Artículo publicado en la página 20 de la sección de Opinión del periódico La Provincia de Las palmas de Gran Canaria
Está claro que en este nuestro
país, no existe un término medio en nada. Aquella máxima de Aristóteles que
decía que: “la virtud está en el término medio” eso ya no se aplica en nada.
Aquí o nos pasamos de la raya, o no llegamos a salir. Ahora que está tan de
moda el hablar sobre el uso de las pantallas en los centros escolares, que
comenzó con la polémica sobre la propuesta para la prohibición de los móviles a
menores de 16 años en los centros educativos, junto con los malos resultados de
las pruebas PISA, pues ahora comienza otro debate añadido que es si los alumnos
están aprendiendo realmente en el aula con los portátiles o Tablet personales.
Se han realizado muchos
estudios sobre las ventajas e inconvenientes que se están produciendo en la
actualidad con la implementación tecnológica que se ha venido realizando en los
centros educativos en los últimos años. Entre otras el 14 de diciembre de 2015
la OCDE realizó una publicación: “Students, Computers and Learning: making the
connection” (estudiante, Computadoras y Aprendizaje: Haciendo la Conexión).
Basado en los resultados de PISA del 2012 y en el informe concluía que los
países que habían hecho mayores inversiones en introducir la tecnología digital
en el sector educativo, no registraron mejoras evidentes en el rendimiento de
los estudiantes. En dicha investigación ya recomendaba asegurar antes un nivel
básico en lectoescritura y matemáticas a la manera tradicional, para crear igualdad
de oportunidades. Tenemos defensores y detractores del uso en las aulas y
en casa para que los alumnos puedan seguir trabajando y estudiando.
Todo lo que hemos estado
viviendo durante estos años en educación con la incorporación de las
herramientas tecnológicas en el aula ha sido una locura, centros que han
realizado inversiones monumentales para adecuar toda su metodología a las TIC (Tecnologías
de la Información y las Comunicaciones) desde etapas tempranas, formación
docente para que los contenidos de sus materias sean atractivos, interactivos y
pudieran dar los resultados pretendidos, infraestructuras costosísimas para que
se pudiera trabajar de forma regular a lo largo de toda la jornada y siempre
intentando hacer atractivos todos los contenidos que los alumnos debían
alcanzar.
Está claro que la educación
hoy en día intenta responder de alguna manera a los cambios que se están
produciendo en la sociedad, lo triste es que siempre la coge con el paso
cambiado, novedades pocas, miramos siempre al exterior para ver modelos de
éxito y adaptarlo al nuestro, sin tener en cuenta nuestra propia idiosincrasia.
¿Qué pide la sociedad?, ¿qué necesitan los alumnos?, ¿qué herramientas disponen
los docentes?, ¿qué estamos dando realmente todos, para el cambio constructivo
de nuestra sociedad? Muchas interrogantes y pocas respuestas reales que se
puedan responder de forma sencilla y con soluciones a cada cuestión. Las
herramientas tecnológicas han venido para quedarse y al igual que se prepara a
los alumnos para que sepan defenderse en el futuro con los conocimientos y
destrezas básicas, también hay que prepararlos en el uso racional y práctico de
las herramientas tecnológicas, no solo de forma intuitivas como lo suelen hacer
ellos, sin necesidad de un adulto que los acompañe y les oriente.
Existen demasiados
distractores en los entornos escolares y familiares de los alumnos para que
puedan aprovechar realmente todo lo que se les está ofreciendo. Hemos creado
entre todos, personas sedientas de estímulos, que no saben reaccionar sin
recompensas inmediatas. Poco ayuda el que los alumnos de forma generalizada no tengan
un mínimo umbral de fracaso y que no aprendan de los errores para remontar
situaciones adversas, generando situaciones de fracaso personal, cuando no
alcanzan los resultados esperados con el esfuerzo realizado, sin hacer la
reflexión de si ese es el trabajo necesario para alcanzar el objetivo.
Tristemente ese fracaso está generando otros problemas que por desgracia se
expanden a otros ámbitos de la vida del individuo, sea de la edad que sea.
Quizás el exceso del uso de
pantallas fuera del ámbito educativo, esté contaminando el resto de su uso en
la educación. Lo cierto es que no todos los alumnos pueden estar haciendo el
mismo uso de las herramientas tecnológicas, si previamente no han alcanzado la
madurez y una serie de conocimientos y destrezas básicas, que sirvan de
cimiento para toda la utilización que no los dan los softwares y plataformas
educativas a través de las pantallas con fines educativos. Mientras no se
interiorice esa máxima, no avanzaremos.
Existen demasiadas asignaturas
pendientes por aprobar en educación y ahora tenemos una nueva, que es cuándo,
cómo, dónde y por qué utilizar las herramientas educativas en el ámbito
educativo. Todo no es válido.
Como conclusión hay que decir
que no se pretende que a las familias se les obligue a generar un gasto añadido
con la adquisición de la herramienta tecnológica que corresponda según el PE
(Proyecto Educativo) de cada centro como una moda del momento, se tendrá que
incorporar dicha herramienta tecnológica como un elemento más dentro del
proceso educativo, pero no el único, pues se tendrá que alternar con los libros
de texto, cuadernos y lápices o bolígrafos. Los tiempos han cambiado y no se
puede negar la utilidad de las herramientas tecnológicas y la necesidad de su
manejo para el futuro que van a tener cada uno de los alumnos.
Está claro que aquel concepto
de mochila digital que se vendió hace años no funcionó como debiera, pues a los
alumnos que se les quería implementar, carecían de los conocimientos y
destrezas básicas necesarias para un uso racional y efectivo en beneficio de
alcanzar los contenidos académicos necesarios de cada etapa.
Hay docentes que se quejan de
que los alumnos han perdido hábitos y habilidades necesarios en el desarrollo
educativo con el uso de las pantallas, ahora vamos a ver quién pone el cascabel
al gato y logra centrar la cuestión para establecer en pro de una igualdad de
oportunidades para todos los alumnos, cuándo, y cuanto utilizar estas
herramientas tecnológicas en los entornos educativos. Tenemos que replantearnos
como aprovechar todo de forma constructiva en beneficio de la educación de
nuestros alumnos.
Composición fotográfica de Ignacio Pardo Luzardo |
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