Detalle de los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida obra de Francisco de Goya y Lucientes 1798 |
Artículo publicado en la sección de Opinión del periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria el miércoles 12 de octubre de 2016.
Nos estamos acostumbrando por desgracia que todo vale en esta sociedad y en educación eso pasa factura a corto y largo plazo, aunque muchos no quieran darse cuenta de ello. Las familias, la sociedad, la clase política, grupos de presión económicos y sociales, etc. ponen a los docentes contra las cuerdas y en el punto de mira, queriendo hacerles responsables de que la juventud no sea como quieren o les gustaría que fueran, sin pensar que los alumnos se desenvuelven mayoritariamente en un entorno familiar determinante, además de los centros educativos, en donde aprenden por imitación.
Hace meses conocimos la noticia en prensa nacional, que un grupo de profesores de un colegio público en Madrid tenían un grupo privado de chat en el que se comunicaban y comentaban aspectos de alumnos y sus familias, del centro educativo en el que trabajaban y que se hicieron públicos, con consecuencias de traslado de destino a algunas de las personas que habían participado en dicho chat.
Hoy desde la distancia, sin querer justificar dicho hecho, con un conocimiento más amplio y después de comprobar como prácticamente en todos los centros educativos, existen grupos de padres y madres que diariamente están haciendo comentarios de los cosas más nimias en tono despectivo y negativo de los profesores, del centro y de los servicios que ofrece el colegio a sus hijos, sin dejar títere con cabeza, cubriéndoles la impunidad de que la masa del grupo que lo alienta, aunque lo que se diga sea una mentira malintencionada, que repetida varias veces da la impresión de ser verdad cuando se incorpora el último del grupo, sin pensar en el daño que se hace y en el ejemplo que están dando a sus hijos, a los que interrogan para aportar más carnaza al chat.
Con el tiempo y la trascendencia que está tomando todo esto cada día, ya será tarde para lamentarse las familias, cuando vean con el tiempo, que sus hijos pueden ser víctimas de esos mismos chat de acoso, cuando entre los compañeros de su clase, les puedan insultar o se mofarse de algún defecto o situación puntual que le pueda resultar hiriente de forma reiterada a través de esos chats, el que se comente en público y que luego se pidan explicaciones de los modelos que han sido aprendidos en las casas. Las familias pondrán el grito en el cielo, pidiendo responsabilidades, cuando los padres con su ejemplo han estado fomentando la crítica anónima y despiadada hacia uno de los pilares de nuestra sociedad como es la educación.
En este país en el campo educativo, podríamos decir aquello de: “entre todos la mataron y ella sola se murió”. La educación es fundamental, que tan solo es valorada como se debe, por aquellos que no la poseen, la conocen y la añoran.
Hagamos un poco de ficción e imaginemos por un momento , que en esta sociedad loca que nos está tocando vivir, se les ocurriera a los docentes decir a los alumnos lo mal que están siendo educados por sus padres y las malas actuaciones puntuales que están teniendo día a día sus padres con ellos, porque no les escuchan cuando deben, porque no les atienden como debieran, ni dedican el tiempo necesario para inculcar valores y buenos hábitos de vida para que crezcan con principios positivos como personas que tienen que afrontar la vida de forma constructiva, porque se les puede decir que sus padres se preocupan más de sus intereses particulares, que en atender esos momentos importantes para sus hijos como es decirles que les quieren y que siempre estarán con ellos y un largo etcétera.
Nos echamos las manos a la cabeza, solo de pensar que alguien en quien se ha depositado la confianza para educar a sus hijos, pudiera emitir una opinión o juicio de las actuaciones que realizan hacia su hijos fuera del contexto escolar, pues llegaríamos a una guerra dialéctica que no beneficiaría a nadie, se está eliminado la comunicación verbal y directa con el uso de los chat, maleando el ambiente y generando un ambiente tóxico, que no beneficia a nadie. Si damos la vuelta a ese planteamiento, y atendemos a la realidad, vemos como desde los colegios se entregan circulares y comunicados, señalando el daño que se está haciendo con la proliferación de los chats, y el mal que están haciendo a la educación de sus hijos, tergiversando y sacando de contexto la información, amparándose en la nocturnidad y alevosía, para publicar opiniones que no son contrastadas, pero si emitidas gratuitamente, generando uno de los mayores cismas entre docentes y familias.
Si aprendiéramos a comunicarnos mejor en vez de manipular la información y se acudiera de forma inmediata al centro para hablar con la fuente, se aclararían muchas situaciones y malos ambientes que se están produciendo y que se va agrandando como una bola de nieve cuesta abajo, vivimos en la sociedad del bulo y da igual a quién afecte.
Algunos de los principios de la democracia son la libertad y la transparencia en las actuaciones y se está consiguiendo con el uso inadecuado de los chats, que aludiendo a la libertad de expresión malintencionada, se provoque a un colectivo indefenso en cuanto a respuesta inmediata, pidiendo cordura a unas familias que deben pensar más en sus hijos que en sus pasatiempos de calumniar al prójimo. Tristemente, lo que podemos comprobar definitivamente, es lo que hemos aprendido estos años de los programas de prensa rosa en televisión y otros medios, en donde la afición es despellejar a cualquiera sin verificar, y esa forma de actuar, se ha trasladado también a las relaciones de algunos grupos de familias con los docentes, a través de los distintos grupos de chats de padres y madres, que utilizan el deporte nacional de no dejar títere con cabeza.
No sabemos quién será capaz de poner el cascabel al gato en este asunto y reconducir una situación nefasta que ya está generando enfrentamientos, recelos y miedos. A los alumnos cuando hacen un uso inadecuado de los móviles en el centro, se les quita hasta que vengan sus padres. ¿Qué hacemos con los padres cuando son ellos los que hacen el uso inadecuado de los móviles?
Las muy ricas horas del Duque de Berry. Libro iluminado de 1410 |