Retrato de Paulette Jourdain en 1919, obra de Amedeo Modigliani |
Artículo publicado en la página 37 de la sección de opinión el domingo 3 de abril de 2016 en el periódico La Provincia.
Dicen que cada uno recoge en su vida lo que ha sembrado, y reciben lo que dan, sea bueno o sea malo, esta expresión la podemos aplicar a todas las actuaciones que ejercemos con las personas que están a nuestro alrededor. Por supuesto que también se extrapola al ámbito de la educación tanto en el seno familiar, como en el escolar y ciudadano, pues de lo que inculquemos en felicidad, responsabilidad, conocimientos, hábitos positivos, habilidades y destrezas sociales y personales, en gestionar las emociones y las conductas, en todos aquellos aspectos que nos sirvan para avanzar en la vida, etc… recogeremos los frutos en el futuro. Si por el contrario, hemos dejado que esas enseñanzas y aprendizajes las hagan aquellos que no deben, no saben, ni tienen que hacerlo, malo, las consecuencias las sufriremos a largo plazo.
Muchos profesionales vinculados al mundo de la educación y formación de alumnos, llevamos años insistiendo en lo equivocados que estamos con la forma en que se está educando a nuestros hijos desde el seno familiar y centros educativos. Da la impresión que saben lo que se tiene que hacer, todo el mundo lo dice, pero nadie hace nada, y ahora ¡zas!, el informe “Adolescentes con trastornos de comportamiento. ¿cómo podemos detectarlo? ¿qué se debe hacer?” realizado recientemente, por un equipo de especialistas del Hospital Materno Infantil de la Universidad de Barcelona Sant Joan de Déu publicado a nivel nacional. Dicho estudio nos abre las entrañas a todos mostrando la realidad sobre las conductas de los niños y adolescentes de forma objetiva, nos mete el dedo en la llaga, para señalarnos que no podemos esperar más en solucionar este gran problema de los trastornos de comportamiento que estamos viviendo, y que están ahí latentes con unas consecuencias gravísimas para las actuales y futuras generaciones.
Son años y años lamentándonos de situaciones puntuales que se están viviendo en las casas, en las aulas, en las calles sobre pautas de conductas y actitudes inadecuadas que están afectando ya a varias generaciones, y que rayan en la vejación, la falta de respeto, el maltrato y hasta la humillación.
Nos hemos escudado en excusas estúpidas para no atajar desde la raíz en su momento actuaciones contraproducentes de nuestros hijos, que a la postre, tendrá repercusiones en su vida futura. Las conductas que no se corrijan de pequeños, de mayores originan situaciones más graves y a veces irremediables, siendo más complicadas de erradicar.
Da la sensación que todas las advertencias son cantos al sol, que jamás tendrán respuesta, y mucho peor… que no se aplicarán las soluciones, puesto que nadie está por la labor de mover ficha en ese sentido. Nos hemos acostumbrado que sea papá Estado con sus herramientas coercitivas de fuerza, el que nos diga lo que tenemos y no tenemos que hacer mediante leyes y normas que fijan sanciones por su incumplimiento y un cuerpo policial que nos vigile para evitar las ilegalidades. Nuestras vidas se han judicializado de forma extraordinaria, todo son amenazas por un quítame de ahí esas pajas, que no ha solucionado el sentido de la razón, porque resulta que cada uno tiene su razón subjetiva.
Hoy en día, encontramos a demasiados padres haciendo dejación de sus obligaciones educativas en el seno familiar como responsables legales de sus hijos, esperando siempre que otras personas, como son los docentes, los que eduquen por ellos y sean quienes les hagan modificar las conductas y malos hábitos adquiridos en casa, pues les permiten a los hijos hacer y deshacer a su antojo sin ningún tipo de límites a sus actuaciones contrarias al sentido común necesario para el desarrollo personal y grupal.
