que son los máximos responsables a la hora de propiciar los procesos y de transmitirlos posteriormente a sus equipos de confianza y a su vez al equipo de personas que van a implicarse en el planteamiento de la innovación. Lo fundamental es que todos tengan una actitud positiva para afrontar esa transformación, puesto que será más provechoso para todo el equipo ver los beneficios que reportará para los alumnos y sus familias, pensando en una educación de futuro, en vez de martirizarse pensando en los esfuerzos que están realizando en ese momento. Tenemos que asumir que nuestra vida es en estos momentos una constante preparación para las nuevas exigencias, todo es cambiante, nada es permanente y cada vez se nos exige más de cara a la preparación de las nuevas generaciones. Hemos estado viviendo en un sistema basado en la emisión de títulos y no en la potenciación de las habilidades y la creatividad. El futuro inevitablemente se habla en inglés como vía de comunicación internacional.
Hay centros que en su publicidad institucional, venden aspectos propios de innovación y señalándolos como un valor añadido, cuando luego ves la realidad y es todo lo contrario, manteniendo estructuras decimonónicas en planteamientos metodológicos y pedagógicos más propios de la época victoriana. Quieren aparentar en el papel o en la página web, lo que no se trabaja día a día con los alumnos.
Tampoco podemos considerar como innovación educativa la utilización exclusiva de las nuevas tecnologías, hay quienes piensan que introduciendo iPads o herramientas digitales en el aula están modernizando metodologías y que están innovando, cuando lo que se tiene que tener claro, es que la innovación no consiste en la tecnología, sino en cómo se usa. Hay centros que tienen unas infraestructuras tecnológicas muy potentes, pero luego en el funcionamiento diario, no han cambiado nada, los niños siguen manteniendo exigencias puramente memorísticas. No se está dejando que se transformen las prácticas tradicionales y se sustituya por una nueva forma de aprender.
Con respecto a la innovación educativa, si no está implicada toda la organización del centro y los miembros de la comunidad educativa, es muy difícil alcanzar las metas propuestas. Hay que potenciar en los centros personas innovadoras, culturas abiertas y flexibles en la que todos los miembros colaboren de forma horizontal con los directivos, que sabrán promover espacios de participación. Las organizaciones piramidales y estilos autoritarios a los que hemos estado acostumbrados, están reñidos con la innovación. La innovación no está reñida con la disciplina.
Si tomamos la definición de innovación como: “un cambio, una forma nueva de hacer las cosas, una mezcla de aportes que no se habían dado antes para añadir valor al alumno, al proceso de aprendizaje, a la comunidad educativa, a la comunicación, a la organización del centro, etc.”, el futuro está abocado hacia la innovación con una implicación total de las personas que participan en la educación de un colegio.
Dentro de todo este proceso, es evidente que no se puede introducir una serie de medidas innovadoras a un centro, si el personal no está involucrado en el mismo, el meter las cosas con calzador, genera efectos no deseados. En educación es preferible convencer a vencer a los equipos docentes. Lo más importante de los procesos de innovación son las personas que tienen que realizar esos procesos, así como la convicción, el compromiso, el entusiasmo, el sentido con que lo realizan, etc.
Hay que dejarse de simulacros de innovación, para ganarse a los alumnos y a sus familias, puesto que tarde o temprano, van a descubrir la realidad y producirse el efecto rebote de estar desencantados y a disgusto, porque el centro no ha cumplido los planteamientos de futuro que se le prometieron cuando se matricularon.
Los Desposorios de la Virgen, obra de Rafael Sanzio de Urbino hacia 1504 |
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