Dña. Catalina de Austria, mujer de Juan III de Portugal. Obra de Antonio Moro 1552-1553. Museo del Prado |
Publicado el jueves 18 de enero en la sección de opinión del periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria y el domingo 21 de enero en la seccion de opinion del periodico La Opinión de Tenerife.
Hay que reconducir tantas
situaciones en general, que la verdad ya queda poco espacio para el asombro con
lo que estamos viviendo en todos los ámbitos de la sociedad, y que tenemos que
aprender a manejarnos de forma adecuada y eficaz ante estas nuevas realidades
que nos van sobreviniendo. Lo que está cada vez más claro pensando en nuestro
futuro, es que debemos ayudar todos a los padres y madres de las nuevas generaciones
en las que sus descendientes están en edad de formarse, para que les enseñen a
ser buenas personas y sepan afrontar las realidades que viven y que aprendan a
discernir lo constructivo y positivo entre tantos estímulos, lo que son asuntos
de niños, de los asuntos de adultos, para que dejen vivir la infancia a sus
hijos con las características propias de cada edad, adaptándose a los nuevos
tiempos y no se intente adelantar unas experiencias y contenidos para los que
no tienen la suficiente madurez, ni comprensión.
Dentro del reino de la
subjetividad en que vivimos, es lamentable cómo algunas familias toman como
verdad absoluta una opinión o juicio de valor que ha realizado su hijo menor sobre un
incidente, acto o actuaciones puntuales relacionados con su educación, sin
contrastar con el educador adulto, pues el niño, como menor que es, adaptará la
versión de lo sucedido en función de su necesidad inmediata (evitar que le
regañen en la mayoría de los casos).
Hace unos meses en una reunión
con un padre, en la que se le mostraban informes contrastados de varios
educadores, en el que señalaban que su hija había insultado a su tutora y a
otra profesora, y el padre lejos de pedir disculpas por la conducta de su hija
y de manifestar que tomaría las medidas oportunas para que no se volviera a
repetir, dice que no es cierto lo que la tutora y la profesora han dicho, que él se queda con la versión de su hijo, porque
¡su hijo no miente! De este hecho, podríamos sacar muchas lecturas relativas a
la educación que están viviendo muchos hijos en sus casas, núcleo fundamental
en la educación y que luego se pretende que aprendan en los centros educativos.
El exceso de protección perjudica tanto a los hijos, que los resultados del
mismo se verán a corto plazo como señala Javier Elzo: “El sobreproteccionismo es un modelo de familia en el que los padres
colocan a sus hijos en un pedestal, los miman en exceso, deciden en todo por
ellos, dificultando su necesaria autonomización y separación de los padres” Jóvenes y valores. La clave para la sociedad
del futuro. Estudio para la Obra Social de la Fundación de La Caixa.
Estamos acostumbrándonos
demasiado a la mentira y a cuestionar absolutamente todo aquello que no me
interesa, si está relacionado con la responsabilidad del adulto de transmitir valores
como es la verdad y que además suponga dedicar un tiempo extra para educar
verdaderamente a los hijos en la transparencia e inculcarles la responsabilidad
de asumir los hechos cometidos por cada uno.
Tenemos que hacer desaparecer
esa costumbre que se ha instaurado en nuestra sociedad alegando que todo es
libertad de expresión y que todo vale, que cada persona puede expresar
libremente lo que le venga en gana sin justificación, ni contrastar su
afirmación, simplemente diciendo: “según mi opinión” o “a mi entender”, y terminando
la conversación cada uno: “pues eso es
lo que pienso yo” y así damos por finalizado el debate. La falta de
conocimiento en algunos casos, por no decir ignorancia intencionada, ha llevado
a muchas personas a mantener posturas intransigentes ante evidencias por no
asumir los hechos y sus consecuencias,
por la comodidad y cabezonería.
Pero ya nos hemos
familiarizado con la mentira y la subjetividad engañosa a unos niveles tan
altos, que intentar potenciar el valor de defender la verdad y lo objetivo, no
tiene sentido y así muchas familias se lo están transmitiendo a sus hijos.
La mayoría de los modelos que
estan viviendo cada día tanto las familias como sus hijos son erróneos y
perjudiciales, teniendo que remarcar que esos no son el buen ejemplo de lo que
queremos repetir para las futuras generaciones. Parece difícil hacer lo
correcto, pero no lo es, solo es cuestión de una verdadera voluntad por querer
hacer las cosas bien para el futuro de sus hijos.
Todos se llenan la boca
diciendo que el futuro de una sociedad está en la educación, pero en nuestra
querida España, vemos como entre todos la están matando y ella sola se está muriendo.
Retrato de Eduardo VI príncipe de Gales. Obra de Hans Holbein el Joven. |
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