Los padres tienen miedo a contrariar a los hijos porque piensan que no darles la razón los va a traumatizar, y les permiten acciones y actuaciones que prefieren que les corrijan otros, porque ellos ni saben, ni quieren, creyendo que evitan conflictos innecesarios en casa en ese instante, porque nunca han tenido claro lo que era el principio de autoridad y no saben fijar los límites necesarios para cada edad, consecuencia de todo ello es que nos estamos encontrando a niños que no saben superar la más mínima adversidad, y que su umbral de fracaso es nulo, puesto que se les ha dejado un camino de rosas ficticio y que no responde a la realidad, sin tener en cuenta que no se les está preparando para cuando tenga que convivir con otros iguales como él.
Cierto es que hoy en día con las noticias que se publican, dan lugar a que se cuestionen muchas actuaciones de profesionales, dudándose de los procederes en muchos ámbitos, poniendo en tela de juicio decisiones y actuaciones que se toman en contextos determinados y ahora todo el mundo opina y sienta cátedra sobre temas que desconocen y se consideran doctores de todo.
Por otro lado, muchos docentes temen tomar las medidas necesarias de corrección de conductas en sus alumnos, que saben y corresponden en cada momento por miedo a las consecuencias, debido a la falta de apoyo que pueda tener de las personas responsables, cuando las familias comiencen a hacer ruido por defender la versión exclusiva de sus hijos y algunos profesores ante ese posible panorama, prefieren mirar para otro lado antes que iniciar un proceso en el que pierda su tiempo y se pueda llegar a situaciones humillantes para el docente, porque hay familias que “por sus hijos ma-tan”, sin pretender conocer la verdad, y escuchar de forma constructiva, porque es solo su verdad la que quieren que prevalezca.
La situación actual de nuestra sociedad, la crisis de valores que estamos arrastrando, y la nefasta coyuntura económica que llevamos padeciendo en estos últimos 20 años, han contribuido como un gran caldo de cultivo para poner nuestra sociedad patas arriba y que nadie haya sabido enderezar aquellos aspectos fundamentales que tienen que sentar las bases del futuro de nuestra sociedad. Hay que señalar también, que la clase política, tampoco haya servido mucho como modelo ciudadano ejemplarizante, en el que nos podamos reflejar los españoles.
Pensemos fríamente, ¿qué clase de modelo les estamos transmitiendo a las nuevas generaciones para perpetuar la tribu?, ¿no creen que se debería tomar alguna medida urgente que podamos aplicar todos, antes de que esto se vaya al traste? Es posible que algunos piensen que no es para tanto, y que la sangre no va a llegar al río, que al final todo se recoloca de forma natural….es posible, pero la cantidad de cadáveres que se van a dejar por el camino son muy numerosos e imposibles de recuperar.
Crispín y Scarpín, obra de Honoré Daumier entre 1858 - 1860 |
Cuanta verdad!!!! Màs claro no se puede decir ni más alto tampoco. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice el artículo pero sigo diciendo como docente que soy que algo muy grande està ocurriendo y es la falta de hábitos, conductas, normas...de muchas familias a sus hijos. El problema no existiría si se trabajaran en casa y se reforzaran en el colegio.Un saludito Ignacio. Pureza
ResponderEliminarCuanta verdad!!!! Màs claro no se puede decir ni más alto tampoco. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice el artículo pero sigo diciendo como docente que soy que algo muy grande està ocurriendo y es la falta de hábitos, conductas, normas...de muchas familias a sus hijos. El problema no existiría si se trabajaran en casa y se reforzaran en el colegio.Un saludito Ignacio. Pureza
ResponderEliminarCuanta verdad!!!! Màs claro no se puede decir ni más alto tampoco. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice el artículo pero sigo diciendo como docente que soy que algo muy grande està ocurriendo y es la falta de hábitos, conductas, normas...de muchas familias a sus hijos. El problema no existiría si se trabajaran en casa y se reforzaran en el colegio.Un saludito Ignacio. Pureza
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