Composición fotográfica de Ignacio Pardo Luzardo. "Madrid en llamas" 2015 |
Existe una máxima en los equipos de calidad que dice: “lo que no se evalúa, se devalúa”, pero también es cierto que se debería añadir, que lo que se evalúa mal, termina deteriorándose. Pongámonos en antecedente con los resultados de las pruebas PISA que se han venido realizando en España desde sus inicios en el año 2000 hasta la fecha a propuesta de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), de la que España es miembro desde 1961. En la página web de esta organización, el primer mensaje que nos aparece es que la OCDE es una organización internacional cuya misión es diseñar políticas “para una vida mejor”, “quieren promover políticas que favorezcan la prosperidad, la igualdad, las oportunidades y el bienestar de todas las personas”. Asimismo, trabajan para “establecer estándares internacionales” bajo las premisas de dicha organización. Mi primera pregunta es si los objetivos que persigue la OCDE, son los mismos que propugnan nuestras Leyes Orgánicas de Educación al largo de estos años y si las metodologías propuestas son las idóneas para alcanzar las mismas competencias curriculares. En esta última prueba se realizó como las anteriores de forma muestral, es decir seleccionando al azar distintos centros educativos de todas las comunidades y ciudades autónomas y más específicamente, a los alumnos de 4º de la ESO, cuyos resultados se hacen público de forma general y que no son vinculantes para el historial académico de los alumnos, ni para los centros en los que se realizan. Si analizamos pormenorizadamente el último informe, hay que decir que el trabajo de campo se realizó en la primavera de 2022, justo durante el curso anterior 2020-2021 si no lo recuerdan, era el curso en el que todos los centros estaban con unas medidas estrictas de control por COVID, con mascarillas en las aulas, ventanas abiertas en verano e invierno, clases con ratios reducidas, alumnos y clases que se mandaban a casa por estar con casos de COVID, clases online para alumnos convalecientes, medidas muy estrictas determinadas por la administración educativa para que en la evaluación final de curso los resultados no fueran un desastre, acortando los contenidos, teniendo que hacer los colegios recuperaciones de las recuperaciones, de las recuperaciones para que los alumnos pudieran promocionar de curso, recordando que a infinidad de estudiante que dejaron los hábitos de estudio, se les apareció Nuestra Señora del COVID y milagrosamente promocionaron de curso. Es cierto que las últimas leyes orgánicas de educación han contemplado la realización de pruebas externas unas de diagnóstico a los alumnos cuando están realizando 4º de Primaria y 2º de la ESO (Art. 144 de la LOMLOE), cuya finalidad es diagnóstica, y otras evaluaciones externas sobre competencias establecidas en el currículo para los alumnos de 6º de Primaria y 4º de la ESO (Art. 143 LOMLOE), teniendo en cuenta que los resultados de esas pruebas no se podrán utilizar como valoraciones individuales o para establecer clasificaciones de los centros (art. 140 de la LOMLOE). En nuestra comunidad de Canarias que tiene su ley de educación 6/2014, de 25 de julio, en su art. 68 apartado 2. Señala que se realizará una evaluación de diagnóstico al finalizar la etapa de Primaria y otra al finalizar la etapa de Secundaria, cuyos resultados son públicos y no pueden ser referidos a ningún centro concreto, ni tampoco alumnado. Todos los que hemos sido estudiantes en este país, cuando se nos ha puesto una prueba de evaluación, la primera pregunta que se hace es: ¿cuenta la prueba para nota? En nuestra cultura de méritos que venimos trabajando desde hace siglos, cuando no le pones un valor al trabajo, llámese examen o prueba de diagnóstico, que está realizando el alumno y que no pueda significar un beneficio en sus resultados finales, no se le presta ni interés, ni atención, ni el esfuerzo necesario, para que dicha prueba sea lo que realmente tiene que evaluar. Esto ocurre en todas aquellas pruebas externas que se vayan a realizar y que sus resultados no estén vinculados a unas consecuencias reales para quiénes la realizan. Recordemos que al finalizar el curso de 2º de Bachillerato los alumnos deben afrontar un examen si quieren acceder a los estudios universitarios y los resultados en líneas generales son que más del 90% de los alumnos que se presentan acceden a la universidad. No vamos a poner el ejemplo como antaño, cuando existían las pruebas de reválida y cuyos resultados al finalizar la enseñanza básica determinaba el acceso a la siguiente etapa, sino a que en España nos cuesta mucho que seamos evaluados permanentemente, sea alumno, docente o de cualquier profesión. Está claro que el mundo hacia el que nos dirigimos nos está exigiendo cada vez más comprobaciones de cómo lo hacemos, porqué los hacemos y qué resultados tenemos, en el que se debe incluir absolutamente todo, no solo el aspecto productivo respaldado con unos datos, que perfectamente se pueden camuflar, como por ejemplo los índices de aprobados o suspensos. Ahora todos comienzan a rasgarse las vestiduras por los resultados de las pruebas PISA, al igual que ha ocurrido desde los inicios que se publicaron dichos informes, sin tener en cuenta infinidad de factores y siendo conocedores que dichas pruebas a los alumnos, docentes y al sistema educativo español, se las han traído al pairo, puesto que jamás ha tenido las consecuencias reales que deberían tener, es la noticia del momento para rellenar espacios periodísticos, puesto que nunca se han planteado planes de mejora orientados a mejorar dichos resultados, pues eso no está contemplado en la normativa educativa vigente y que obligue a su inclusión en las Programaciones Generales de Centro. Aquí cada uno hace la lectura que quiere, y se ponen las medallas como si estuvieran entre los primeros puestos de la clasificación de las distintas áreas evaluadas. Podíamos decir aquello que, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Las pruebas PISA no nos están diciendo nada nuevo, que ya no sepamos. Que los alumnos de 4º de la ESO no tienen la formación mínima académica exigida para saber desenvolverse en la sociedad que les está tocando vivir, es casi una perogrullada. Cualquier padre de familia o docente, ve diariamente con lo que tiene que lidiar en casa y en las aulas con los adolescentes empoderados por todos y siendo conscientes del poder real que la sociedad y la legalidad les ha otorgado. Según ellos solo tienen derechos y ninguna obligación. Es una edad muy mala, por todo lo que entraña de rebeldía y ser contestario, pero necesaria para su evolución. En nuestras manos y en el apoyo que tengan los centros educativos y sus docentes de las familias está que se comience a cambiar todas estas situaciones que nos parecen absurdas, como es el cuestionar que se les exija a los alumnos que sepan comportase y respeten ese tiempo de enseñanza que están en el centro educativo, para aprender lo mínimo necesario tal y como dicen las leyes educativas y que los docentes se sientan respaldados por las administraciones educativas y por las familias para hacer su trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu aportación.