Cámara de los esposos en el Palacio Ducal de Mantua. Italia. Obra de Andrea Mantegna realizada entre los años 1465 y 1474. |
Articulo publicado en las páginas 30 y 31 de la sección de Opinión del periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria.
Nada es inmutable y los
cambios están afectando a todos los ámbitos del mundo que nos está tocando
vivir.
Pedimos modelos positivos que
se deben imitar, exigimos a los responsables de educar a nuestros hijos en
todos los campos de la sociedad, que pongan lo mejor de cada uno para preparar
a las nuevas generaciones, pero también tenemos que ser conscientes que no todo
el mundo ve lo mismo ante una misma situación y como consecuencia, tomamos
medidas en unos casos acertadas y en otros equivocadas.
Dudamos tanto del criterio de
los profesionales, que hasta en el futbol y el tenis se han tenido que tomar
soluciones técnicas, por las equivocaciones de los árbitros, ¿y en el resto de
las profesiones?, ¿qué ocurre con las actuaciones erróneas o inadecuadas de los
médicos, jueces, fiscales, ingenieros, arquitectos, conductores, educadores, etc.?
No vale con un simple” lo
siento, me equivoqué, no volverá a suceder” como nos dijo nuestro rey emérito.
Con cada profesión los errores
humanos tienen consecuencias distintas, más o menos desastrosas para el resto
de los seres que se vean afectados por sus decisiones o actuaciones.
Para evitar cometer equivocaciones,
no es muy difícil decir a cada uno lo que tiene que hacer, si es capaz en
primer lugar de reconocer y asumir los errores para erradicarlos, pero hay que
decir que si existe algo común a todas las profesiones para evitar cometer
desaciertos, indispensable es ser responsable en todas sus actuaciones, previendo
las posibles consecuencias de sus
acciones y eso conlleva por ejemplo en
la profesión docente de una formación permanente, ponerte siempre en lugar del
otro con una escucha activa, una atención individualizada tanto a los alumnos,
como a las familias y compañeros, tener una actitud constructiva y positiva
hacia los alumnos y por otro lado, tener la humildad necesaria para reconocer
las limitaciones que tiene cada uno y si se le ofrece algo que no sabe
desarrollarlo, derivarlo a quien lo sepa hacer, hasta que aprenda a realizarlo.
Cuando un docente se equivoca
en el trabajo que realiza con los alumnos de forma inconsciente o por
ignorancia es malo, peor es aquel profesor que siendo consciente de sus
limitaciones como educador, continua su labor con los alumnos, eso es
irreparable. Recuerdo el diálogo de la película Buscando a Forrester dirigida
por Gus van Sant cuando dice:” Hay profesores amargados o frustrados que pueden
ser muy efectivos o muy peligrosos”
Del mismo modo ocurre con
aquellas familias que no saben o no quieren inculcar a sus hijos el afecto, los
valores positivos, las habilidades sociales, el respeto hacia los demás y hacia
sí mismo, marcar los límites propios de cada edad porque consideran que eso no
es función de los padres, pero no se dan cuenta que todo ello son conductas y
valores necesarios para poder desenvolverse los niños en los distintos entornos
en los que tendrá que vivir.
Cuando nos entrará en la
cabeza a todos, que la labor de los docentes es tan importante como la que
deben hacer los padres en casa con sus hijos, de ahí la necesidad de tener una
comunicación constructiva, directa, fluida y abierta entre ambos sin buscar
culpables, ni reprimendas cuando se trate de sus hijos.
La pieza clave de todo está en
la humildad constructiva de las personas que ejercen en todos los sectores relacionados
con seres humanos , como ocurre en la educación de los alumnos, pero si además
cada uno hace su trabajo correctamente y lo que le corresponde según el nivel
de cercanía al niño, todo comienza a encauzarse. Hay cosas que corresponden a
las familias de forma ineludible y otras a los docentes, no mezclemos por
intereses puntuales en situaciones concretas las responsabilidades de cada uno.
Hoy en día todo el mundo
presume ante cualquiera saber de educación y de deportes, inclusive más que los
propios profesionales y encima lo expresan con prepotencia, que nunca es buena
consejera, más bien lo contrario, quizás sea esa prepotencia una de las grandes
culpables de las grandes equivocaciones en todos los aspectos de la vida, el
“venir de sobrados por la vida” con aquella frase famosa: “que me vas a enseñar
que no sepa yo”, desde el momento que eres capaz de pensarla, ya estás
cometiendo un error y si además tienes las agallas de aplicarla, ya el
calificativo sería como mínimo la decepción personal y profesional.
Yo no soy quien para decir lo
que debe hacer un profesional de la docencia con la cantidad de situaciones
puntuales que están surgiendo en las aulas con los alumnos y fuera de ellas con
las familias. Sabemos lo que se ha logrado hasta la fecha, provocar una
generación de profesores quemados por verse desamparados por la situación
actual de inseguridad profesional, en la que no se sienten respaldados por las
familias a las que se supone que están educando a sus hijos y que los docentes
sienten, que hagan lo que hagan para que aprendan, no consiguen que sus alumnos
alcancen las competencias y estándares de aprendizaje deseados para su edad,
algunos docentes piensan que solo les falta vestirse de faralaes para conseguir
su atención y conseguir los objetivos programados.
Los cambios tan drásticos que
se han producido a lo largo de estos últimos 50 años en nuestro país han hecho
que se transforme todo, en donde la globalización en el mundo, la incorporación
de la mujer al mundo laboral, el acceso a internet, redes sociales,
comunicaciones accesibles inmediatas de forma generalizada en todos los ámbitos
y las nuevas tecnologías, están sentando las bases para entender una nueva
forma de ver y entender a nuestra sociedad. Es asombroso como las decisiones
que se puedan tomar en una parte del mundo, hacen cambiar al resto de los
países en todos los ámbitos en el que nos desenvolvemos, seas o no de la misma
área de influencia.
Conchas exóticas obra de Clara Peeters |
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