miércoles, 3 de diciembre de 2014

¿PODREMOS ERRADICAR LA VIOLENCIA DEL DEPORTE?

Batalla de San Romano obra de Paolo Ucello en 1455. Se encuentra en el Museo del Louvre  




Publicado en la página 46 del periódico La Provincia el la sección de Deportes del día 3 de diciembre de 2014


Qué triste es que siempre nos acordemos de Santa Bárbara cuando truena. Digo esto, porque ahora cuando lamentablemente, se ha producido un muerto más como consecuencia de una reyerta entre dos aficiones de fútbol, la sociedad se echa las manos a la cabeza y se pregunta ¿cómo es posible que se haya llegado a esto?

En este momento nos ponemos a buscar culpables de una situación que jamás se debió producir, pero que está ahí y refleja algo que está latente en nuestra sociedad, por mucho que se quiera mirar hacia otro lado cuando se habla de violencia juvenil, violencia en el deporte, violencia de género, etc.

Las instituciones y los equipos de deporte profesionales, se sacuden los trajes, señalando que ellos no son los que alientan y promueven, luego por otro lado, hemos visto como en determinados momentos se ha auspiciado mediante medidas de apoyo soterradas, bajo el principio de potenciar de forma populista a los seguidores violentos de equipos, que son hinchas agresivos que campan a sus anchas, recuerdo que aquí en Las Palmas, tuvimos un ejemplo violencia y vergüenza, que se retransmitió a toda España en aquel lamentable final del partido contra el Córdoba, y gracias que no tuvimos desgracias personales, pero cuando se llegan a unos niveles de descontrol llevados por las masas enaltecidas, puede ocurrir cualquier cosa, como sucedió el pasado domingo en Madrid.

Acerquémonos a los patios de los colegios y veremos que desde temprana edad, cuando se llegan a producir enfrentamientos físicos por situaciones ajenas a la dinámica habitual, vemos como en ese momento los compañeros rodean y contemplan a los que están peleando, lejos de separarlos, para que no se produzca más agresión física entre los chicos, los alientan con frases y gritos que son más propias de las películas de los circos romanos, que de un patio de colegio.

Los chicos hacen lo que ven de los mayores, y de lo que contemplan en los distintos medios de comunicación todos los días y nadie les orienta y reconduce lo que ven, los mensajes son siempre los mismos, guerras, violencia callejera entre bandas rivales, enfrentamientos en las manifestaciones, violencia de género, peleas callejeras por defender los colores de tu equipo, etc. Nos estamos acostumbrando a unos niveles de violencia, que ya se asume como normal todo lo que se está produciendo de agresión en nuestro país y en cualquier parte del mundo. Incluso muchos jóvenes justifican las agresiones y sus consecuencias, porque no conocen otra cosa.

Hagamos un pequeño repaso a todas las situaciones que podemos ver semana tras semana, cuando se realizan deportes en los niveles que no son profesionales de todas las disciplinas, en los que intervienen equipos y suponen un contacto físico en el juego. Vemos como familiares de los niños que los acompañan y se quedan para ver los partidos, alientan a sus hijos y a los componentes del equipo de su hijo para que agredan físicamente a los niños del equipo contrario, o que se amenace a los árbitros porque los padres entienden, que no se ha pitado determinada situación sobre el equipo de su hijo,¿ qué modelos están viendo esos hijos?. Vamos a ver quién es el guapo que es capaz de poner el cascabel al gato con el tema de la violencia generalizada y no reconocida en su justa medida, porque si somos capaces todos de reconocer la situación real, podremos comenzar a poner las medidas para su erradicación.

Para que se produzca un cambio y una concienciación real contra cualquier tipo de violencia, tenemos que asumir como una necesidad, que es a través de la educación temprana de los niños, tanto en la familia, como en el colegio y restos de espacios públicos, la única forma de poder construir una sociedad más tolerante y respetuosa con sus contrarios que opinan distinto. Hace falta una voluntad firme por parte de todas aquellas personas e instituciones que intervienen en la formación de los niños, para que se establezcan las bases de forma definitiva, erradicando los comentarios, gestos y actitudes violentas hacia los oponentes de cualquier tipo y por supuesto, una decisión real de los responsables para que se realicen cuantas medidas sean necesarias.

Los modelos a seguir tienen que trascender a la calle, al día a día, por lo que los protagonistas que transmiten valores y ejemplos a través de sus acciones, tienen que modificar drásticamente su violencia en los campos de juego, sea la disciplina deportiva que sea. Las familias deben hacer bien lo que tienen que hacer, querer a sus hijos y educarlos en la tolerancia y el respeto hacia los demás, para atajar ese exceso de competitividad que puede llevar a la agresión obsesionado por la victoria.
Ofelia obra de Sir John Everett Millais 1852


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