Jardín de la Academia de España en Roma, obra realizada por Isabel Quintanilla en 1966 |
Artículo publicado en la página 27 de la sección de Opinión en el periódico La Provincia del día 10 de marzo de 2016.
Si hay algo indudable en estos momentos que vivimos, es que no estamos ni preparados, ni acostumbrados, ni educados en la política del diálogo y del consenso. Es lamentable comprobar como los participantes de una mesa con ideas opuestas que deben llegar a un entendimiento, por el bien común, se produce justo el efecto contrario por cuestiones que afectan más a planteamientos de intransigencia, que a la búsqueda real de soluciones que supongan puntos de encuentro. Dialogar en libertad es asumir que las ideas del contrincante pueden ser tan válidas como las tuyas, sin presuponer superioridad alguna. El rodillo se ha demostrado en nuestra historia reciente, su ineficacia cuando se intenta aplicar a las personas.
Las generaciones con responsabilidad política, económica, etc..., que hoy están intentando formar las bases para el futuro de España en un porcentaje muy alto, han sido educadas bajo planteamientos y sistemas caducos, desfasados con respecto a nuevas necesidades de trabajo y organización, que no respondían a este momento que supone una nueva visión de futuro en la que tenemos que adaptarnos a un mundo globalizado con unos planteamientos claros de tener que alcanzar un fin común constructivo.
En educación como en tantos otros aspectos de la vida, nos hemos estado mirando el ombligo desde hace siglos, y nadie ha puesto remedio a esta situación en la que no se ha adquirido el hábito y las destrezas de trabajar en equipos con personas de diferentes intereses y que como consecuencia de todo ello surjan situaciones como las actuales, en donde cada una de las personas que componen los equipos de diálogo de los partidos políticos, intentan imponer su santa voluntad, alardeando que jamás cederán en aquellos aspectos que son símbolos representativos de su color, o de su grupo, alegando que el mensaje que las urnas les ha otorgado legaliza su representatividad y su intransigencia.
Para ver cómo hemos llegado hasta esta situación, hagamos un balance de aquellos sistemas educativos en donde, al contrario de lo que se ha estado produciendo en España, tradicionalmente han venido formando a sus generaciones con la intención de fomentar el trabajo en equipo, con proyectos que se deben alcanzar en grupos, compartiendo y debatiendo desde edades tempranas, para sacar adelante un trabajo que se les ha asignado. Nos damos cuenta que tenemos que mirar a sistemas y países que su desarrollo económico, social y cultural está en otro ámbito distinto al nuestro, tendremos que acercarnos a sistemas educativos del norte de Europa o U.S.A principalmente, para ver su evolución dentro de estas propuestas de trabajo en equipo de forma colaborativa.
Somos hijos de un sistema educativo en España, donde lo que proliferaba era la competitividad per se, inculcándonos que se debía destacar de forma individual sobre los demás, de esa forma demostrabas ser el mejor, pero realmente ¿que se conseguía con esos planteamientos con la sociedad que estamos viviendo hoy en día?, las consecuencias de futuro de esas posturas individualistas, al final se han plasmado en conseguir desconfiar de los demás, creer que solo tú podías solucionar todos los problemas, no saber delegar, ni empoderar al equipo que tiene que trabajar día a día contigo, intentando imponer tu voluntad si considerabas que tenías razón, etc…¡hemos hecho tantas cosas mal por el camino!, que desandar para aprender, muchas veces cuesta largas travesías por el desierto sin encontrar el verdadero aprendizaje, ni lugar donde aplicarlo.
Ahora comenzamos a ver como en nuestros centros educativos, llevamos unos años comprobando que hay alumnos y docentes que están aplicando nuevas metodologías colaborativas, pero su ejecución como tantas otras ha sido por imposición legal, no por convencimiento de una necesidad. Tenemos que ser conscientes, que para alcanzar las verdaderas metas educativas, hay que profundizar desde el ámbito universitario para formar a los futuros docentes, tenemos que potenciar a los educadores para que sean punteros, que vayan por delante en los avances educativos, no solo en la aplicación de los medios, sino en la forma de trabajar para conseguir hacer que los niños aprendan de otra manera distinta, interiorizando los aprendizajes, para que puedan aplicar los conocimientos de una forma más activa, participando en el proceso de aprendizaje - enseñanza y de esta forma ayudar a avanzar en el desarrollo personal y global, y no depender de las individualidades en cuanto a la forma de trabajar, sino en proyectos sólidos que están perfectamente estructurados desde las etapas de infantil hasta el mundo universitario.
No todo lo que se hace en educación puede llegar a ser bueno, aunque se aplique de forma constructiva en su momento y con una finalidad determinada, puesto que todo lo que se hace en el aula tiene sus repercusiones. Hacen falta en los centros educativos equipos docentes sólidos, estables, que se identifiquen con el proyecto del colegio, para que tanto los alumnos como sus familias puedan entender el verdadero significado de la educación, puesto que educación es todo lo que nos rodea y vivimos, la alegría, la tristeza, el dolor, el conocimiento, la violencia, los buenos hábitos, etc…. Las familias deben dejar de pensar en los colegios como guarderías, deben comenzar a verlo como un espacio vivo, creativo y de formación permanente, en donde se está gestando el futuro de sus hijos y que sin su indispensable colaboración no se podrá llegar a buen término.
Tenemos que aprender de nuestros errores y aplicar medidas correctoras que impidan la repetición de los mismos y si vemos que con la forma que se ha trabajado hasta la fecha ha generado situaciones ilógicas, pues comencemos a construir ese futuro con un gran Pacto por la Educación con profesionales, no con políticos. Las reformas no consisten solo en tapar agujeros, sino en tener visión de futuro para las generaciones venideras. Hay que crear alumnos autónomos, con autodisciplina para trabajar de forma individual y en grupo, no pensemos que por trabajar con más personas se pierde el tiempo, al contrario, a la larga se gana, porque se aprende a compartir, a escuchar, a crear y mejorar los proyectos con las aportaciones de todos, lo importante está en crear el hábito y en partir de una premisa o idea inicial, que les haga investigar y aglutinar conocimientos en favor de una meta.
Cuando nos comunicamos en un equipo de trabajo, nos enriquecemos, repartimos funciones para poder analizar todas las posturas y sabemos que si a una reunión de trabajo se va con posturas predeterminadas intransigentes con líneas rojas que no se pueden cruzar, mejor que nos levantemos y volvamos en otro momento, cuando tengamos claro que hay que encontrar soluciones, acuerdos y no problemas que generen enfrentamientos.
Obra realizada por alumnos de 2º Grado del American School of las Palmas |
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